Saturday, December 27, 2014

Arte y representacion


Comunmunmente se ve  a la Literatura, la Pintura o la Música  como un medio para representar el mundo,  expresar una visión ideológica o disfrutar de la similaridad de nuestras experiencias ¿Pero,  que tal si vemos el Arte como ua  agudizacion de la experiencia,  un desequilibrio del  sentido común?  ¿Cómo un hacer en lugar de un ser?  ¿Sumergirnos en los posibles mundos que la obra invita a imaginar?

 El Arte no es filosofía, ni ciencia, ni política, ni religión. Eso es lo que hace  la teoría, la metodología empírica, las prácticas políticas y el sermón.   La teoria  crea conceptos  y plantea problemas que permiten una orientación o dirección al pensamiento y la acción.  El Arte, dice Deleuze,  crea afectos y percepciones que son liberadas de los cuerpos que los experimentan. Pensemos, por ejemplo, en la obra de Harol Pinter... ¿no fue este autor el gran creador del “aburrimiento”?  Largas pausas en el dialogo, dos personajes que intercambian preguntas, mas bien que preguntas y respuestas o interacciones que parecen no tener referencias ni direcciones. No es que la obra o los personajes sean aburridos. Lo que vemos es el aburrimiento de la vida burguesa. El aburrimiento es creado como un afecto general. Somos introducidos al “aburrimiento”. En la misma forma podemos pensar la obra de Stephen King. Sus cuentos y novelas no nos introducen a una representación del mundo. Nos introducen a la experiencia del miedo y del terror. Es esta creación de afectos impersonales, afectos desprendidos del cuerpo la que capacita al Arte para desentrañar el orden de la experiencia cuotidiana.

 La opinión prevalente, de la que todos participamos, es creer que simplemente hay un mundo común compartido a través del lenguaje (información y comunicación) y un sentido común a través del cual el pensamiento adquiere su forma correcta. Presumimos que hay una directa relación entre afecto y concepto, entre lo que vemos y lo que decimos, entre lo sensible y lo inteligible. Es como si el mundo fuera finalmente traducido a un lenguaje y a una experiencia que todos compartimos. A partir de un complejo flujo de percepciones tendemos a percibir solo objetos reconocidos y repetidos. No percibimos las pequeñas diferencias que constituyen el flujo del tiempo. Vemos esto como la extensión de un objeto que es lo mismo. Nos consideramos a nosotros mismos como sujetos con una identidad más que como un flujo de percepciones. Cuando percibimos datos como colores, sonidos o texturas los subordinamos  a conceptos cuotidianos. La obra de Arte, dice Deleuze, funciona en otra dirección. Desprende del flujo ordenado de percepciones su singularidad. No podemos asumir que toda forma de Arte provenga de un fundamento común. Pero, lo que si podemos reconocer es que el Arte no es acerca del conocimiento, proveedor de significado o información. Una obra artística puede tener significado o expresar un mensaje, pero lo que la transforma en Arte no es su contenido. Es  su afecto, la fuerza sensible o el estilo a través del cual produce su contenido  ¿Por qué, por ejemplo, pasaríamos dos horas mirando una película o escuchando poesía si todo lo que quisiéramos de ello fuera la historia o la moral del mensaje? Nuestras mentes no son solo máquinas de información o comunicación. Son, también, maquinas de deseos y afectos  y el Arte puede abrirnos a nuevas posibilidades de afectos, nuevas experiencias,  nuevos deseos.

La Ciencia fija el mundo en un “estado de cosas” observables. La Filosofía crea conceptos que no están dirigidos tanto a representar el mundo como a producir nuevas formas de pensar y responder a problemas. El Arte, dice Deleuze, crea afectos y percepciones, sentimientos o imágenes libres de la organización o interés del sujeto.   No  se trata se sumar la  Filosofía, la Ciencia  y todo lo que sentimos para luego  expresarlo  a través del Arte para arribar a una imagen coherente del mundo. No hay un mundo único que luego es representado por la Ciencia, la Filosofía o el Arte. Existe el mundo de la Ciencia constituido por funciones, leyes y “estado de cosas”. La Filosofía crea un mundo de conceptos. El Arte crea un mundo de afectos y percepciones. El mundo no es algo que este simplemente fuera del pensar esperando a ser representado. El hecho es que no podemos separar el pensamiento de la vida, o el acto de pensar el mundo del mundo mismo. Cada forma de pensar  crea sus propios mundos.

Nieves y Miro Fuenzalida.




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