Tuesday, January 29, 2013

El clima y la historia

Inmediatamente después de la Súper tormenta Sandy que devastó la costa atlántica de EEUU la antropóloga Shirley J. Fiske, profesora de la Universidad de Maryland, dirigió una carta abierta a los candidatos presidenciales recordándoles que son este tipo de cosas las que tenemos que esperar  con el calentamiento global y les llama a poner de vuelta  el cambio climático en la agenda política.

Hasta no hace mucho los  que se dedican a las cuestiones históricas o políticas  hablaban de las consecuencias del fin de la guerra fría y la desintegración de la Unión Soviética. Hoy día, como dice el historiador contemporáneo Chakrabarty (“The climate of history: four thesis”) de lo que se habla es de los procesos de globalización y el calentamiento global y su significado en la comprensión del mundo y la historia.

Si aceptamos la explicación antropogénica del presente cambio climático, y lo cierto es que  no hay razón para no hacerlo, la vieja distinción tradicional entre historia natural e historia humana tendrá que dejarse de lado. La idea del  humanismo modernista de que solo podemos tener conocimiento propio de las instituciones políticas y civiles que nosotros mismos creamos  ha sido parte del bagaje común de los dos últimos siglos. La naturalezaza no tiene interior por tanto los eventos que en ella ocurren son solo eso, meros eventos, actos sin agentes. La historia propiamente tal, en cambio, es la historia de los asuntos humanos y la labor del historiador es la de imaginar los pensamientos de los agentes que ejecutan las acciones sociales. Que una acción humana sea  histórica   o no depende de que es lo que la determina. Los impulsos y  los apetitos son parte de nuestra naturaleza animal y no de interés para el historiador. Su preocupación son las costumbres sociales que el ser humano crea con su propio  pensamiento porque ellas son las que mediatizan y satisfacen  los apetitos. Solo la historia de la construcción social del cuerpo, y no la historia del cuerpo como tal, puede ser estudiada. No hay necesidad de mezclar las dos. A través de todo el siglo XX, incluyendo el marxismo y los historiadores más materialistas, se continúa justificando la separación de la historia humana de la historia natural. El ambiente cambia, pero tan lentamente que la historia de la relacion del ser humano con el medio natural aparece como algo casi intemporal, como un trasfondo pasivo y silencioso a las narrativas históricas que no juega ningún papel activo en el moldeamiento de las acciones humanas, a pesar de los esfuerzos que Fernando Braudel hizo en su obra “Mediterráneo” para cambiar la conversación.

 La climatología contemporánea  ha empezado a presentar una imagen bien diferente en los últimos años. El calentamiento global nos ha obligado a reconocer que el clima y el ambiente natural pueden alcanzar un punto critico en donde lo que aparece como un aparente  trasfondo intemporal para la acción humana puede, de pronto, transformarse así mismo con tal rapidez que solo puede acarrear  consecuencias sociales devastadoras.

La historia natural y la historia humana, nota Chakrabarty,  presentan una visión  del ser humano bastante diferente. Para esta última,  el punto de partida es el agente humano. La primera, en cambio, propone la agencia biológica. El hombre antes que ser africano, cristiano o consumidor  es una entidad biológica. Y no hay momento en la historia en que no lo haya sido. Pero, los teoricos que escriben sobre la actual crisis climática van más allá al afirmar que el ser humano históricamente ha llegado a ser algo mucho más  que un simple agente biológico. Desde la revolución industrial es una fuerza geológica, individual y colectiva, capaz de cambiar los procesos físicos más básicos de la tierra como la química de la atmósfera, por ejemplo. No un mero agente natural, sino un verdadero agente geológico con una fuerza similar a la fuerza que en otros tiempos causo extinciones masivas. Si hay alguna duda solo miremos la actual perdida de la diversidad de especies cuya intensidad es similar a la que ocurrió 65 millones de años atrás  cuando desaparecieron los dinosaurios.

¿Estamos al final del Pleistoceno? Algunos científicos dicen que si y llaman  a reconocer el comienzo de una nueva era geológica. Paul Crutzen y Eugene  Stoermet,  Premios Nobel en química, dicen que debido al impacto global  de la actividad humana en la tierra y la atmósfera  seria más apropiado enfatizar el papel que  la especie humana tiene hoy en  la geología y ecología y llamar a la época geológica actual “Antropoceno” que, dicen, empezó en el siglo XVIII  de acuerdo a los análisis del hielo polar que es cuando comienza la  concentración global de dióxido de carbón y metano debido a la invención del motor a vapor y el desarrollo del capitalismo industrial. En el 2008 la Sociedad Geológica de América reconoce la nueva definición y fecha del Antropoceno para esta  nueva era geológica.  Es el momento en que la geología se enlaza con la historia, obligándonos a confrontar los resultados de nuestras acciones.

Los geólogos y climatólogos, dice Chacrabarty, pueden darnos una explicación de por que el actual calentamiento planetario es distinto de los que han ocurrido previamente. La crisis que se nos viene encima solo podemos comprenderla si  nos damos a la tarea de imaginar sus consecuencias. La crisis climatologica esta aquí y puede que exista mas allá del capitalismo como parte de la vida del planeta. Es cierto que el cambio climático tiene que ver profundamente con el capitalismo. Pero, una crítica que solo se centre en el capitalismo no es suficiente. Según Chakrabarty la única manera de entenderla es mirar el desarrollo  humano como parte de la historia de la vida de este planeta.  Una larga mirada hacia las profundidades de la  historia para comprendernos como especie y asegurarnos un  futuro. Si así lo hacemos la amenaza del calentamiento global se nos revela,   no como una amenaza a la geología del planeta, sino a las condiciones biológicas y geológicas que permiten la sobrevivencia de la vida humana tal como se desarrollo en el pleistoceno.  Ubicar históricamente la crisis del cambio climático requiere, por tanto, de la unión de estas dos diferentes actitudes  intelectuales  que tradicionalmente se han mirado con bastante desconfianza. En un influyente ensayo de 1995 “World history in a global age” los autores dicen, por ejemplo, que la humanidad ya no es solo una especie o una condición natural. Por primera vez, afirman, los humanos, colectivamente, nos hemos constituidos a nosotros mismos y adquirido la  responsabilidad  de nuestras vidas. Los científicos que favorecen la idea del Antropoceno, en cambio, están diciendo algo muy diferente. Para ellos, los humanos, al adquirir el estatus de fuerza geológica, se han transformado en una condición natural.

Si la revolución industrial es la que nos metió en el problema ¿porque molestarnos con la historia profunda o con el concepto biológico de especie? La narrativa del capitalismo y su crítica provee el marco suficiente para comprender y transformar la situación actual. Los altos niveles de consumo energético del capitalismo y socialismo industrial  ciertamente crearon  y, ciertamente, luego profundizaron  la crisis ecológica. Pero,  lo que no se puede ignorar, dice Chacrabarty, es que la crisis actual también ha hecho visible  otras condiciones necesarias para la existencia de la vida  humana que no tienen conexión con la logica capitalista o socialista. Ellas están conectadas con la historia geológica  y biológica de este planeta, de cómo  diferentes formas de vida se conectan unas con otras y como la extinción masiva de una especie es una amenaza para otra. Miremos solo el origen de  la agricultura, 10 mil años  atrás. Esta, la verdad de las cosas, no fue la simple expresión de una creación humana. Fue posible, como hoy sabemos, por ciertos cambios en el dióxido de carbono en la atmósfera, por  una cierta estabilidad climática y por  un  aumento de temperatura que se dieron  al final del Pleistoceno independientemente del control humano, que hicieron posible el crecimiento de pasto (trigo y barley). El fin de la Epoca del Hielo fue el resultado del cambio de la relacion orbital entre la tierra y el sol. Sin este largo verano en la historia del planeta  la agricultura y la industria no hubieran sido posibles. Esto significa que cualquier  conjunto de valores o proyectos económicos y tecnológicos que elijamos no pueden correr el riesgo de desestabilizar las condiciones que funcionan como parámetros de la existencia humana. Ellas  han permanecido estables  lo suficiente para transformarnos en la especie dominante. El problema es que ahora nos hemos transformado en un agente geológico que empieza a modificar catastróficamente  los parámetros que mantienen las condiciones de nuestra existencia. El aumento de la temperatura promedio del planeta, de la acidez y de los  niveles del océano, junto con  la destrucción de la cadena alimenticia, van en contra de nuestros intereses. La especie humana, como especie, depende de otras especies y ciertamente es parte de la historia natural.

Seria imposible entender el calentamiento global sin considerar lo que los científicos contemporáneos vienen diciendo. Pero, nuestra caída en el Antropoceno no puede divorciarse tampoco de la historia del capitalismo. Sin la historia del industrialismo moderno el Antropoceno no hubiese sido posible ¿Cómo reconciliamos estas dos perspectivas?

El biólogo Edward O. Wilson cree que como mejor podemos servir nuestro futuro colectivo es a través de nuestra auto comprensión como especie. El problema es que entendemos  el concepto intelectual de  “especie” pero, como humanos, nunca nos experimentamos como tal. E, incluso, el concepto mismo de humanidad es problemático. La noción de la humanidad, la de un sujeto humano global, la de un nosotros, según los críticos, es una ficción por que nos presenta  actores políticos sin tensiones, contradicciones o conflictos  internos que niega la heterogeneidad y el antagonismo radical que configura a todo sujeto político real. El nosotros siempre se contrapone a otros.  Como nota Chacrabarty esta  desconstruccion crítica es útil cuando tratamos con formaciones de dominación nacional o global. Pero no para tratar con la crisis del calentamiento global.  Es posible que no nos percibamos como agentes geológicos, pero a nivel de especie aparecemos lo somos. Y sin este conocimiento, que desafía la comprensión histórica, no es posible encontrarle sentido a la crisis que nos afecta a todos.

El capitalismo, sin lugar a dudas, aumentara la desigualdad y, por algún tiempo, algunos lo harán mejor a expensas de otros. La crisis, sin embargo, es más grande que el capitalismo. Aquí, a diferencias de las crisis capitalistas, no hay salvavidas para los ricos ni para los privilegiados. El cambio climático nos obliga a hablar de colectividad humana,  a  apuntar a una figura de lo universal que surge de una catástrofe global común. El fin del capitalismo, tal como lo conocemos, es una condición necesaria para confrontar la crisis… pero ¿es suficiente? 

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Enero 2011          

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