Sunday, January 23, 2022

La orgia del clic

 

Tras la decisión en Julio de poner su nombre en minúscula y no usar mayúsculas, excepto para reconocer la lucha indígena por la justicia y el reconocimiento, linda manyguns, Vice Presidenta de indigenizacion y descolonización de la Universidad Mount Royal de Calgary, Canadá, ha recibido una lluvia de correos electrónicos, llenos de palabras viles y horribles, llamándola con todos los nombres despectivos que se pueda imaginar. Hubo mas de 3.000  mensajes con  insultos y amenazas de muerte. El nivel de ataques personales, dijo en una entrevista, fue mas allá de lo razonable. No esperamos que todos estén de acuerdo con estas ideas, pero estas deben ocurrir en un dialogo civil.

 

linda manyguns, una mujer Blackfoot que pertenece a la nación indígena Tsuu’ina, se unió al movimiento de minúsculas para rechazar los símbolos de jerarquía dondequiera que se encuentren. Es algo que otros académicos y escritores  han hecho a lo largo de los años. 

 

Hoy día no hay nombre en la ventana esmerilada de su oficina ni letreros que indiquen la ubicación de la oficina en el campus de la Universidad y se han instalado botones de pánico y los guardias de seguridad realizan controles diarios en el área.

 

Este no es un caso aislado. Cientos de miles de seres humanos, de hombres y de mujeres, han visto sus vidas afectadas catastróficamente por esta “nueva” forma de asalto. Aquí no estamos hablando del merecido repudio publico en contra de torturadores o políticos criminales que controlan los aparatos represivos del Estado. No... aquí estamos refiriéndonos a simples ciudadanos cuya mera opinión o conducta, como la de la mujer blanca que uso un vestido con motivos indígenas, por ejemplo, despierta de pronto el sadismo colectivo.

 

Nietzsche en uno de sus escritos habla de “la orgia de los sentimientos”... “Arrancar el alma humana de sus amarras y sumergirla en terrores, llamas y arrebatos hasta tal punto de que se libere como un relámpago de todo pequeño disgusto, tristeza y depresión”. Fundamentalmente, dice, todo gran afecto tiene este poder, siempre que estalle de repente... ira, miedo, voluptuosidad, venganza, esperanza, triunfo, desesperación, crueldad.

 

Todos conocemos la experiencia de perdernos en actividades sin sentido o caer presa de nuestras propias emociones. Cegados por el amor o la rabia, lo importante es que estamos cegados, momentáneamente incapaces de experimentar otra realidad que no sea el placer de dejarnos ir... de evadir cualquier sentido del yo. Es en estas descargas orgiásticas donde llevamos a cabo acciones que nunca realizaríamos en nuestros estados mas “normales”. Los estallidos emocionales permiten evitar sentir la pesada carga de la conciencia, el peso de la responsabilidad y el elevado precio de la individualidad. Podemos arrepentirnos de lo que en esos estados hacemos, pero es el momento el que importa y en ese momento... nada importa. 

 

Repitiendo al académico Nolan Gertz, la orgia del clic es el termino que sirve para designar el fenómeno de nuestra creciente tendencia a expresar nuestras explosiones de sentimientos a través de las tecnologías digitales. Si Nietzsche describió los disturbios, los levantamientos y la atmosfera revolucionaria de la Europa del siglo XIX, hoy describimos los memes virales y la capacidad de derribar lideres, celebridades y unos a otros con el simple clic de un botón. Se dice a menudo  que no hay tecnología que sea inherentemente un instrumento para el gozo o para el odio. Pero, un simple megáfono o un megáfono digital como Twitter o YouTube, no solo pueden amplificar nuestras voces, sino que también pueden moldear e, incluso, crear nuestras intenciones.

 

Si hay una ley de internet en la que existe un acuerdo universal es... nunca leas los comentarios, esas paginas llenas de odio que la humanidad ofrece... ¿qué hay en estas secciones que invita a comentarios groseros, intolerantes o simplemente viles? ¿por qué ese mismo tipo de expresiones lo encontramos en las murallas de los baños públicos? La respuesta mas obvia es que tanto la sección de comentarios y el baño publico son lugares adonde la gente va, no para ser creativos, sino para liberarse de una carga. Es a esta necesidad de desahogo a lo que Nietzsche se refiere cuando habla de “descargar” nuestros instintos y a lo que Freud llama “sublimación”. La sección de comentarios provee, por tanto, un espacio virtual  en donde es posible explotar virtualmente, lo que, quizás, evita que tengamos que explotar realmente en la vida real. Un espacio en donde el sádico puede disfrutar su sadismo, un lugar en donde puede atacar a otros, transformarse en un monstruo, y al mismo tiempo escapar a la responsabilidad de su acción. La ley implícita del internet de “nunca leas los comentarios” se puede interpretar, entonces, no solo como un aviso, sino  también como un compromiso... Ellas continúan existiendo como un lugar en donde el sadista disfruta y el resto de la sociedad evita.

 

La necesidad de sublimación surge, según el consenso sicoanalítico, debido a las presiones de vivir en sociedad, de verse obligado a ajustarse a las necesidades y a las expectativas de los demás. La conformidad, vista desde esta perspectiva, puede verse como auto infligida en la medida en que es el resultado de nuestro instinto gregario. Si no fuera por nuestro deseo imperioso de estar con otros, de ser reconocidos, vistos y escuchados, no habría necesidad de conformarnos y, por tanto, no habría necesidad de ofender.

 

Pero, ofender es lo que hacemos. El autor y periodista Jon Ronson entrevisto a numerosas personas victimas de campañas de vergüenza, objeto de burlas y vituperios en las redes sociales hasta el punto en que sus vidas fueron completamente arruinadas. Entre ellas destaca la campaña en contra de Justine Sacco, publicista de una importante empresa, que en Diciembre del año 2013 tuiteo a sus 170 seguidores... “Ir al Africa. Espero no encontrar el SIDA. Es una broma. ¡Soy blanca!”. Luego, tomo un vuelo de 11 horas, tiempo durante el cual cientos de miles de personas de todo el mundo participaron en una campañas de vergüenza en su contra que la llevo a ser amenazada, despedida de su trabajo, rechazada por su familia y, finalmente, sentirse  obligada a retirarse momentáneamente a una área rural en Etiopia en donde no había internet.

 

¿Qué es lo que aquí paso? El Twitter de Sacco llevo a extraños a aparecer repentinamente en el mismo lugar, para realizar la misma actividad, durante el mismo periodo de tiempo, transformando la plataforma en un lugar de ejecución publica. Es probable que los participantes no hayan reconocido que avergonzar a Sacco era una forma colectiva de ofensa. Lo mas probable es que hayan pensado que esta no fue una persecución sádica, sino un acto de justicia y no el ataque a alguien por placer. Si lo hicieron es porque se lo merecía... ¿cierto?

 

Bueno... no realmente. Es justamente este tipo de argumento  el que Ronson cuestiona. Al enmarca a Sacco y a quienes han sido ridiculizados en la categoría de victimas, el obliga a preguntarnos si el castigo se ajusta realmente al crimen. El compara estas campañas de vergüenza en las redes sociales con los castigos que avergonzaban al publico del pasado al colocarlos en el cepo o ser azotados en la plaza del pueblo... ¿quiere decir esto que no hay nada especifico en las campañas de vergüenza en la red que lo distinga del de los rituales vergonzosos públicos del pasado? Desde una perspectiva nietzscheana uno podría decir que ser cruel con los demás y encontrar placer en ello es parte de lo que significa ser humano. Lo que le ocurrió a Sacco y a linda manyguns, entre todos los otros, es el ejemplo contemporáneo de nuestro deseo de participar en un festival de crueldad. Según Nietzsche, no es la fiesta la que conduce a la crueldad, sino la crueldad la que conduce a la fiesta. No son las redes sociales las que brindan las condiciones necesarias para estas compañas de vergüenza, como el anonimato y las notificaciones instantáneas, sino que es nuestro deseo de crueldad el que provee las condiciones para crear las orgias sadisticas en la red.

 

Una de las paradojas de las redes sociales es que sabiendo que ellas nos pueden convertir en victimas de una campaña de crueldad, de que incluso nos pueda arruinar, continuamos usándolas. No tiene mucho sentido el creer que nuestra motivación principal para participar en las redes sociales es ser social, comunicarnos con otros y hacer amigos, porque desde hace ya bastante tiempo sabemos de la toxicidad de estos medios. Lo que tiene mas sentido es la idea de que nuestra principal motivación para participar en ellas es la posibilidad de ser cruel, de avergonzar a los demás y burlarnos de ellos. Si traemos a Nietzsche de vuelta podríamos decir que ser social y ser cruel no necesitan excluirse mutuamente. Puede que la ofensa en contra de alguien, en lugar de dividir, cohesione. Algo que dictadores y fascistas de todos los tiempos saben y aprovechan muy bien.

 

Dado esto... ¿no será que no es la sociabilidad la que ayuda a crear las condiciones para la crueldad, sino la crueldad la que ayuda a crear las condiciones para la sociabilidad?  

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


No comments:

Post a Comment