Sunday, March 20, 2016

Una igualdad sexual… toxica.


Desde el inicio de la centuria la televisión, el Internet y los periódicos han estado inundados con  imágenes e historias  chocantes de jóvenes mujeres matando en el Medio Oriente y otras torturando en las prisiones de Abu Ghraib,  Guantánamo y los centros secretos de la CIA. Si el feminismo se ha esforzado tanto por lograr la igualdad sexual hoy, finalmente, la ha logrado en los campos de batalla. Solo que no es, exactamente, la igualdad que imaginaba. Las imágenes de los ataques  suicidas de mujeres musulmanas  y  de mujeres norte americanas torturando y matando  horrorizan y fascinan. Son estas imágenes las que han  reabierto una vez más el debate de la igualdad de los sexos.

Los conservadores, siempre sospechosos del feminismo, sugieren que el sadismo de la mujer  es  responsable de estos actos, sadismo  que no es casual, sino la norma. El abuso de Abu Ghraib, dicen, fue el resultado de la cultura feminista  porque esta resiente la actitud islámica de los hombres hacia la mujer y el trato  que ellas ejercen en los prisioneros es una forma de revancha. La mujer no es mejor que el hombre. A través de la historia, cuando han tenido la oportunidad, han mostrado ser tan capaces como los hombres para abusar  brutalmente del poder. Si no lo habíamos visto con frecuencia es solo porque no habían tenido la oportunidad. Tristemente las mujeres han probado ser iguales al hombre.

El uso de las mujeres como “armas letales”, dice  la feminista Kelly Oliver,  le ha permitido a las fuerzas norteamericanas disponer  de nuevas formas de torturas para ablandar a los prisioneros islámicos antes de ser interrogados. Para una cultura musulmana fundamentalista forzar a los hombres a interactuar con mujeres desnudas y presenciar  la parodia de actos sexuales es profundamente humillante. El sexo y el efecto que este tiene sobre estos hombres ha sido el medio que les ha permitido a los invasores fusionar el abuso físico y sexual,  el abuso religioso y cultural. Una combinación destructiva que ha sido parte de la estrategia militar en las interrogaciones en la base de Guantánamo y los lugares secretos de interrogacion.  En  los manuscritos del sargento Eric Saar obtenidos por la prensa se describen  interrogadoras semi desnudas, actitudes   provocativas, caricias sexuales y  flujo menstrual falso como tácticas sexuales para quebrar a los prisioneros, incluyendo a los más resistentes. Es el flujo menstrual, en especial,  el que se ha transformado en la técnica preferida  de interrogación secreta, por extraño que esto parezca. En las culturas patriarcales, como la historia indica, el flujo menstrual esta rodeado de tabúes porque representa lo sucio y abjecto. Según la literatura  psicoanalítica  el flujo menstrual es percibido por el hombre patriarcal como una amenaza  porque, al representar el poder creativo de la mujer, provoca intenso temor

En el occidente, por centurias, el temor a la mujer y la sexualidad femenina ha estado presente en la cultura literaria y científica al igual que en el discurso popular.  Las imágenes cinematográficas de la mujer fatal seduciendo al hombre para llevarlo a la muerte  o la pornografía sádica exhibiendo mujeres con látigos y correas son imágenes que representan la sexualidad femenina  como un instinto  potente y mortal  similar al instinto de la “viuda negra”. Estas fantasías culturales  no son solo un fenómeno  reciente, sino que han formado parte de la imaginación social, en diferentes formas, por miles de años.  Lo que hoy es inquietante es el hecho de que la combinación bélica de la sexualidad femenina y las creencias religiosas  le ha agregado un giro bastante siniestro. La sexualidad femenina, semejante a una toxina natural, ahora  puede ser usada como  táctica de guerra  por su asociación con los peligros naturales.

Según  un diario londinense, reporteando las acciones de las mujeres suicidas palestinas de la epoca de la Intifada,  dice que ellas llevan una vida  anónima cubierta por el velo, pero cuando salen a matar pueden peinarse con una cola de caballo y lucir una sonrisa atractiva. La pesadilla de Israel. Una bomba suicida más mortal que el hombre. Un comandante  Jihad islámico decía en el 2003 que habían descubierto que el cuerpo de  sus mujeres podía ser una ventaja mas a ser utilizada, un arma secreta, una potente bomba de precisión en la lucha en contra de la maquina de guerra imperialista. Curiosamente las restricciones patriarcales se aflojan cuando ellas van a morir por Ala. Como dijo una vez Yasser Arafat a un grupo de mujeres en Ramallah en el 2002 “las mujeres y los hombres son iguales…Ustedes son mi regimiento de rosas que aplastara a los tanques israelíes”. La imagen de la precisión de la bomba femenina  combina la retórica de la tecnología y la naturaleza con el fin de  producir  medios bélicos más destructivos que los masculinos.

¿No es el caso que las mártires nuevamente  ponen de manifiesto las viejas asociaciones entre la mujer y la muerte? Es esta grotesca  yuxtaposición de vida y muerte, de jóvenes muchachas torturando, matando y matándose la que  desconcierta y horroriza ¿Cómo la feminidad puede dar origen a tal brutalidad? ¿Cómo las poseedoras de la fertilidad pueden transformarse en maquinas asesinas?

La apropiación de la retórica de la igualdad no es nada nuevo y por cientos de años  se ha usado, cuando es conveniente, en las intervenciones imperialistas. Los ingleses  para ocupar Egipto al final del siglo XIX, los franceses para mantener el dominio colonial en Algeria y hoy día para liberar a las mujeres en Irak y Afganistán. Laura Bush en un discurso radial decía que gracias a la intervención militar  las mujeres afganistanas ya no eran prisioneras en sus casas.  Pero, no nos equivoquemos. Si el patriarcalismo cristiano y musulmán usa los derechos y la igualdad de la mujer en su retórica es solo porque les presta un aura progresista.

El periodista Nicholas Kristof, durante la guerra de Irak, escribía que en el mundo musulmán las nociones de caballerosidad hacen que el más feroz de los combatientes  se refrene de disparar a un soldado mujer por lo que no era extraño que  los periodistas le pidieran a una mujer que se sentara al lado de ellos cuando transitaban la carretera… ¿No  es esto la construcción de la mujer  como un  arma, no solo ofensiva como en Guantánamo y Siria, sino también defensiva, capaz de proteger al hombre? Las acciones militares  en el Medio Oriente, sin lugar a dudas,   han colocado a la mujer  en el centro de la retórica bélica  al describirlas como heroínas, chivos expiatorios, victimas, torturadoras, oprimidas o vengadoras. Aquí uno podría decir que la lucha feminista  no es solo ideológica, sino también material. 

Las mujeres que han luchado por liberarse de las viejas restricciones que las definen puramente en términos de procreación biológica quieren discursos que le proporcionen nuevas justificaciones que vayan  más allá de la procreación. Discursos que promuevan el paso de lo biológico a lo biográfico. El lugar que la retórica  bélica les asigna hoy día no es lo que tenían en mente.


Nieves y Miro  Fuenzalida.

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