“El
hombre produce el mal como la abeja produce la miel”, le escribe el escritor
William Golden a su Editor, idea que ya había
inspirado su best seller “El
Señor de las Moscas” cuya premisa es la de que cuando a los seres humanos se les
deja solos se comportan como bestias.
El lado obscuro del ser humano siempre ha
ejercido una enorme atracción, como en este caso, y es uno de los secretos del
éxito literario y tema recurrente en el pensamiento occidental.
¿Es
nuestra inclinación como seres humanos hacia el bien o hacia el mal? Teólogos,
filósofos y lideres religiosos le han dado vueltas a esta cuestión por siglos y
siglos y todavía hoy, después de todo este tiempo, seguimos argumentando.
Desde
hace un tiempo un profesor de sociología
social le ha venido haciendo a sus alumnos la misma pregunta...
Imaginemos, dice, que un avión de pasajeros
al hacer un aterrizaje de emergencia se rompe en tres partes. A medida
que la cabina empieza a llenarse de humo la gente se da cuenta que tienen que
salir rápidamente de ahí ¿Qué pasa durante el escape?
Supongamos
los dos siguientes escenarios... En el Planeta A, los pasajeros le preguntan a
sus vecinos si están bien. Los que necesitan asistencia son ayudados y hasta
arriesgan sus vidas para salvar a quienes ni siquiera conocen. En el Planeta B,
cada uno se defiende a si mismo. El pánico se apodera de todos y los viejos,
los niños y los incapacitados son apartados del camino y dejados a su propia
suerte.
¿En
que planeta vivimos? Aproximadamente el 97%
elige el Planeta B. No importa a quien se le pregunte. De derecha a
izquierda, de ricos a pobres la gran mayoría responde en la misma forma. Es la
creencia de que en el fondo todos somos egoístas, agresivos y fácil de caer en
el pánico y que la civilización no es nada mas que un delgado barniz que se
descascara con la menor provocación. Diferentes versiones de esta creencia la
podemos encontrar desde el inicio del pensamiento occidental comenzando con
Tucidides y siguiendo con Agustín, Macchiavello, Hobbes, Lutero, Bentham,
Nietzsche, Freud y muchos otros.
De
todos ellos el que mayor influencia ha ejercido es Thomas Hobbes. Según el, la
vida humana en estado natural era solitaria, pobre, desagradable, brutal y
corta. La razón es porque los humanos se guían por el miedo al otro y a la
muerte lo que obliga a la incesante persecución del poder para mitigar sus
miedos. El resultado es la guerra de todos en contra de todos. La única forma
de domesticar la anarquía y establecer la paz es renunciar a nuestra libertad y
colocarnos en las manos de un soberano solitario al que le llama Leviatán. Esta
es la racionalidad filosófica básica que los directores, jefes de policía,
dictadores, gobernantes y lideres políticos repiten incansablemente.
En
contra de Hobbes se coloca Jean-Jacques Rousseau... El ser humano, dice, es
naturalmente bueno y son las instituciones sociales las que lo corrompen. El
primer hombre que cerco un pedazo de tierra
y dijo esto es mío es lo que inicia la cadena de crímenes, asesinatos y
guerras, olvidando que los frutos de la tierra pertenecen a todos y la tierra a
nadie. Es este mensaje el que repiten los anarquistas, los activistas sociales,
los socialistas y los comunistas. Y, sin embargo, es el mensaje de Hobbes el que ha predominado.
¿Es
el ser humano, en realidad, innatamente malvado?
De
todas las especies que existen o han existido solo el animal humano ha
conquistado el planeta... ¿por qué? En realidad no porque somos los mas fuertes, los mas inteligentes o
los mas astutos. La razón, dice el
investigador y escritor holandés Rutger
Bregman en su libro “Humankind”, podemos buscarla en la domesticación del
animal. Según las investigaciones del zoólogo Dmitri Belyaev y su ayudante
Lyudmila Trut, que se iniciaron en la universidad de Moscú en 1958, indican que
es posible transformar un depredador feroz como un zorro salvaje, en una
mascota amigable. De generación en generación los fueron seleccionando de
acuerdo a su amistosidad. En 1964 después de la cuarta generación literalmente
los zorros rogaban por atención. En 1978 Dmitri, en el Congreso de Genética
realizado en Moscú, da a conocer que los cambios tienen que ver con las
hormonas. Mientras mas amigables los zorros se volvían menos hormonas del
estrés producían y mas serotonina, la
hormona de la “felicidad”, junto con oxitocina, “la hormona del amor”. Al terminar
su exposición curiosamente agrega... Y la teoría, por supuesto, también puede
aplicarse a los seres humanos.
Según
Dmitri los humanos somos simios domesticados. Por decenas de miles de años los
humanos mas amigables tuvieron mas
descendientes. Y es esta amistosidad la que hizo posible la sociabilidad. Si
los humanos construyen museos en tanto que el Neanderthal, a pesar de su mayor
dimensión craneana, termina en el museo es debido al aprendizaje social, la
habilidad de aprender de los otros, cooperar y trabajar juntos. Es la
domesticación de la agresividad y el egoísmo. Es aquí, según el avance de las
ciencias y la antropología, donde radica la ventaja humana, mas que la fuerza o
la dimensión craneana. Si la lucha y la competencia son un factor en la
evolución de la vida, la cooperación social, sin embargo, es mucho mas critica.
Luego,
si estamos programados hacia la amistad y sociabilidad, mas que hacia el
egoísmo... ¿de donde viene, entonces, nuestro lado obscuro?
De
acuerdo con los biólogos la oxitocina juega un papel clave en el parto y la
lactancia y es instrumental en el romance. Pero, la hormona no solo aumenta el
afecto por los amigos, sino también puede intensificar la aversión a los
extraños. La oxitocina no alimenta la fraternidad universal, sino que coloca
los sentimientos de “mi gente primero”, como en la versión de Trump... “EU
primero”. Tal vez Hobbes tenia razón, después de todo. Nuestra prehistoria fue,
en realidad, el estado de “la guerra de todos en contra de todos”. No
intra-grupo, sino extra- grupo. Las investigaciones arqueológicas parecen
indicar que así fue... ¿cuan violento fueron, en realidad, los primeros
humanos?
La
antropología moderna puede ofrecernos una buena pista. Cuando examinamos
sociedades nomaditas, sin contaminación con el mundo “civilizado”, el
antropólogo Douglas Fry, basado en una lista de tribus representativas,
concluye que los cazadores-recolectores
nómades evitan la violencia (Science
2013). Los nomaditas prefieren discutir sus diferencias o simplemente
trasladarse a otro valle. Pero, si esto no es muy convincente, la mejor
evidencia se puede encontrar en las excavaciones arqueológicas. Si nuestro
estado natural fue la guerra de todos en contra de todos... ¿por que en los
miles de pinturas de las cavernas no encontramos ninguna representación de
ellas? ¿cuánta evidencia arqueológica hay de guerras antes de la invención de
la agricultura y de la vida en sociedades sedentarias? La respuesta es casi
ninguna después del análisis de tres mil esqueletos de Homo sapiens
provenientes de cuatrocientos diferentes sitios, según los científicos que los
examinaron.
Si
este es el caso... ¿cuándo las guerras, las masacres, las torturas, la limpieza
étnica, el comercio de esclavos, el
imperialismo, la explotación y jerarquía clasista y todo el resto de las
crueldades humanas empezaron a ser parte sistemática en la sociedad?
Las investigaciones arqueológicas indican que
las cosas empezaron a cambiar al fin de la ultima edad de hielo,
aproximadamente 15 000 años atrás. El cambio de clima trajo tierras fértiles
transformando el área entre el rio Nilo y el Tigris en la tierra de la leche y
la miel. La abundancia de alimentos dio la posibilidad de quedarse en el lugar.
Se construyeron chozas y templos, se formaron pueblos y aldeas y la población
creció. Pero, junto con ello, también crecieron las posesiones. Y con la
practica de la propiedad y la herencia, las desigualdades también aumentaron.
Lo interesante es que al final de la edad del hielo las primeras guerra
estallan. Las excavaciones arqueológicas indican que es en esta época cuando
aparecen las fortificaciones militares, las legiones de esqueletos con trazas
de lesiones violentas y las pinturas de las cavernas representando
arqueros.
¿Como
se llego a esto? Porque, como la historia indica, ahora se tienen pertenencias
por las cuales luchar y acumular, empezando con la tierra y porque la vida
sedentaria hace desconfiar mas de los extraños. Los nómades recolectores de
alimento se cruzaban con otras gentes
todo el tiempo, sin mayores problemas. Los aldeanos, en cambio, se enfocaban en
su propia comunidad y posesiones. Una nueva época comienzo en la historia
humana. Es el inicio del egoísmo y la opresión de la mayoría por la minoría.
Los lideres se transforman en comandantes y generales y los jefes en reyes. Las
aldeas, las ciudades y los países mas poderosos dominan y explotan a los mas
débiles. Es el fin de los días de la libertad, la igualdad y la fraternidad y
su reemplazo por los poderes jerárquicos basados en la concentración del poder
economico. Las tribus que rehusaron inclinarse frente al déspota fueron eliminadas. En la cúspide el rey, en
la base los esclavos. En la cúspide los jefes ejecutivos de corporaciones, en
la base los trabajadores con sueldo mínimo... ¿como mantienen su poder? Con los
aparatos ideológicos y las fuerzas represivas del ejercito y la policía.
No
es que la sociedad en general corrompa al ser humano, como decía Rousseau. El
problema es la sociedad jerárquica basada en la posesión y concentración del
poder que desencadenan las guerras de conquista y dominación.
La
vida nómade ha quedado en el pasado y no podemos y no queremos volver a ella.
La población mundial ya ha crecido demasiado y acumulado conocimientos y
tecnologías que convierten en obsoleta la vida primitiva. Lo que nos queda es
reinventar la sociedad.
Nieves
y Miro Fuenzalida.
Ottawa,
Julio del 2020.