Sunday, February 4, 2024

Naomi versus Naomi

 

O, mejor aun, Klein versus Wolf. Si Naomi es Klein, lo esta haciendo muy bien. Si Naomi es Wolf, la cosa es diferente. La historia no es nueva y  muestra una vez mas como ese yo cuidadosamente construido se puede deshacer en un instante, especialmente  cuando se nos confunde crónicamente con otra persona o cuando alguien  usurpa nuestra identidad y dice o hace cosas opuestas a las que uno ha venido haciendo.  La figura del doble ha menudo se ha presentado como un reflejo o proyección que rompe con su original y cobra vida propia y peligrosa.

 

En  la película  muda alemana de 1913, “El Estudiante de Praga”, inspirada en el cuento “La sombra” de Hans Christian Andersen de 1847, un pobre estudiante vende su propio reflejo al diablo para ascender en las clases sociales y conseguir el amor de la condesa solo para ver que su reflejo adquiere vida independiente y sus acciones empiezan a perturbar su vida y, antes que lo destruya, termina matando a su doble  solo para descubrir que al hacerlo también se ha matado a si mismo. Si recordamos, la misma suerte corre el protagonista de la novela de Oscar Wilde, “El Retrato de Dorian Gray”, que cuenta la historia de un hombre vanidoso  que, después de hacerse retratar, hace un trato demoniaco para permanecer joven y hermoso para siempre. Mientras Gray mantiene su juventud y vida licenciosa, el rostro del cuadro se vuelve mas viejo y feo, una especie de doble virtual. Cuando Gray intenta destruir a su espantoso doble, el es quien termina arrugado y sin vida en el suelo.

 

En todas las fantasías literarias o cinematográficas como estas, el doble, a través de pura energía y tenacidad, logra desvanecer al original o algo peor... ¿es esto lo que le esta ocurriendo a Naomi? Algo así, pero menos fantástico, aunque no menos perturbador. Por bastante tiempo, cuenta Naomi, “la gente me ha confundido con Naomi Wolf, algo que puede ocurrir a veces. Pero, con el paso de los años, empezó a quedar claro que no estábamos siendo solo confundidas sino fusionadas, tratadas como una Naomi intercambiable”.

 

Inquietantemente los limites entre el tu y el yo empezaron a desgastarse, volviéndose bien  delgados, incluso diáfanos. Lo que no deja de ser preocupante.

 

En la película “El Doble” del 2013, la identidad de Simón, un burócrata común y corriente, es robada  y su vida destruida por un doble extravagante y sin escrúpulos. Cerca del final de la película, con el rostro ensangrentado por la batalla, Simón mira a la cámara y dice... “Me gustaría pensar que soy único”... ¿no nos gusta a todos pensar eso? En una época en que todos repetimos a partir de las mismas fuentes y usamos las mismas herramientas no es de extrañar que el deseo de singularidad sea el indicio de que todavía somos realmente nosotros.

 

La primera vez que sucedió, cuenta Klein, fue en el cubículo de un baño publico en Manhattan durante Occupy Wall Street. Cuando estaba a punto de abrir la puerta  escuche a dos mujeres hablando de mi... “¿viste lo que dijo Naomi Klein?  Algo sobre como la marcha de hoy es una mala idea. ¿Y quien le pregunto? Respondió la otra. No creo que ella entienda nuestras demandas”. Algo que nunca he dicho sobre la marcha ni sobre las demandas. Y es ahí cuando me di cuenta. Sabia quien lo había dicho. Camine casualmente hacia ellas y dije algo que repetiría demasiadas veces en los meses y años venideros... “Creo que ustedes están hablando de Naomi Wolf”. No es extraño, dice Klein, que algunas de sus compañeras de marcha confundan sus Noemis. Ambas escribimos libros con grandes ideas. Los míos “No Logo”, “Doctrina del Shock”, “Esto lo Cambia Todo”. Ella “El Mito de la Belleza”, “El Fin de América”, “Vagina”. Ambas somos judías, pero de líneas literarias distintas. Las mías son los ataques corporativos a la democracia y el cambio climático. Los de ella son los cuerpos, la sexualidad y el liderazgo de las mujeres. Y ambas participábamos en protestas. Pero, para el tiempo de Occupy Wall Street, la línea divisoria había empezado a tambalearse y parte de lo que ella decía empezaba a afectarme y, mucho peor, mas tarde algunos empezaron a  acreditarme  sus teorías conspiratorias

 

Una persona que tiene un doble, dice Freud, puede identificarse con otra y, por tanto, volverse insegura de su verdadero yo. Mi doble, escribe Naomi Klein, es una persona que ha pasado por una transformación política y personal tan dramática que muchos han comentado que parece una doble de lo que era antes. Lo cual me convierte, dice Klein, en un doble de un doble. En los 1990’s Wolf era la abanderada del feminismo. Es difícil creer que todo lo que hoy ella dice provenga de la autora que una vez escribió “El Mito de la Belleza”. Las conspiraciones siempre han surgido en tiempos de crisis, pero nunca antes habían sido una industria en auge por derecho propio y Covid fue una conspiración capitalizable, no una enfermedad altamente infecciosa, sino una exageración promovida por las compañas farmacéuticas con fines de lucro en confabulación con el Estado que quiere convertirnos en esclavos y Wolf ha sido parte activa de esas conspiraciones junto con el estratega político del populismo internacional ultra derechista, Steve Bannon. Tal es así que emitió una disculpa a los conservadores, republicanos y MAGA por haber creído los relatos de los demócratas y los medios sobre el asalto al Capitolio del 6 de Enero e, incluso, decidió reevaluar su baja opinión de Trump porque “me han mentido tanto sobre el durante tanto tiempo”.

 

En tiempos peligrosos como estos, cuando los lideres políticos fracasan miserablemente, no es extraño que la gente recurra a narrativas conspirativas que mezclan alguna verdad con mentiras que complica la línea entre las afirmaciones de conspiración sin fundamento y la investigación confiable. Desde la crisis mundial sanitaria de Covid-19, dice Klein, hemos visto a través del mundo ejemplos reales de corporaciones que se lucran con el virus y  lideres políticos que privatizan servicios vitales al amparo de la emergencia, mientras gastan billones para rescatar multinacionales y despedir trabajadores en masa. No es sorprendente, dada esta situación, que los multimillonarios aumenten sus riquezas y alimenten la crisis del costo de la vida. Suficiente para justificar una revolución democrática.

 

En el torrente de hechos inconexos que componen nuestros medios de comunicación, el papel del investigador y el analista es tratar de crear algún sentido, algún orden de los acontecimientos. Y, con frecuencia,  cuando estos  analizan los sistemas subyacentes que construyeron y mantiene el poder en nuestro mundo es común que sean descartados como teóricos de la conspiración. Una táctica que marginaliza ideas incomodas para quienes se sienten atacados por análisis anti corporativos o anticapitalistas. Todo analista serio del poder se ha enfrentado a estos ataques, desde Marx en adelante. Recientemente, en sus esfuerzos por contrarrestar la desinformación sobre el Covid, muchas instituciones gubernamentales recurrieron a esta táctica. La Comisión Europea, por ejemplo, publico una guía que definía la teoría de la conspiración como “la creencia de que ciertos eventos o situaciones son manipulados secretamente detrás de la escena por fuerzas poderosas con intenciones negativas”. Cierto, pero esta es la cosa... muchos acontecimientos y situaciones, como las crisis financieras, la escases de energía o las guerras son de hecho manipulados entre bastidores  por fuerzas poderosas y sus efectos son intensamente negativos. Los gobiernos y los sectores empresariales se involucran en conspiraciones como algo natural. Sin lugar a dudas hubo una conspiración por la CIA a principios de los 70’s para derrocar al presidente de Chile, Salvador Allende, después de que nacionalizara las minas de cobre, al igual que en 1953 junto con Inglaterra derrocaron al primer ministro de Irán después de que este tomara medidas para nacionalizar la compañía petrolera. Y creer esto no nos convierte en teóricos de la conspiración. Por el contrario, nos transforma en observadores serios de la política y la historia. Si hay una característica que defina a la izquierda es justamente esta... proporcionar un análisis estructural de la riqueza y el poder que aporte orden y rigor a la sospecha de que la sociedad esta equipada contra la mayoría y que detrás de la retorica  democrática trivial se esconden verdades importantes. Sin una comprensión de cómo funcionan las estructuras capitalistas siempre habrán muchos que imaginaran que hay una camarilla de individuos nefastos moviendo los hilos. Para el individualismo liberal el poder reside en individuos y grupos en lugar de estructuras. Sin un análisis del capital o de clases terminan contando historias sobre el poder del individuo para cambiar el  mundo. Pero las narrativas de héroes fácilmente se convierten en narrativas de villanos. Y es lo que ocurre con la cultura de la conspiración... no desafían el hiperindividualismo que esta en el centro de tantas crisis, sino que culpan los males de la sociedad a individuos singularmente poderosos como Soros, Bill Gates o el pobre Fauci. La impunidad de las conspiraciones reales alimenta como siempre el auge de las creencias fantásticas.

 

Según Klein es importante aclarar la confusión porque las ideas son herramientas de transformación personal y colectiva. Me preocupa, dice, cuando las exageraciones, especulaciones y afirmaciones infundadas de Wolf se combinan con la Doctrina del Shock, no porque sea una marca que necesita protección, sino porque es un marco que ha dado a la gente cierto lenguaje para protegerse contra la especulación y los ataques a la democracia durante periodos de emergencia tan confusos. Cuando ese concepto es destrozado por la asociación con teorías de conspiración desquiciadas sobre camarillas globales, se vuelve mas difícil que cumpla ese propósito. Todo se mezcla y vuelve absurdo.      

 

Ultimamente, dice Klein, la confusión con la otra Naomi se ha calmado. Un alivio sin duda...“a pesar de sus momentos de innegable implicación en mi misma, al final me ha ayudado a lograr cierta libertad de la tiranía de mi propio yo. Lo que comenzó como una forma de autodefensa se convirtió poco a poco en una forma de auto liberación”.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


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