Sunday, November 30, 2025

La suela lectora


Un zapato

Morado,

Caminante

En

Libros

Azules,

Los lee

Con

Su suela

Rosada. 

 

Nieves.


Sunday, November 23, 2025

La trampa de la identidad

 

A través de sus campañas Trump invita a sus seguidores que se divirtieran a costa de sus enemigos, que disfruten agrediendo violentamente a los manifestantes o incluso a los medios de comunicación que cubren sus mítines. La euforia que estos mítines producen es la de una multitud que recibe el mensaje de que el culpable de su falta de satisfacción es el inmigrante, el otro racial, los medios de comunicación o los académicos comunistas que infectan las universidades. En contraste, la representante de la legislatura por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, expresa que no le importa si alguien vota por ella o no. Eso no cambiara el hecho de que voy a luchar para que tengan acceso a la atención medica. Por eso quiero que los seguidores de MAGA también tengan acceso a la atención medica y reciban un salario digno.  

 

¿No es esta la diferencia entre la política de la identidad y la política de la universalidad?

 

Como nota Todd McGowan la promesa de la modernidad es la promesa de la emancipación universal. Con la ruptura de la autoridad tradicional la modernidad pone fin a cualquier justificación teórica para privar a alguien de su libertad o la defensa de una sociedad desigual. La lucha revolucionaria por la “libertad, igualdad y fraternidad” es la lucha por la universalidad.  Y, sin embargo, basta con una simple mirada al mundo contemporáneo para ver la falta de libertad y desigualdad reinante por todos lados. No solo una anomalía, sino una característica constitutiva. La igualdad universal ha dejado de ser un proyecto político viable... ¿qué ha pasado aquí?

 

La historia del siglo XX es la historia de cómo la universalidad se volvió toxica y la identidad particular políticamente deseable, en repudio a la catástrofe Nazi y el gulag Soviético. La victoria bolchevique, la revolución de Mao y la toma del poder en Camboya parecieran revelar que los proyectos igualitarios no son una buena idea, al igual que el Nazismo que culmina con el Holocausto. No es extraño que los lideres y teóricos políticos hayan rechazado y criticado estos movimientos. La universalidad, que era parte integral del proyecto revolucionario, se convierte ahora en la principal característica de la opresión. En lugar de liberar a los sujetos de su particularidad ideológica, la universalidad se presenta como una ideología que no admite la diferencia ni la alteridad. El fascismo, el estalinismo y el capitalismo global parecen operar mediante la imposición de su universalidad sobre grupos oprimidos. Para Derrida, por ejemplo, lo universal no es mas que la sustitución de la propia mitología particular por una estructura que se aplica a todos. La universalidad, dice, es la violencia disfrazada de una mitología inflada. Y muchos otros, como Adorno, Karl Popper, Leo Strauss, Foucault y Agamben, entre los mas famosos, emprenden un camino similar, alejándose de la lucha universal del marxismo para centrarse en una serie de luchas particulares. No una revolución total, sino cambios específicos. Un giro que se produce como el intento de alejarse  del Holocausto y del gulag... ¿quién podría culparlos?

 

Y, sin embargo, hay algo verdaderamente erróneo en su interpretación de lo universal. La violencia del nazismo es distinta de la violencia del estalinismo y no se pueden caracterizar con la misma etiqueta, como la de totalitarismo. Pero, en verdad, ambas implican una traición de lo universal.

 

Después de la guerra el análisis del nazismo se centra casi exclusivamente en su ataque a identidades especificas... judíos, gitanos y homosexuales. Pero se omite a otro grupo, los comunistas, que revela con mayor claridad que la lógica política del nazismo no fue solo un ataque contra los judíos, sino, principalmente, contra la universalidad. Las primeras victimas enviadas a campos de concentración fueron los enemigos políticos del Reich. El ataque a comunistas y judíos fue un ataque a la universalidad. Los comunistas proclamaban abiertamente su compromiso con la igualdad universal y rechazaban la teoría nazi  de la superioridad  de una identidad racial particular. Y los judíos, al igual que los comunistas, según la visión nazi, encarnaban la universalidad al no poseer una identidad racial propia, parasíticos de otras razas. Desconectados de la tierra y la identidad que proporciona el arraigo es lo que los transforman en enemigos mas peligroso que los comunistas. El genocidio judío no surgió de la maldad diabólica nazi, sino de su política identitaria. El intento de privilegiar  la identidad aria exige tener un enemigo. Pero no cualquier enemigo. El ataque a los judíos fue el ataque a la universalidad que compartían con los comunistas en defensa de la identidad particular nazi. Un ejemplo de una política de la identidad llevada a su extremo. En contraste, el estalinismo no promulgo una identidad particular como el nazismo, pero fue otro ejemplo de alejamiento de la universalidad. Los crímenes del estalinismo no fueron crímenes de lo universal, sino el resultado de una concepción errónea de la universalidad. De la creencia de que la igualdad universal debía realizarse plenamente a través de la invención, en lugar de un valor descubierto como base para la lucha emancipatorio. Stalin creía en su capacidad particular para lograr la universalidad, pero esta creencia, unida con el sueño de que la revolución permitiría la pertenencia o inclusión de todos, fue letal. Cuando se concibe la universalidad como un futuro realizable que no excluye a nadie, se requiere  la creación de enemigos que se conciben como obstáculos para justificar la imposibilidad del logro revolucionario. Los enemigos de la revolución, por tanto, son necesarios para explicar porque todavía no se ha logrado la igualdad universal. Los Kulaks se convirtieron inicialmente en el obstáculo que la revolución debía eliminar para lograr la plena integración, seguidos por las matanzas masivas de campesinos y las purgas de la dirigencia del partido. Toda esta catástrofe social fue consecuencia de la creencia de Stalin que se auto considero el artífice de una sociedad en la que todos tuvieran cabida. A diferencia del nazismo, el estalinismo fue un proyecto explícitamente de izquierda que fracaso. La universalidad no puede tener enemigos y seguir siendo universalidad,       

 

Para redimir el proyecto de emancipación universal, es necesario replantear el significado de universalidad. Generalmente se cree que esta es lo que obliga a cada particularidad encajar en un molde general y seguir sus dictados. El problema con esta creencia es que ubica la universalidad en aquello que determina el lugar de cada elemento dentro de la estructura social, en lugar de aquello que no encaja en la estructura. La cosa, por el contrario, es que lo que no encaja en la estructura es  justamente el punto de universalidad. La parte que no es parte. Todas las luchas políticas están conectadas a través de una no pertenencia compartida, que es lo que constituye el limite interno de cualquier grupo. Ninguna sociedad puede incluirnos sin alienarnos simultáneamente. Nuestra pertenencia siempre esta en peligro de fracasar y este fracaso es la base de la libertad frente a la determinación social.

 

La identidad, dice McGowan, proporciona una identidad política que impide salir de los limites de lo que uno ya es. Cuando recibimos o adoptamos una identidad, no importa cual sea, nos sometemos a las exigencias que la estructura social impone. Nos adaptamos a una posición simbólica cuyas restricciones determinan ideológicamente  los limites de nuestras acciones. Quien es judío, por ejemplo, analizara las situaciones desde la perspectiva de su judaísmo, lo que influirá en las posibilidades que perciben.

 

Si la identidad es atractiva es porque, entre otras cosas, permite imaginar múltiples identidades distintas coexistiendo sin que se impongan unas a otras. El ideal, de acuerdo con el multiculturalismo, es la convivencia en la diversidad. Sin embargo, esta convivencia inevitablemente se topa con una barrera in franqueable que hace imposible la inclusión universal.     

Si lográramos, por ejemplo, establecer una comunidad que no busque excluir a nadie, esta solo seria posible en la medida en que exista alguna identidad fuera de ella, como la de quienes rechazan el sistema de tolerancia mutua. Lo irónico es que necesitamos otra identidad opuesta a la nuestra para constituir la propia... los judíos para los nazis, los negros para los blancos, los inmigrantes para Trump, etc. Sin el otro en la posición de enemigo, no hay identidad. La nuestra eventualmente se topara con otra incompatible.

 

La diferencia entre la política reaccionaria y la política emancipatoria, entre izquierda y derecha, se manifiesta con mayor claridad en el tipo de adversario o enemigo que cada una enfrenta. Donde la política de la identidad reconoce a un enemigo, el universalismo ve a un camarada potencial. Invita a sus oponentes a que se unan a la lucha por la emancipación, en lugar de negar su existencia. Y no porque la universalidad sea una vasta extensión donde desaparecen todas las divisiones. Eso no es universalidad, sino uniformidad. No se trata de buscar una universalidad sin rastro de particularidad. Lo que universalmente compartimos no es una identidad común, sino lo que no tenemos, lo que esta ausente en nuestras vidas, la imposibilidad de ser un “ser en si” como decía Sartre.

 

No hay que confundir, por tanto, la universalidad con la suma de todas las particularidades, con la lógica de que si sumamos negros, blancos, cristianos, musulmanes, homosexuales, latinos, indígenas, etc. etc. finalmente lo tendremos todo. No se trata, según McGowan, de lograr una combinación total. Por el contrario, es lo que permanece ausente en una colección completa de particulares. El objetivo de la lucha política no es incluir a todos dentro de la estructura social, sino reconocer el fracaso de toda inclusión. Cuando la inclusión de algunos es la meta, la exclusión de al menos uno es inevitable. Y cuando la meta es la inclusión de todos, la exclusión de al menos uno es, igualmente, inevitable. El proyecto de inclusión nunca termina. Siempre queda algo afuera. La política universalista implica aceptar la falta de pertenencia, la imposibilidad de una comunidad en la que diversas identidades pueden coexistir unas al lado de otras en un estado de mutua tolerancia.

 

El fracaso de las políticas de la identidad radica en abordar el racismo, el sexismo o la homofobia como si fueran cuestiones de identidad cuando, en verdad, son luchas universalistas que se dan al mismo novel que las luchas económicas. El universalismo no puede ignorar la estructura capitalista que por si misma imposibilita la igualdad. El capitalismo actúa como la barrera mas intransigente para el reconocimiento de la universalidad. No permite ver, por ejemplo, que la persona trans que lucha contra una sociedad opresiva libra la misma batalla que el minero que lucha por su salud. A pesar de que sus identidades y experiencias son diferentes, ellos participan de lo universal a través de sus luchas que revelan lo que esta constitutivamente ausente. Ningún proyecto universalista, por tanto, puede aislarse de la critica del capitalismo y seguir pretendiendo ser universalista.

 

Las implicaciones políticas del rechazo a la universalidad son catastróficas si consideramos el cambio climático. A pesar de ser un fenómeno global, lo confrontamos con iniciativas particulares... reciclar, conducir menos, instalar paneles solares, plantar mas arboles, impuesto a la emisión de gases fósiles, etc. La crisis es universal, no solo porque afecta a todos, sino porque es el punto de ausencia en el orden social. Lo que compartimos es la catástrofe ambiental que no podemos controlar. La ausencia de una vía de escape para unos u otros  es la forma que adopta hoy la igualdad. El capitalismo esta desprovisto de las herramientas necesarias para afrontar esta crisis que exige universalidad. La lucha contra el cambio climático debe ser también una lucha universalista contra el capitalismo.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, November 16, 2025

El robo de sonrisas


Te

Robe

Tu sonrisa

Y

Tu

La mia.

La hicimos

Nuestra,

Tuya

Y

Mia.

Ahora

Sonreímos

Doble. 

 

Nieves.



Sunday, November 9, 2025

Mas allá del Bien.

 

Según cuenta un chiste que anda dando vueltas un banquero llega a su oficina en Nueva York y abre la puerta de su nuevo BMW cuando un taxi pasa a toda velocidad y le destroza la puerta. El banquero furioso llama a la policía para denunciar el incidente. Cuando esta llega al lugar exige que detenga inmediatamente al taxista que destrozo su coche. El policía mira perplejo al banquero que continua gritando y le dice... “Señor, creo que usted tiene un problema muchísimo mas grave que la falta de una puerta”, señalando su brazo izquierdo, que también había perdido en el accidente. El banquero mira hacia abajo horrorizado y exclama “Dios mío, también perdí mi Rolex”. 

 

¿No es el caso que cuando la forma de la mercancía gobierna una sociedad, determina lo que las personas valoran, estructura como se relacionan entre si y define lo que parece significativo? La sociedad capitalista se reproduce, en verdad, no asegurando la perpetuación de rituales ni contando con mecanismos para que todo siga funcionando igual, sino dirigiendo su atención a la producción, dejando de lado la preocupación por la reproducción de la sociedad, que pasa a ser una preocupación secundaria. El objetivo es producir mas allá de lo que se necesita para sobrevivir. La sobreproducción pasa a ser el nombre del sistema. Sin este excedente inútil la sociedad capitalista no podría existir. Sin ganancias no hay impulso para continuar.

 

Como nota el teórico Todd McGowan el énfasis en la producción como medio de reproducción separa claramente la sociedad capitalista de los sistemas sociales existentes hasta la fecha. El Imperio Maya, la antigua sociedad china, la Republica Romana, la Europa Feudal, incluso las sociedades de cazadores y recolectores dedicaban su energía a reproducir su estructura formal que era su valor primordial, hasta que sus contradicciones internas o un enemigo externo las destruyeran. Ciertamente lo inútil existía, pero su función se limitaba  principalmente a rituales religiosos, festivales o ritos de iniciación que estaban circunscritos a un tiempo y lugar especifico. El  capitalismo, por el contrario, introduce un exceso inútil en cada rincón de su funcionamiento y transforma la sobreproducción en la fuente y centro de todo valor mediante el sacrificio del bien social en contraste con todas las sociedades pre modernas que tenían en común su devoción al bien. Una devoción tan extendida que Aristóteles la toma como punto de partida para su trabajo sobre la política. No concibe que haya otro principio organizador distinto del bien, aunque se cuida de no prescribir  cual es este bien... “Todo estado es una comunidad de algún tipo y toda comunidad se establece con miras a un bien, pues todas actúan siempre para obtener lo que consideran bueno”. Hoy día el objetivo no es reproducir las cosas tal como están, sino producir y adquirir mas de lo que ya se tiene o necesita. Un mas que nunca se auto limita, sino que continua indefinidamente, mas allá del bien, a no ser que encuentre una fuerza o barrera externa que la limite, como la competencia, la clientela limitada o el agotamiento de los recursos naturales, algo que siempre ocurre. A diferencia de toda otra organización económica el capitalismo democratiza el exceso al permitir que todos participen en el.

 

¿No será que este exceso es justamente la marca de su éxito? ¿Exceso que le permite continuar existiendo a pesar del peligro existencial que contiene? Por supuesto que obtenemos placer  en los momentos en que realizamos el deseo y adquirimos el objeto. Pero el problema es que este placer siempre es fugaz y desaparece a medida que uno se acostumbra a tener el objeto. El disfrute del exceso, en cambio, es sostenible. Lo paradójico de este disfrute es que no se produce mediante la adquisición del objeto, sino a través de su ausencia. Y esto es lo que hace el capitalismo. Organiza a todos y todo en torno a un exceso inútil. La promesa de un futuro mejor es en realidad la promesa de un futuro de puro exceso sin ninguna mezcla de carencia. Y es esto lo que le permite su continua reproducción. Es el derroche, lo que va mas allá de lo necesario, lo que genera plusvalía en el universo capitalista. La Coca Cola es la mercancía arquetípica. Al ser un diurético deshidratante, lejos de calmar la sed, da mas sed. Su valor deriva de su ausencia total de valor de uso. Un puro exceso con un valor de uso negativo. Obviamente existen bienes que simplemente cumplen su función, como el calefactor básico que calienta la habitación en invierno o la escoba que usamos para barrer el suelo. Pero estos objetos no son el motor de la sociedad capitalista. Los bienes útiles existen al margen del mercado del exceso. Para tener éxito en el capitalismo es necesario producir mas de lo que la sociedad necesita. El capitalismo practico es el capitalismo fracasado como lo vemos con las tiendas de barrio que son victimas de los exceso de Amazon. Solo produciendo residuos uno puede reproducirse como capitalista. El hecho de que la basura este hoy esparcida por todo el planeta, penetrando montañas y mares, es el resultado necesario de la forma en que el capitalismo genera valor. Y esto es bien difícil de evitar... ¿por que?

 

El asunto es que rehusamos a vincular el exceso con la carencia, que es lo que impulsa la producción de tanto desperdicio. La promesa del capitalismo es que el exceso de la mercancía puede curarnos de nuestra carencia. Si encontramos la mercancía adecuada o si acumulamos lo suficiente podremos lograr la plenitud que siempre esta en el horizonte, pero un horizonte que siempre se aleja  cuando mas nos acercamos a el... mientras mas tenemos, mas queremos. La menesterosidad  que nos constituye nos hace descartar una mercancía, sea barata o inmensamente cara, tan pronto como delata su insuficiencia. Buscar sin encontrar es el camino capitalista. La “castración simbólica”, la carencia constitutiva que nos define como seres humanos, sirve de motor al sistema. Para el consumidor comprar una mercancía trae consigo la promesa de un disfrute excedente, mientras que para el capitalista promete plusvalía. Para ambos la mercancía es la promesa de escapar de la “castración simbólica”. Pero cuanto mas se acumula, mas se carece de la satisfacción que la mercancía promete. La imagen del puro exceso siempre esta fuera del alcance del sujeto.

 

La mercancía, además, pareciera tener un poder mágico, algo que se genera automáticamente por el mero funcionamiento del propio sistema capitalista. Alguien invierte en la producción de una mercancía con dinero y la mercancía genera mas dinero del que la persona invirtió.  Invierto, por ejemplo, unos pocos dólares en acciones de Toyota en el momento oportuno y poco después acabo ganando varios miles de dólares. Desde la perspectiva capitalista esta creación de valor es una experiencia cuasi religiosa... algo surge de la nada. La creencia de que la mercancía por si misma produce valor en virtud de la propia inversión y del intercambio que se deriva de la inversión inicial, lo que Marx denomina fetichismo de la mercancía, oculta  el sacrificio de los trabajadores que crean la sobreproducción de la mercancía. Lo que la teoría de la plus valía de Marx muestra es como el valor que el trabajador crea el capitalista se lo apropia sin compensarlo. El capitalista siempre vende la mercancía a un precio superior al del material y la obra invertida en la producción. Es este excedente el que va al bolsillo del capitalista que, en verdad, no puede actuar de otra manera. Sin maximizar la rentabilidad no solo lo pone por detrás de los demás, sino que destruye su viabilidad. Si Apple decidiera pagar un salario decente a lo largo de su cadena de suministro permitiría a otra corporación intervenir y vender a un precio inferior al del nuevo iPhone de Apple, por ejemplo, cuyo costo se dispararía gracias a la decisión de actuar éticamente. El ejecutivo que aprobara tal plan se convertiría rápidamente en un ex ejecutivo.

 

Ahora bien...  comprar lo suficiente para mantener el funcionamiento económico depende de que los trabajadores gasten mas de lo que pueden ganar, dado que los salarios deben ser lo suficientemente bajos para que el productor se beneficie de ellos ¿como, entonces, el capitalismo se las arregla para mantener el exceso? Con la introducción de la deuda universal, a diferencia de otros sistemas económicos, que toca al trabajador, al capitalista y al Gobierno por igual. Sin la deuda el exceso de la maquinaria capitalista no podría funcionar  porque el sistema no podría agregar nuevos sujetos en su universo. La deuda permite comprar una casa, un auto, un iPhone y todo aquello que no se necesita. Es el financiamiento del puro exceso que el capitalismo necesita para reproducirse. Pero, y aquí esta la trampa, la deuda exige que el deudor quede encadenado al proceso de producción capitalista a lo largo de toda su vida. La deuda solo funciona en este sistema en la medida en que no ha sido pagada. Dentro del capitalismo solo se puede estar libre de deudas excepcionalmente. Si todos lo hicieran las compañías de tarjetas de crédito y las automotrices quebrarían, el sector inmobiliario moriría y la sociedad capitalista en su conjunto se hundiría. Quienes no tienen deudas en la sociedad capitalista pasan a ser los parásitos del sistema como ilustra el chiste en donde el sujeto cuenta que “hoy le di mi billetera, mi auto e incluso mi casa a un indigente. Decidimos intercambiar lugares. No imaginas lo bien que se siente estar finalmente libre de deudas”.

 

A pesar de que estamos rodeados de imágenes de puro exceso, como dice McGowan, nos encontramos, sin embargo, inmersos cada segundo en lo que no tenemos. Este descontento no es producto del fracaso del capitalismo como sistema, sino su éxito, que obliga a seguir comprando. 

 

Al final, ningún sujeto capitalista alcanza lo que la mercancía promete, lo que inevitablemente origina descontento. Y la gente no se queda de brazos cruzados ante el fracaso del capitalismo en cumplir su promesa, sino que, de cuando en cuando, se rebela. Pero la rebelión, incluso bajo la bandera marxista, fracasa porque la autoridad en la sociedad capitalista es indiscernible. Es imposible reconocer quien dirige el negocio. Las autoridades estatales son visibles, pero no controlan la economía capitalista, razón por la cual sospechan que estos lideres estatales no son las verdaderas figuras de autoridad. Si ellos no lo son la gente asume, por tanto, que alguna autoridad oculta o algún grupo minoritario, debe ser culpable.

 

Esta sospecha paranoica es la que ofrece un blanco para la ira que garantiza el funcionamiento del sistema. A diferencia del fervor revolucionario proletario, esta paranoia es compatible con el capitalismo. No solo un trastorno psíquico, sino un paso político falso que lleva al sujeto paranoico directamente a los brazos de un líder populista autoritario.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, November 2, 2025

Disidentes estéticos


Los pintores

Ambulantes

Dejan

Tras

De

Si

Sus murales,

Bicicletas

Eclepticas

Y

Disidencias

Estéticas

Pintadas

En

Cunetas

De

Pueblos

Fantasmales.

 

Nieves.


Sunday, October 26, 2025

¿Y para que filosofía?

 

La filosofía ha venido perdiendo el lugar privilegiado que  hasta no hace mucho tuvo. No mas en la enseñanza secundaria, ausente en la discusión publica y con un lugar cada vez mas pequeño en la academia. Después de todo, para que queremos mas palabras, mas abstracciones sin conexión con el sentido común y lo que la gente hace. Lo que necesitamos, se dice, es acción practica, no mas conceptos... ¿se  acabo la filosofía? La respuesta de los científicos contemporáneos es que la filosofía llego a su fin. Los problemas filosóficos gradualmente  se han venido convirtiendo en problemas científicos...  cuestiones ontológicas ultimas como ¿el  universo tiene limites en el espacio y el tiempo? ¿esta preso del determinismo o hay espacio para la contingencia? son cuestiones que hoy trata la cosmología cuántica. Las ultimas cuestiones antropológicas... ¿existe el libre albedrio? ¿hay agencia humana? ahora son cosas discutidas por la ciencia evolutiva del cerebro. Incluso la teología tiene su lugar en la ciencias del cerebro que intentan traducir las experiencias espirituales y místicas  en procesos neuronales... ¿que le queda, entonces,  a la filosofía? Solo algunas  reflexiones epistemológicas acerca de los descubrimientos científicos.

 

¿Por qué, entonces, algunos todavía se toman el trabajo de ocuparse de ella? Y... ¿qué perderíamos si omitimos las preguntas que la filosofía plantea?

 

Es bien difícil dar una definición de filosofía que no sea controversial. Para salir del paso el filosofo ingles Bertrand  Russel una vez dijo que la filosofía es aquello que se enseña en las universidades en los departamentos de filosofía... ¿y que es lo que supuestamente estos departamentos enseñan? Según el lugar  común  ellos tratan con esas preguntas tremebundas como... ¿cual es el sentido de la vida, de donde venimos o cual es el fin de todo lo que hay?... cuestiones vagamente inquietantes que tienen que ver con el mundo y nosotros y que, por muy ocupados que estemos,  nos siguen intrigando. Pero, por muy común que sea esta creencia, habría que decir que esta  es una descripción bastante vaga de lo que la filosofía es. 

 

Todos tenemos ideas y opiniones acerca de la naturaleza, la sociedad y el mundo en que vivimos. Lo que distingue a las ideas  filosóficas  es que ellas no están confinadas a la rutina familiar y a los patrones  habituales de pensamiento. Ordinariamente procedemos de acuerdo a ciertas presuposiciones, conceptos, principios, estándares y creencias fundamentales que  justifican nuestras acciones y, en ultima instancia, nuestra vida. Es el suelo que nos sostiene, el trasfondo desde el cual pensamos y actuamos y que ordinariamente no cuestionamos porque lo damos por sentado. Pero, en uno de esos raros momentos, podemos tomar cierta distancia de las ideas  dominantes y pensar y evaluar críticamente las creencias, principios y presuposiciones  en los cuales basamos nuestros razonamientos. Podemos preguntar, por ejemplo, si las creencias que tenemos acerca del mundo son confiables, si lo que vemos, sentimos o escuchamos es realmente como nuestros sentidos dicen que son. Es aquí cuando, en lugar de movernos dentro de los marcos de pensamientos familiares, los empezamos a cuestionar... y esta seria  una forma de entender  que es lo que distingue la reflexión filosófica. Una reflexión que trata de clarificar y evaluar críticamente los términos mas elementales en base a los cuales pensamos y actuamos y de la que resultan nuevas visiones, teorías y marcos conceptuales acerca del mundo que serán, a su vez, el foco de nuevos cuestionamientos. La filosofía a través del tiempo ha sido una continua serie de críticas, disputas y argumentos que dura mas dos mil quinientos años sin una respuesta final.   

 

Ver la filosofía  solo como doctrinas para aprender o repetir pierde lo que en ella es mas importante.... la posibilidad de pensar diferentemente.  La reflexión critica pregunta si tenemos buenas razones para mantener una creencia, si estas razones son adecuadas o relevantes, o si hay otras consideraciones que ponen en duda  la creencia. Un ejercicio intelectual que permite  evaluar argumentos y teorías para ver si vale la pena mantenerlos. Pero, lo cierto es que no es tan fácil  cuestionar nuestras creencias a la luz de nuevas experiencias, ya que son justamente estas creencias las que proveen el marco de referencia que permite evaluar las nuevas experiencias.

 

Esta es la cosa... si proveemos razones y argumentos para justificar una creencia en particular, cada una de esas razones  provienen de premisas que en si mismas  no han sido argumentadas  y  no pueden ser argumentadas sin caer en un circulo vicioso.  Es cierto que ellas pueden ser justificadas  en otra parte, pero, al final,  no es posible  justificar racionalmente cada uno de nuestros pensamientos... ¿en base a que podríamos hacerlo? La única forma seria ubicarnos fuera  de nuestras creencias y principios en base a los cuales procedemos.  Pero, si fuéramos capaces de hacerlo, no tendríamos principios ni creencias con que proceder, lo que significa que en nuestro pensamiento siempre habrá un trasfondo  de creencias y principios en los cuales nos basamos para razonar y argumentar  que  permanecen fuera del alcance de la justificación racional.

 

Algunos filósofos argumentan que la razón en si misma es la base que  provee los primeros principios que permiten  organizar nuestro pensamiento y críticamente evaluar y justificar  todas nuestras  creencias excluyendo aquellas que no tienen fundamento  racional.  Esta racionalidad vista como ultimo punto de apoyo es, por supuesto, mas compleja que la noción de razón como una secuencia silogística. De lo que aquí estamos hablando  es de la razón elevada a principio absoluto al que todo lo otro tiene que ajustarse. El problema con esto  es que este principio racional  al ubicarse mas allá de cualquier cuestionamiento  se transforma en un pensamiento dogmático.   El énfasis en la razón como la única base legitima del conocimiento ha sido, a través de la historia de la filosofía,  objeto permanente  de criticismo al ignorar o devaluar  otros factores como los sentidos, los sentimiento, las emociones o los deseos. Las recientes criticas a la visión  modernista de una sociedad racional no están dirigidas a la racionalidad en su sentido mínimo, no cuestionan los principios lógicos, sino las nociones mas complejas de la racionalidad del  Siglo de las Luces  que solo acepta lo que conforma con su estándar y es intolerante de todo aquello que cae fuera de el. Para la escuela de Frankfurt, por ejemplo, la critica esta dirigida a la racionalidad tecnológica que considera  la eficiencia como el único criterio para organizar las practicas sociales y para Foucault el foco es la visión de una organización social racional que impone nociones de conductas normales y define un amplio rango de  conductas como anormales o pervertidas. En ambos  casos el objetivo de la critica es liberarnos de una forma de pensar que nos aprisiona para  tratar algo distinto. 

 

Hegel hacia notar algo similar al afirmar que la historia del pensamiento y la cultura aparece como un diseño cambiante de magnificas ideas liberadoras que luego, inevitablemente, se transforman en una camisa de fuerza que crean su propia destrucción al originar nuevas ideas emancipadoras que, paradójicamente, nos vuelven a esclavizar... ¿cuándo exactamente la filosofía de Badiou o Deleuze va a dejar de ser vibrante  para devenir en el nuevo dogma que, a su vez, tiene que ser reemplazado?

 

Hacer filosofía, dice el escritor australiano Christopher Falzon, es por sobre todo filosofar, tomar cierta distancia y pensar críticamente acerca de las cosas en lugar de simplemente aceptarlas. Cuestionar nuestros pensamientos que con el tiempo se transforman en artículos de fe, mostrar sus limites  y su  incapacidad para tratar con ciertos hechos, consideraciones o dogmas y así abrir otros senderos para pensar diferentemente. Reflexión critica es evaluar racionalmente ideas y posiciones recibidas y determinar si hay suficientes evidencias para mantenerlas... ¿por que esto es importante?... porque en lugar de ser productos pasivos de nuestro ambiente nos permite defendernos en contra de la manipulación y control mental de la publicidad, de los medios de comunicación masiva, de la presión política y cultural de la propaganda, de los mensajes seductivos de los gurúes y demagogos. Es decir,  permite desarrollar cierta independencia intelectual y abrirnos al hecho de que no hay respuestas definitivas.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, October 19, 2025

Las camas academicas


Mi

Amigo,

El diccionario,

Me invito

A

Recorrer

Sus calles

Silenciosas

De

Palabras

Que

Dormían

En

Sus camas

Académicas

Oficiales.

A

Las disidentes

No

Las admiten. 

 

Nieves.