Saturday, March 12, 2016

El loco y la gallina.



El loco y la gallina.

¿No es el caso que, de una u otra manera, todos hemos tenido alguna experiencia con el hecho de que no basta saber o hacer algo para que este saber sea objetivo? La institución social, el registro simbólico,  también debe reconocerlo. El filosofo Zizek una vez  ejemplifico esto con el viejo chiste del loco que pensaba que era un grano de maíz. Después de haber sido curado y enviado a su casa, retorna a la institución mental y explica sus miedos al psiquiatra...

 “Encontré una gallina en el camino, doctor,  y tuve pánico de que me fuera a comer”  El doctor,  sorprendido, le responde... ¿“Pero, cual es el problema ahora? Tu sabes que no eres un grano de maíz,  sino un ser humano que no puede ser tragado por una gallina”. A lo que el loco responde...  “Si, yo se que ya no soy un grano de maíz... ¿pero lo sabe la gallina?” 

Esta historia ingenua, al parecer sin sentido, no lo es tanto si reemplazamos “grano”por alguna característica que determina nuestra identidad social (“Licenciado en Arte”, “Escritor”, “Critico literario”, “Poeta”, “Actor”…) “Lo siento, no he sido apropiadamente informada de este cambio. Para mí, todavía eres un grano de maíz... Gulp!”.

El momento en el cual una característica, un conocimiento, una obra, una identidad  o un decreto pasan a ser operativos, dice Zizek, es cuando es registrado por algún orden  institucional, esto es, inscrito en la estructura social. La religión nos proporciona ejemplos vividos de esta brecha entre mera existencia y su apropiada inscripción o registracion simbólica. Los niños que mueren, por ejemplo, antes de ser cristianizados no se les permite ser enterrados en terreno consagrado, porque  no han sido propiamente inscritos en la comunidad de creyentes. La cosa curiosa aquí, dice Zizek, reside en el hecho de que cuando el orden institucional nos confronta con la elección de... ¿“A quien vas a creer, a mis palabras o a tus ojos”?... elegimos la palabra del “orden simbólico” sin trepidación en desmedro del testimonio de nuestros propios  ojos... yo se que no soy un grano de maíz... ¿pero lo sabe ella? Alguien no es poeta hasta que sus poemas no hayan recibido la aprobación del crítico, publicados y propiamente ubicados dentro de una tradición o escuela literaria. El ciclista más rápido del mundo no lo es hasta que  es reconocido por la “Asociación Internacional de Ciclistas” o alguna institución semejante. No importa cuan hábil, inteligente y exitoso un abogado pueda ser. Si detectamos que sus credenciales son fraudulentas su estatus cambia de inmediato al de charlatán.  Una novela o un poema no son tales si el critico de turno, la casa editorial o el circulo de escritores no los reconocen como tal. Con lo que estamos tratando aquí es con una ficción simbólica, pero una ficción que por razones contingentes, que no tienen nada que ver con nuestra estructura inherente, posee un poder que es socialmente operativo y estructura la realidad simbólica en la  cual cada uno de nosotros participa. La ubicación de una persona, incluyendo sus características reales, puede aparecer en una luz completamente diferente en el momento en que la modalidad de su relacion con  la Institucionalidad  cambia. En la vieja tradición uno estaba compuesto de cuerpo y alma. En los tiempos modernos, de cuerpo alma y carnet de identidad. En nuestra era  pos-moderna de cuerpo, alma, carnet de identidad y tarjeta de crédito.

Y… a propósito… ¿no es hoy la comunidad virtual una de aquellas caras del “Orden Simbólico” en donde, con mayor o menor desesperación, tratamos de registrar/inscribir aquello que creemos o fantaseamos ser?


Nieves y Miro  Fuenzalida

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