Tuesday, December 22, 2015

El mito de la encarnación

                                                                         
 De alguna manera se podría decir que  el nacimiento de Cristo y su celebración es la respuesta cristiana al problema  de la relacion entre lo Universal y lo Particular.

En  occidente  se puede  notar  que desde largo tiempo existe  la creencia  de que hay una línea  que separa lo Universal de lo Particular y  lo Universal es  accesible a la razón. Este es el ambito en el  que se movió, por ejemplo, la Filosofía Clásica Antigua. O lo particular realiza en si mismo lo Universal, es decir, se elimina a si mismo como Particular y se transforma en un medio transparente a través del cual lo Universal opera.  O niega lo Universal al afirmar su particularidad.  El problema es que en este ultimo caso lo Particular es lo puramente irracional, lo que no tiene identidad propia y  únicamente puede existir como corrupción del ser.

La llegada del cristianismo, dice  el argentino Laclau, inaugura  una nueva relacion entre lo Universal y lo Particular.  Aquí, al igual que antes,  también existe un punto de vista que implica totalidad, pero este no es el nuestro, sino el  de Dios y solo  el de Dios, de tal manera que no es accesible a la razón humana. Lo Universal pasa a ser  un puro evento dentro de una sucesión escatológica, accesible solo a través de la revelación... ¿no es esta una concepción enteramente diferente de la relacion entre estos dos términos? La línea divisoria en el crisianismo ya no es, como en el pensamiento clásico griego, entre racionalidad e irracionalidad, entre una capa profunda y una capa superficial, entre lo que percibimos y lo que es  dentro de las cosas. Esta línea, por el contrario,  la encontramos en el cristianismo entre dos series de eventos... aquellos que pertenecen a la sucesión finita y contingente y aquellos que forman  parte de la serie escatológica. Debido al hecho de que los designios de Dios son inescrutables, las capas mas profundas no pueden constituir un mundo atemporal de formas racionales, sino una sucesión temporal de eventos esenciales que son opacos a la razón humana. Y, porque cada uno de estos momentos universales tiene que realizarse a si mismo en una realidad finita que no tiene medida común con ellos, la relacion entre los dos órdenes también es opaca e incomprensible. El nacimiento de Cristo es uno de estos eventos. Y el nombre que recibe este tipo de relacion es el de encarnación. Dios es el mediador único y absoluto. Una lógica sutil que ha tenido una profunda influencia en la tradición intelectual  del occidente dando origen a la idea del "agente privilegiado de la historia" (la iglesia y su burocracia sacerdotal, por ejemplo), agente cuyo cuerpo particular ha sido la expresión de una universalidad que lo transciende.

 ¿No son, igualmente,  las varias formas de euro centrismo los efectos lejanos de esta lógica de la encarnación?

En cierto sentido se podria decir que si, pero con una diferencia. La famosa Modernidad, en su punto más álgido, intento interrumpir la lógica de la  encarnación. Dios, como la fuente absoluta de todo lo existente fue reemplazado, en su función de garantizador universal,  por la razón, la misma que encontramos en la Grecia clasica antes del cristianismo.  La razon, como fuente y base de nuestro pensamiento tiene una lógica propia que es muy diferente de aquella que proviene de la intervención divina. De partida los efectos racionales tienen que ser completamente trasparentes para la razón humana. Y, obviamente, este requisito es completamente incompatible con la lógica de la encarnación. Si todo tiene que ser transparente para la razón, la conexión entre lo Universal y el cuerpo que lo encarna también tiene que serlo... por tanto, la inconmensurabilidad entre lo Universal que va a ser encarnado y el cuerpo que lo encarna tiene que ser eliminada. Tenemos que postular un cuerpo que, en y por si mismo, es lo Universal.

La completa asimilación y desarrollo de las implicaciones que esto contiene, dice  Laclau, llevo varias centurias que van desde Descartes  a Hegel y Marx. Con ellos llegamos a la completa afirmación de la transparencia total de la realidad para la razón. El cuerpo del proletariado, clase universal para Marx por ejemplo, ya no es un cuerpo particular en el cual una universalidad externa a él tiene que ser encarnada. Por el contrario,  el proletariado es un cuerpo en el que la distinción entre lo Particular y lo Universal se cancelan, erradicando con ello la necesidad de toda encarnación.

Una dificultad, sin embargo, permanece en este racionalismo universalista. Lo Universal ha encontrado su propio cuerpo, pero, este todavía es un cuerpo contaminado con lo particular.  La cultura europea del siglo XIX es un buen ejemplo. Esta es  una cultura particular que  se presenta como la expresión de la esencia universal. La cuestión crucial aquí es el hecho de que no habiendo medios intelectuales para distinguir entre el particularismo europeo y las funciones universales que se supone expresa, este construye su identidad a través de la cancelación de la lógica de la encarnación, universalizando su propia particularidad. Es así como la expansión del imperialismo europeo finalmente se presenta como una función civilizadora, progresista y modernista. La resistencia por parte de otras culturas  el eurocentrismo la define como parte de una lucha entre lo Universal, que es  Europa y lo Particular, que son las otras naciones y pueblos,  y no como luchas entre diferentes particularidades y culturas. Los otros representan pueblos sin historia, sin la capacidad de representar lo universal. La expresión práctica de esta argumentación se ha expresado en una variada gama de darwinismos sociales y    versiones más "progresistas", como también, en la creencia de que la tarea civilizadora de Europa (o, mejor dicho, de  la Unión Europea) finalmente culminara con el establecimiento de una sociedad universalmente libre.

La conclusión de toda esta historia pareciera ser la  de que un abismo inevitable existe entre lo Particular y lo Universal. Este último no es más que lo Particular que en un momento dado se transforma en dominante,  en imposición totalitaria haciendo imposible la reconciliación social. Si hoy miramos el espectáculo de la lucha social y política solo vemos la proliferación de particularismos en donde el punto de vista de lo Universal se percibe cada vez mas como un fin o anhelo regresivo y totalitario.  Pero, igualmente  la afirmación de un puro particularismo tampoco es la respuesta o la solución a los problemas que encaran las sociedades contemporáneas... lo que  queda es volver a   re-pensar la relacion  entre uno y otro.


 Nieves y Miro  Fuenzalida.

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