El loco y la
gallina.
¿No es el caso
que, de una u otra manera, todos hemos tenido alguna experiencia con el hecho
de que no basta saber o hacer algo para que este saber sea objetivo? La institución
social, el registro simbólico, también
debe reconocerlo. El filosofo Zizek una vez ejemplifico esto con el viejo chiste del loco
que pensaba que era un grano de maíz. Después de haber sido curado y enviado a
su casa, retorna a la institución mental y explica sus miedos al psiquiatra...
“Encontré
una gallina en el camino, doctor, y tuve
pánico de que me fuera a comer” El doctor, sorprendido, le responde... ¿“Pero, cual es
el problema ahora? Tu sabes que no eres un grano de maíz, sino un ser
humano que no puede ser tragado por una gallina”. A lo que el loco responde... “Si, yo se que ya no soy un grano de maíz...
¿pero lo sabe la gallina?”
Esta historia ingenua,
al parecer sin sentido, no lo es tanto si reemplazamos “grano”por alguna característica
que determina nuestra identidad social (“Licenciado en Arte”, “Escritor”, “Critico
literario”, “Poeta”, “Actor”…) “Lo siento, no he sido apropiadamente informada
de este cambio. Para mí, todavía eres un grano de maíz... Gulp!”.
El momento en el
cual una característica, un conocimiento, una obra, una identidad o un decreto pasan a ser operativos, dice
Zizek, es cuando es registrado por algún orden
institucional, esto es, inscrito en la estructura social. La religión
nos proporciona ejemplos vividos de esta brecha entre mera existencia y su apropiada
inscripción o registracion simbólica. Los niños que mueren, por ejemplo, antes
de ser cristianizados no se les permite ser enterrados en terreno consagrado,
porque no han sido propiamente inscritos
en la comunidad de creyentes. La cosa curiosa aquí, dice Zizek, reside en el
hecho de que cuando el orden institucional nos confronta con la elección de...
¿“A quien vas a creer, a mis palabras o a tus ojos”?... elegimos la palabra del
“orden simbólico” sin trepidación en desmedro del testimonio de nuestros
propios ojos... yo se que no soy un
grano de maíz... ¿pero lo sabe ella? Alguien no es poeta hasta que sus poemas
no hayan recibido la aprobación del crítico, publicados y propiamente ubicados
dentro de una tradición o escuela literaria. El ciclista más rápido del mundo
no lo es hasta que es reconocido por la
“Asociación Internacional de Ciclistas” o alguna institución semejante. No
importa cuan hábil, inteligente y exitoso un abogado pueda ser. Si detectamos
que sus credenciales son fraudulentas su estatus cambia de inmediato al de charlatán.
Una novela o un poema no son tales si el
critico de turno, la casa editorial o el circulo de escritores no los reconocen
como tal. Con lo que estamos tratando aquí es con una ficción simbólica, pero
una ficción que por razones contingentes, que no tienen nada que ver con
nuestra estructura inherente, posee un poder que es socialmente operativo y
estructura la realidad simbólica en la cual cada uno de nosotros participa. La ubicación
de una persona, incluyendo sus características reales, puede aparecer en una
luz completamente diferente en el momento en que la modalidad de su relacion
con la Institucionalidad cambia. En la vieja tradición uno estaba
compuesto de cuerpo y alma. En los tiempos modernos, de cuerpo alma y carnet de
identidad. En nuestra era pos-moderna de
cuerpo, alma, carnet de identidad y tarjeta de crédito.
Y… a propósito…
¿no es hoy la comunidad virtual una de aquellas caras del “Orden Simbólico” en
donde, con mayor o menor desesperación, tratamos de registrar/inscribir aquello
que creemos o fantaseamos ser?
Nieves y Miro
Fuenzalida
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