Sunday, June 21, 2020

Las paradojas del vegetarianismo


La pandemia trae de vuelta el interés por el vegetarianismo a la luz de los contagios provenientes de los mercados de animales salvajes y las factorías de la carne.

Así, por ejemplo, un comercial con el retrato de una vaca pastando  dice que “ahora tu puedes mirarla directamente  a los ojos”… mas abajo hay una hamburguesa de soya. El mensaje implícito es que ahora  tu puedes  comer sin que nadie tenga que morir ¿No es esto una buena nueva?  Bueno…  podría serlo… excepto, por un pequeño detalle. No importa lo que hagamos, siempre  alguien muere para que alguien viva.  

El  cultivo de la soya, como hace notar la escritora y activista ecológica Lierre Keith, es una faena agrícola y la agricultura es la practica  mas destructiva  que el humano pueda ejercer en contra del planeta. Si la selva tropical es destruida en beneficio de la cría de ganado, el mono cultivo destruye la corteza orgánica  de la tierra. Una vez Norte América estuvo cubierta de forestas tan tupidas que una ardilla podía teóricamente viajar de Maine a Texas sin tocar el suelo. Hoy día  el panorama es bien diferente. El 98% de las praderas de Norte América han desaparecido junto con el 99%  del humus original de Canadá. Todo en beneficio del grano.

Los textos históricos cuentan que la civilización se origino  cuando el hombre descubrió como crecer su alimento. De allí emanaron  nuevos  flujos que cuidamos y  destruimos, admiramos y  despreciamos. El arte, la mitología, la religión, la filosofía, la retorica, la ciencia. También la esclavitud, el militarismo, el patriarcalismo, la división de clases, el imperialismo, el hambre, la destrucción  de otras criaturas y la devastación del sistema de soporte vital del planeta. El daño que la agricultura ha producido es social y político. El excedente, que en la cultura de la caza y la recolección no existía,  es el objetivo principal del cultivo de la tierra. El almacenamiento de este superávit  requiere  de tecnología y materiales para construir depósitos,  ejércitos para custodiarlo y organizaciones jerárquicas para decidir como ser distribuido. Con la agricultura el poder empieza a concentrarse en pequeños grupos. Quien controla el excedente  controla el resto. 80% de la población mundial eran esclavos o siervos  hasta el año 1800. Si hoy día no hay esclavos, a lo menos oficialmente, el abismo que separa a los ricos de los pobres  es cada vez mas grande.  La historia humana es el registro de las marcas que este animal fantástico, intoxicado de sueños sublimes  y pesadillas toxicas, ha ido dejando a través del tiempo.

Mesopotamia, la tierra de los  dos ríos, un día no tan lejano estuvo llena de frutas y orquídeas.  La explotación  agrícola la transformo en un basto  terreno estéril donde solo quedan los remanentes de los canales de riego.  La civilización de los valles del rio hindú encontró el mismo destino. Si India, Paquistán, Rusia, Australia,  América o el sub Sahara de África todavía no sufren la misma suerte es solo cuestión de tiempo.  Los que vivimos en centros  urbanos no tenemos idea lo que la agricultura es y no vemos la destrucción que causa. Una cucharada de tierra contiene mas de un millón de organismos vivos y cada uno de ellos come. Un metro cuadrado de tierra fértil contiene miles de diferentes especies de animales. Los botánicos dicen que allí se pueden encontrar hasta 120 millones de nematodos, 100 000  ácaros, 45 000  colémbolos, 20 000  gusanos enchytraeid  y 10 000  moluscos. Mientras mas cavamos mas vida encontramos. Los ácidos húmicos descomponen la planta  y la almacenan en su interior. Cuando reciben la señal del sistema ecológico  la liberan en forma de nutrientes que mantienen  la  fertilidad del suelo. Comer, excretar, comunicar, intercambiar es lo que mantiene el planeta vivo. La foresta, las praderas y los humedales  están cubiertos con una multitud de plantas trabajando junto con la micro fauna y los animales pequeños y grandes. La vida sostenida por billones de criaturas microscópicas produciendo oxigeno y biomasa. A esto se le llama  polyculture perenne y es la forma como la naturaleza  se construye, protege  y reproduce.

La agricultura, como dice Keith, toma un pedazo de tierra y la despeja  de todo ser viviente  hasta la bacteria con el fin de  replantarla con solo un puñado de especies o con una sola planta como trigo, maíz, soya  o arroz. Toda otra especie nativa es maleza que debe ser eliminada  y los animales son muertos o desaparecen porque no hay donde ir. El grano mata los bosques, seca  los humedales y  destruye la fertilidad del suelo. Esto es lo opuesto a la polyculture. Es el reemplazo de un eco sistema natural por uno artificial. El resultado es la  deterioración de la tierra. Los arboles, el pasto, los pájaros y los animales desaparecen y con ellos la riqueza natural. La agricultura es carnívora y lo que come son los ecosistemas. El arado expone el suelo al sol, la lluvia y el viento y la irrigación  seca los ríos y saliniza  la tierra que termina consumiendo todas sus reservas.  25 millones de acres de tierra arable se pierden cada año a través del mundo que obliga a encontrar otros suelos fértiles  o aplicar fertilizantes que provienen de energía fosilizada.

Cien años atrás los científicos descubrieron que el nitrógeno era un factor esencialmente limitante  en el crecimiento humano y que sin el el mundo seria afectado por el hambre.  Alrededor de 1947 la tierra arable  estaba agotando su fertilizante natural. Quien salvo el momento fue Fritz Haber  el inventor del proceso que une el nitrógeno y el hidrogeno, base de la revolución verde. Ahora somos mas de 6 billones de humanos. Sin la industrialización  de la agricultura basada en la energía fosilizada y la explosión de grano barato esto no hubiera sido posible. La cosa paradójica, desde un punto de vista ecológico,  es que ahora  la producción de un acre de maíz requiere 50 galones de  petróleo. Desde que se acabo la tierra arable “nuestra comida es petróleo”. Fertilizante, pesticida  y energía para la maquinaria  necesaria para plantar, cosechar, procesar y transportar el grano. Esta es la trama de la economía del petróleo. Los campesinos del mundo, al no poder costear  y competir con toda esta maquinaria,  son  desplazados de sus tierras y la comunidad,  al perder la autosuficiencia, cae en  la miseria. La agricultura es una pirámide. En la punta, las corporaciones del grano. En la base, los campesinos y sus comunidades.

En lugar de sostenernos dentro de una compleja red de relaciones, las  destruimos y tomamos la tierra solo para nosotros. ¿Qué  ocurrirá con la  industria agrícola  y las factorías de la carne cuando la producción de petróleo empiece a disminuir? ¿O, mas grave aun, cuando se agote?

La hamburguesa de soya  no escapa a la dialéctica  de la vida y la muerte…  Pero esta dialéctica fatal no justifica la explotación sádica  de la industria de la carne  que es una negación  ética, ecológica y nutricional. Una industria que  solo puede describirse  como una cámara de tortura en beneficio del lucro. La defensa del animal  y los ecosistemas se basa en la ética de una vida compartida. Los otros seres me importan porque son la condición de mi existencia y yo soy la condición de su existencia. Comemos y somos comidos. Todos somos predadores  y presas, incluyendo los herbívoros.  Según el orden del tiempo, a todos nos llega el turno. Es esta conexión metabólica la que establece nuestra continuidad y cercanía con la planta y el animal.  No podemos pretender  ubicarnos fuera del sistema natural. Por lo menos, no todavía. Nuestra animalidad no es el residuo de un  pasado  primitivo. Es el constituyente clave de nuestro ser que se cambia a si mismo con el tiempo.  Si no fuera  por los millones de diferentes criaturas, la mayor parte invisibles al ojo humano, que producen o degradan lo que nosotros no podemos, no estaríamos aquí.

La vida ha evolucionado con la cooperación de dos micro organismos que al unirse   permanentemente inauguran nuevos niveles de complejidad. Las nuevas especies que aparecen compiten por el alimento. Cooperación y competencia… ¿Qué modelo elegimos? ¿Uno  igualitario o uno jerárquico? Tenemos la elección de la muerte que destruye la vida o la muerte que es parte de la vida. Ser cruel o agradecido. Dominar o cooperar. Si alguien muere cada vez que comemos podemos elegir que lo que muera sea un individuo y no una especie. Elegir seguir asaltando la tierra o ser parte de lo que la protege. Elegir la destrucción y crueldad que causan la industria agrícola y animal o reconocer que toda cosa viviente merece nuestro respeto y que, de acuerdo con  el orden del tiempo, a todos nos llega  el turno. El tamaño de nuestro cerebro nos da la posibilidad de elección.  

¿Qué hacer, entonces? Lo mas obvia seria  el desmantelamiento de toda la red de ordenes jerárquicos y sistemas de poder que hacen imposible un mundo sustentable. El problema es que por mas de 10 mil años  las masas explotadas no han sido capaces de cambiarlo.


Nieves y Miro Fuenzalida.

No comments:

Post a Comment