Comunmunmente se
ve a la Literatura, la Pintura o la
Música como un medio para representar el
mundo, expresar una visión ideológica o
disfrutar de la similaridad de nuestras experiencias ¿Pero, que tal si vemos el Arte como ua agudizacion de la experiencia, un desequilibrio del sentido común? ¿Cómo un hacer en lugar de un ser? ¿Sumergirnos en los posibles mundos que la
obra invita a imaginar?
El Arte no es filosofía, ni ciencia, ni política,
ni religión. Eso es lo que hace la
teoría, la metodología empírica, las prácticas políticas y el sermón. La teoria
crea conceptos y plantea problemas
que permiten una orientación o dirección al pensamiento y la acción. El Arte, dice Deleuze, crea afectos y percepciones que son liberadas
de los cuerpos que los experimentan. Pensemos, por ejemplo, en la obra de Harol
Pinter... ¿no fue este autor el gran creador del “aburrimiento”? Largas pausas en el dialogo, dos personajes
que intercambian preguntas, mas bien que preguntas y respuestas o interacciones
que parecen no tener referencias ni direcciones. No es que la obra o los
personajes sean aburridos. Lo que vemos es el aburrimiento de la vida burguesa.
El aburrimiento es creado como un afecto general. Somos introducidos al “aburrimiento”.
En la misma forma podemos pensar la obra de Stephen King. Sus cuentos y novelas
no nos introducen a una representación del mundo. Nos introducen a la
experiencia del miedo y del terror. Es esta creación de afectos
impersonales, afectos desprendidos del cuerpo la que capacita al Arte para
desentrañar el orden de la experiencia cuotidiana.
La opinión prevalente, de la que todos
participamos, es creer que simplemente hay un mundo común compartido a través
del lenguaje (información y comunicación) y un sentido común a través del cual
el pensamiento adquiere su forma correcta. Presumimos que hay una directa
relación entre afecto y concepto, entre lo que vemos y lo que decimos, entre lo
sensible y lo inteligible. Es como si el mundo fuera finalmente traducido a un
lenguaje y a una experiencia que todos compartimos. A partir de un complejo
flujo de percepciones tendemos a percibir solo objetos reconocidos y repetidos.
No percibimos las pequeñas diferencias que constituyen el flujo del tiempo.
Vemos esto como la extensión de un objeto que es lo mismo. Nos consideramos a
nosotros mismos como sujetos con una identidad más que como un flujo de
percepciones. Cuando percibimos datos como colores, sonidos o texturas los
subordinamos a conceptos cuotidianos. La
obra de Arte, dice Deleuze, funciona en otra dirección. Desprende del flujo
ordenado de percepciones su singularidad. No podemos asumir que toda forma de
Arte provenga de un fundamento común. Pero, lo que si podemos reconocer es que
el Arte no es acerca del conocimiento, proveedor de significado o información.
Una obra artística puede tener significado o expresar un mensaje, pero lo que
la transforma en Arte no es su contenido. Es su afecto, la fuerza sensible o el estilo a
través del cual produce su contenido ¿Por qué, por ejemplo, pasaríamos dos horas
mirando una película o escuchando poesía si todo lo que quisiéramos de ello
fuera la historia o la moral del mensaje? Nuestras mentes no son solo máquinas
de información o comunicación. Son, también, maquinas de deseos y afectos y el Arte puede abrirnos a nuevas
posibilidades de afectos, nuevas experiencias, nuevos deseos.
La Ciencia fija
el mundo en un “estado de cosas” observables. La Filosofía crea conceptos que
no están dirigidos tanto a representar el mundo como a producir nuevas formas
de pensar y responder a problemas. El Arte, dice Deleuze, crea afectos y
percepciones, sentimientos o imágenes libres de la organización o interés del
sujeto. No se
trata se sumar la Filosofía, la Ciencia y todo lo que sentimos para luego expresarlo a través del Arte para arribar a una imagen
coherente del mundo. No hay un mundo único que luego es representado por la
Ciencia, la Filosofía o el Arte. Existe el mundo de la Ciencia constituido por
funciones, leyes y “estado de cosas”. La Filosofía crea un mundo de conceptos.
El Arte crea un mundo de afectos y percepciones. El mundo no es algo que este
simplemente fuera del pensar esperando a ser representado. El hecho es que no
podemos separar el pensamiento de la vida, o el acto de pensar el mundo del
mundo mismo. Cada forma de pensar crea
sus propios mundos.
Nieves y Miro Fuenzalida.
Nieves y Miro Fuenzalida.
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