Sunday, June 27, 2021

Algo extraño en el cielo

 

Lo que es cierto, afirmo el ex presidente Obama a comienzos de Mayo, es que hay imágenes y registros de objetos en el cielo que no sabemos exactamente que son. No podemos explicar su trayectoria, ni tampoco sus movimientos.

 

La BBC de Londres ya había sugerido que la revisión de 120 incidentes concluiría que la tecnología estado unidense no ha estado involucrada en ninguno de ellos, lo que descarta efectivamente cualquier operación secreta llevada a cabo por este gobierno. El New York Times y el Washington Post, por su parte, reportaron que altos funcionarios de la administración indicaron que, de acuerdo con el informe del Pentágono, no se había  encontrado ninguna evidencia de que los objetos vistos durante la ultima década por pilotos de la Marina no fueran de este planeta. Pero, estos mismos funcionarios no pueden explicar los movimientos inusuales que han desconcertado a los científicos y al ejercito. En el informe no se encuentran pruebas de actividad extra terrestre, pero el mismo no puede proporcionar una explicación definitiva de decenas de incidentes  en los que se han detectado objetos extraños en el cielo que aparentemente desconciertan por su aparente desafío a las leyes conocidas de vuelo y de la gravedad. 

 

La mayoría de los objetos vistos, dice el escritor científico Mick West, se pueden atribuir a distorsiones en la imagen o problemas en los propios instrumentos. A pesar de esto, sin embargo, admitió que la aparición de objetos no identificados  “en un espacio restringido”  presenta un problema real que necesita solución. 

 

Así, de una desprestigiada y marginal teoría de la conspiración, los OVNI ahora han pasado a formar parte de la atención de los legisladores, los científicos  y los medios informativos... ¿es este interés por parte del Pentágono simplemente una excusa para demandar mas dinero? ¿o una táctica del gobierno para que la gente no se enfoque en los problemas económicos y políticos que amenazan su estabilidad?  ¿o, tal vez, hay algo mas aquí?  

 

Para los escépticos la búsqueda perenne del humano de un significado en el mundo, junto con su fértil imaginación y un posible sentimiento religioso, siempre le impulsara a  hilar nuevos arquetipos comunitarios con los que pueda expresarse. En otros tiempos estos fueron los iconos de la virgen María, las visiones de Jesús o la llamada sónica de Dios, como en Juana de Arco. Tiempos diferentes, visiones diferentes. Los arquetipos contemporáneos son ahora naves espaciales interplanetarias supersónicas en forma de platillos, triángulos o pirámides. Cuando vemos OVNI lo que vemos es una proyección hipertrófica de nosotros mismos y el mundo en que actualmente vivimos. Los platillos voladores ahora reemplazan a Jesús o a los ángeles voladores o a los carros de fuego de la antigüedad. La disposición mental es la misma.

 

Y hay, sin embargo, un objeto volador que no puede ser explicado por la proyección hipertrófica. El 19 de Octubre del 2017 el astrónomo Robert Weryk del observatorio Haleakala en Hawái descubrió la trayectoria de un objeto interestelar, de la dimensión de una cancha de futbol, al que se le dio el nombre de Oumuamua, con la designación oficial de 1I/2017/U1, y que los científicos hasta ahora no han podido establecer con certeza si es un cometa o un asteroide. Visitantes interestelares son mucho mas raros que los asteroides o cometas y, hasta el momento del descubrimiento de Oumuamua, nunca habíamos visto un objeto interestelar pasar a través de nuestro sistema solar. En principio su trayectoria, su velocidad y su dimensión aproximada de ninguna manera sugirieron algo inusual, a excepción  del hecho de que proviniera desde fuera de nuestro sistema planetario.

 

Pero, en poco tiempo los científicos que examinaron los datos comenzaron a señalar que las peculiaridades y detalles  de Oumuamua cuestionan la suposición de que este objeto sea un cometa o asteroide interestelar. A menudo lo que lleva a un astrofísico a nuevos descubrimientos es una anomalía en los datos proporcionados por la observación o el experimento, algo que no sigue las expectativas y que no se puede explicar por lo que sabemos. Este es el caso de Oumuamua. La evidencia no se ajusta perfectamente a la hipótesis de que este objeto sea un cometa o un asteroide interestelar.

 

Para los astrofísicos el brillo cambiante de un objeto espacial proporciona un valor incalculable. En el caso de este misterioso objeto su brillo variaba diez veces cada ocho horas, que es la cantidad de tiempo que toma para completar una rotación completa. Esta dramática variabilidad en su brillo indica que la forma de Oumuamua era extrema, o al menos de cinco a diez veces mas larga que ancha lo que indica que este visitante interestelar era alargado, como un puro, o plano, como un panqueque. De una u otra manera, el visitante era una rareza. Además de ser pequeño y de forma inusual, era también, al menos, diez veces mas reflectante que los típicos asteroides o cometas del sistema solar, nivel de brillo similar al de un metal, algo que un asteroide o cometa no puede reflejar con tal intensidad.

 

Y esto no es todo. La anomalía mas llamativa  es que su trayectoria se desvió de lo que se esperaba basado en la fuerza gravitacional del sol. Según la primera ley del movimiento de Newton cada objeto persiste en su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta a menos que este obligado a cambiar ese estado por otras fuerzas impresas en el. Oumuamua entro en el sistema solar con una trayectoria aproximadamente perpendicular al plano orbital de la Tierra. Así como el Sol ejerce su fuerza gravitacional sobre todo lo que orbita alrededor de el, obviamente también lo hizo sobre Oumuamua. El 9 de septiembre del 2017 el objeto estelar acelero alrededor del Sol a casi 200 000 millas por hora, ganando impulso gracias a la gravitación del Sol y luego giro en una dirección diferente. A partir de entonces continuo su viaje a través y mas allá del sistema solar. Las leyes de la física permiten predecir con certeza que la trayectoria de un objeto dado debe ser la misma que su velocidad alrededor del Sol. Oumuamua no se comporto como se esperaba. En Junio del 2018, los investigadores reportaron que la trayectoria de Oumuamua se desvió ligeramente, pero en un grado estadísticamente significativo. La aceleración que lo alejo del Sol indica que fue empujado por una fuerza adicional que se opone a la fuerza gravitacional ejercida por el Sol y que disminuyo en proporción inversa al cuadrado de la distancia del Sol. Las observaciones del espacio alrededor de Oumuamua no revelaron rastros de agua, gases  a base de carbono o polvo, descartando la posibilidad de que estuviera siendo empujado por vapor cometario.

 

Es esta anomalía, dice el astrofísico Avi Loeb, profesor y director del departamento de astro física de la Universidad de Harvard, la que me llevo a formular la hipótesis acerca de ese objeto que me puso en desacuerdo con la mayor parte del establecimiento científico. Por ahora, la comunidad científica se ha unido en torno a la hipótesis de que Oumuamua era un cometa, aunque uno bien peculiar. La virtud de esta hipótesis es su familiaridad, algo que minimiza el numero de errores que el científico pueda cometer durante su carrera.   

 

 Y, sin embargo, su orbita inusual, su forma extrema y su luminosidad lo hace estadísticamente diferente de todo otro objeto catalogado hasta ahora por la humanidad. En contra de la actitud conservadora de la mayoría de los científicos Avi Loeb considera la posibilidad de que este objeto podría ser evidencia de una avanzada civilización. Si dejamos de lado la presuntuosa idea de nuestra excepcionalidad y asumimos la creencia de que nosotros no somos la única inteligencia en la inmensidad del cosmos tendríamos entonces dos posibles explicaciones. Una es que los creadores de Oumuamua apuntaron intencionalmente a nuestro sistema solar, algo que nosotros mismos hemos hecho al enviar cinco cohetes interestelares en trayectorias aleatorias, dirigidos hacia ciertas estrellas, lo que permite anticipar que otras civilizaciones podrían hacer lo mismo. La otra es que Oumuamua es un pedazo de basura espacial que paso sobre nosotros. Cualquiera de estas interpretaciones podrían ser exactas independientemente de si la civilización que lo creo todavía existe.  

 

Lo que nosotros hacemos aquí en la Tierra nos ayuda a predecir lo que es probable que hagan otras civilizaciones. Así como nosotros abandonamos materiales tecnológicos que consideramos obsoletos, de la misma manera es posible suponer que Oumuamua pueda ser  una tecnología difunta o descartada de otra civilización que termina como basura espacial.

 

El  físico Enrico Fermi en el siglo pasado, casi al final de su carrera, planteo una pregunta bien provocativa... Como explicamos la paradoja de que, dada la inmensidad del universo, la probabilidad de vida extraterrestre parece alta y, sin embargo, no tenemos evidencia segura de su existencia. Si la vida es común en el universo... ¿dónde, entonces, están todos?

 

La respuesta pareciera ser esta. En 1998, el economista Robin Hanson  publico un ensayo titulado “El Gran Filtro”. Lo paradójico, dice, es que en todo el universo el avance tecnológico predice abrumadoramente su destrucción. El mismo momento en que una civilización alcanza nuestra etapa de avance tecnológico, la ventana donde puede señalar su existencia al resto del universo y comenzar a enviar naves a otras estrellas, es también el momento cuando su madurez tecnológica es suficiente para provocar su propia destrucción, ya sea a través del cambio climático debido al uso energético o a guerras nucleares, biológicas o químicas.

 

Imagina, aunque sea por un momento, dice Avi Loeb, la hipotética idea de que Oumuamua hubiese sido descubierto antes de Octubre del 2017 y que hubiésemos tenido la oportunidad de lanzar una nave espacial con una cámara que hubiese tomado una foto de primer plano de Oumuamua que demostraba mas allá de toda duda que este objeto era un escombro tecnológico de una civilización extra terrestre... ¿Qué habría seguido? Encontrar evidencia de vida en otro planeta probablemente tendría un profundo impacto no solo en la astronomía, sino también en la filosofía, la sicología, la religión e, incluso, la educación.

 

Oumuamua es un equipo tecnológico extraterrestre. Esta es una hipótesis, no una declaración de hecho. Como toda hipótesis científica, aguarda confrontación con los datos. Y como sucede a menudo en la ciencia, dice Loeb, los datos que tenemos no son concluyentes, pero si sustanciales. Hasta que obtengamos evidencia adicional, tenemos que trabajar con lo que tenemos. Según la mayoría de la comunidad científica Oumuamua es un objeto natural, peculiar, incluso exótico, pero sigue siendo solo una roca interestelar.

 

 Y, sin embargo, se desvía.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.

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