Wednesday, January 7, 2015

Kant y Bin Laden.


 Kant decia que el hecho de que el mundo este penetrado por la maldad es tan viejo como la historia misma. Más viejo que la poesía. En verdad, tan viejo como la religión sacerdotal, la mas antigua de todas las ficciones. Según él deberíamos entender este juicio (el de la maldad, el hecho de que el ser humano es un ser malvado) como un hecho indisputable. Y que tal inclinación corrupta esta  enraizada en el hombre no necesita ser probada formalmente considerando la multitud de ejemplos que la acción humana pone frente a nuestros ojos. La tesis latente en estas afirmaciones es la del "Mal Radical", la de que la posibilidad de elegir la Maldad sobre el Bien se encuentra en  la noción misma de la subjetividad humana.   

En contraste con las creencias modernistas que exoneran la subjetividad humana y desplazan el mal a la historia, la sociedad, los impulsos inconscientes o las leyes de la herencia, Kant, no solo reconoce la existencia del Mal, sino que  también llama a reconocer que el mal es parte de nuestro hacer personal por el que tenemos que responder.

Este reconocimiento de una "tendencia hacia el Mal", inesperadamente introducida por Kant en un texto de 1792, pareciera contradecir todo su trabajo previo en su celebración de la libertad y voluntad humana y no fue bien recibido por sus contemporáneos.  Para nosotros, en cambio,  tiene plena relevancia en un tiempo en donde el otro lado del Bien se revela en  las masacres de la población civil del siglo pasado y su nueva versión fundamentalista en los inicios del siglo XXI y la politica de la tortura.

La tesis de Kant, aunque luego  se nego a extraer todas las consecuencias de ella, es concebir el Bien y el Mal como dos fuerzas positivas opuestas, contrarias.  La intencion de Kant era la de socavar la noción tradicional del Mal que lo veia como carente de consistencia ontológica positiva, es decir, como  mera ausencia del Bien. Si el Bien y el Mal son contrarios, entonces, lo que se opone al Bien tiene que ser una contra fuerza positiva y no solo nuestra ignorancia o nuestra falta de conocimiento de la verdadera naturaleza del Bien.

¿Cuál es la evidencia de la existencia de esta contra fuerza?  El hecho de que experimentamos la Ley moral como una obligacion y  sacrificio, como una agencia externa que ejerce una presión insoportable en el centro mismo de nuestra auto-identidad. Algo debe haber en la naturaleza misma del yo que le da preferencia a los intereses narcisistas  y sadicos por sobre la Ley moral… ¿Cierto?... Por eso, dice Kant, el "Mal Radical" debe ser concebido como un a priori (no como algo solamente empírico y contingente) que se expresa a si mismo en diferentes formas y grados.

¿Y como concebimos el Mal?  Su  forma mas  moderada se expresa en la excusa de la llamada "debilidad de la naturaleza humana"...  Si, ya se cual es mi deber, lo tengo bastante claro, pero no puedo acumular la fuerza suficiente para hacer lo que debo hacer y no caer en tentaciones”. Lo que encubre esta actitud es el gesto de auto-objetivación... mi "disposición natural" determina mi conducta solo en tanto la reconozco, pero  su reconocimiento  me hace responsable de ella. Es esta responsabilidad la que esta  forma del Mal evade.

La otra forma del Mal, opuesta y mucho más peligrosa, es su inversión. Aquí el sujeto reclama actuar en nombre del deber, de estar motivado solamente por consideraciones éticas, cuando en verdad lo que lo guía son consideraciones  personales... ¿No es este el caso de las Fuerzas del Orden que brutalmente masacran la población civil en nombre de la seguridad estatal o del profesor que atormenta a sus estudiantes alegando que lo hace para desarrollar un carácter moral cuando en realidad el verdadero exceso, de uno y otro, esta al servicio de impulsos sadisticos? Aquí el goce se disfraza con el deber que emana del orden legal del cual el es solo un humilde servidor.  El auto-engaño, en estos casos, es de tal profundidad  que el sujeto confunde los contornos mismos del deber.

Pero, la peor forma del Mal se da cuando el sujeto pierde totalmente su sentido interior, su relacion interna hacia el deber en tanto agente moral y percibe lo moral como un simple conjunto de normas externas, de obstáculos que la sociedad construye para refrenar la orientación de los intereses egotisticos. Es en esta forma que las nociones mismas del Mal y el Bien pierden su sentido y si el sujeto sigue las normas morales es solo para evitar sus consecuencias desagradables. Cada vez que pueda burlarse de ellas sin ser cojido, tanto mejor. Y si se da el caso  que es sorprendido cometiendo una crueldad o un acto inmoral, la respuesta común es... no he quebrado ninguna ley por lo tanto  no me molesten.

Estas son las tres formas del Mal que Kant distingue.  La cuarta, que él llama  "Mal Diabólico",  la excluye, a pesar de que es la mas interesante. Este es el Mal que asume su forma contraria.  En lugar de oponerse al Bien se transforma en su contenido mismo,  a diferencia del "Mal Radical". Allí el Mal también asume la forma del Bien, comocuando el torturador dice “ solo sigo las normas”. Pero esta complacencia es solo un simple caso de motivación “patologica” en el sentido kantiano de puro interes personal que, a través del auto-engaño, la confunde con el cumplimiento del propio deber. En el "Mal Diabólico" el ímpetu de la actividad que lo promueve no es egoista. Su orientación es independiente y muchas veces en contra de los propios  intereses personales y la propia vida... ¿No es este el caso de Bin Laden y el extremismo fundamentalista?... Ellos realmente actúan en búsqueda de lo que perciben como virtud y  están preparados a arriesgar todo, incluso la muerte, en la realización de esta virtud. Sus  acciones destructivas  no están al servicio de un placer o interés personal. Están al servicio de la Ley Moral... del cumplimiento de un deber ético y de obligaciones superiores... "Ala es el Bien y lo que hacemos es en el nombre de Ala, por amor a Ala... bendita sea la voluntad de Ala". Similarmente, en un contexto históricamente diferente, Adolf Eichman, que administro la Solución Final, declaro en favor de su defensa que al llevar fehacientemente a cabo su deber solo implementaba los preceptos morales kantianos. Una y otra vez le dijo a la policía y a la Corte que él, junto  con obedecer órdenes,  también obedecía la Ley, dando una definición aproximadamente correcta del imperativo categórico (H. Arendt, "Herman en Jerusalén"). A pesar de sus especiales razones biográficas por gustarles los judíos, él consideraba sus actos moralmente responsables solo en tanto estos actos negaban, más bien que actualizaban, su voluntad. En otras palabras, actúa de acuerdo al Imperativo Categórico... solo que el Imperativo Categórico, en este caso, era el del Tercer Reich... actúa de tal manera que si el Fuhrer conociera tus acciones, las aprobaría.

Aquí la ironia esta, no en el hecho de que los principios no son suficientemente convincentes para detener la voluntad de transgresión, si no en el hecho de que hay algo en el principio kantiano mismo que pareciera permitirle a un Eichman caer en esta distorsión particular. Y el escándalo mayor es que no hay nada en la estructura misma de la Ley, concebida en la línea kantiana, que permita evitar esta distorsión. Si la lucha moral es concebida como el conflicto entre dos fuerzas positivas opuestas, en lucha por su mutua aniquilación, se hace posible que una de las fuerzas -- el Mal -- no solo se oponga a la otra para aniquilarla, sino también, que la socave desde dentro al asumir la forma misma de su opuesto. El Mal disfrazado de Bien. Cuando Kant se aproximo a esta posibilidad con su noción del "Mal Diabólico" rápidamente la rechazó como un objeto horrendo, rehusándose a extraer las consecuencias ultimas de su propia hipótesis... la elección del "Mal Diabólico" no es motivada por deseos egoistas, por placer o por interés personal. Por el contrario, su elección original constituye un acto puramente ético, un deber. El Mal elevado a  principio... lo impensable en la ética kantiana es que un puro acto de Maldad y un puro acto de Bondad poseen exactamente la misma estructura.

La objeción que se le ha hecho a Kant a esta altura de su argumentación no es la de que conciba la extrema Maldad en los mismos términos que la Bondad. El problema es que no se atreve a reconocer y aceptar la identidad estructural que hay en ellos. Implícita en su concepción esta la idea de que la estructura formal de un acto ético no presupone como contenido ninguna noción especifica del Bien. Solo se limita a definir su estructura. El Bien no es más que el nombre de la estructura formal de la acción. No su contenido.

La   paradoja fundamental de la ética  yace en el hecho de que para fundar una ética ya tenemos que presuponer, de alguna manera, una cierta ética, o lo que es lo mismo, una cierta idea del Bien. El proyecto completo de la ética kantiana es el intento de evitar esta paradoja mostrando que la Ley moral se basa solo en si misma y que el Bien  viene después de la Ley moral. El problema es que el intento tiene un precio. El Imperativo Categórico, a pesar de su carácter, es demasiado impreciso, demasiado abierto… ¿como puedo decidir si la máxima de mi acción puede sostenerse como un principio capaz de proveer una Ley Universal si no acepto la presuposición de que originalmente estoy guiado por alguna noción universalmente aceptable del Bien? En otras palabras... desde el momento  en que no hay un criterio a priori de Universalidad cualquier cosa puede ser transformada en una declaración universal. El lugar del Bien  es temporalmente llenado por un contenido particular cuya dimensión universal es siempre contingente. Ala o el Fuhrer.

El escándalo de la ética kantiana es que de acuerdo a su lógica y estructura el imperativo ético se puede aplicar estrictamente tanto a las acciones de Eichman y a las de Bin Laden y hoy dia al descabesamiento de Isis..."actúa de tal manera que si el Fuhrer conociera tus acciones, las aprobaría". Si reemplazamos Fuhrer por Dios (o Ala), obtenemos un Imperativo Categórico que es mucho mas aceptable en nuestra cultura..."actúa de tal manera que si Dios (Ala) conociera tus acciones las aprobaría". Lo que hacemos, lo hacemos en su nombre.


Nieves y Miro  Fuenzalida

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