Las
fuerzas microscópicas de la naturaleza nos confinan a nuestras casas y
departamentos, nos obligan a interactuar a dos metros de distancia y nos
recuerdan que las secreciones, el aliento, el olor y la tos que somos es la materia
que constituye nuestra ultima realidad, a pesar de todas nuestras fantasías.
De
la biopolitica a la psicopolítica... y de vuelta a la biopolitica. Según una
orden publicada en el siglo XVII, en algún lugar de Europa, se cierra la ciudad,
se separan los distritos, se ordena estar dentro de las casas y se prohíbe
dejar la ciudad bajo pena de muerte. Las regulaciones que se implantan penetran
hasta los mas pequeños detalles de la vida diaria a través de la mediación de
una completa jerarquía que asegura el perfecto funcionamiento del poder. En
contra de la plaga el proyecto disciplinario pone en juego el biopoder medico y político
que eventualmente reemplaza el poder soberano. Hoy nadie podría negar que este
modelo de separación social y exclusión que hoy vivimos es un despliegue
biopolitico. En breve, un poder que es articulado en la producción, manejo y
administración de la vida.
Como
nota Esposito la política y la medicina han estado ligadas, por lo menos
durante las ultimas tres centurias, lo
que ha producido, inevitablemente, la
transformación de ambas. Por un lado, esto ha guiado a un proceso de
medicalización de la política que se muestra cada vez mas en su tendencia a
“curar” a los ciudadanos por riesgos que la misma política, en muchas
ocasiones, es responsable por enfatizarlos. Por otro lado, también podemos ver
la politización de la medicina, con misiones de control social que no le
pertenecen, lo que explica las evaluaciones extremadamente heterogéneas que los
virólogos están haciendo en la naturaleza y gravedad del covid-19.
Desde
un punto de vista legal los decretos de emergencia aplicados a casos como este
le permite al poder política establecer estados de excepción que a la
larga socaba el balance de poder en
favor del ejecutivo. Según Agamben en las democracias liberales modernas la
suspensión temporal de la ley se transforma eventualmente en una condición
generalizada, en un paradigma de seguridad que deviene en la técnica normal de
gobierno. Las frenéticas, irracionales y completamente injustificadas medidas
de emergencia para detener una supuesta epidemia debido al covid-19 muestran
la tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como modelo a
seguir. Las razones de salud y seguridad publica dan lugar a una verdadera
militarización de municipios, regiones y
países. El covid-19 esta siendo usado como una “excepción” que permite una
extraordinaria expansión del poder gubernamental para imponer extraordinarias
restricciones a la libertad que disuelven los vínculos sociales e imponen un régimen de soledad y control policial que recuerda las negras
experiencias de nuestro pasado. La infección causa solo moderados síntomas, una
especie de influenza, en el 80 o 90% de los casos. En el 10 al 15% de los casos
puede desarrollarse una neumonía con consecuencias benignas en su mayoría. Y, solo
un 4% requiere cuidados intensivos. Si esta es la situación... ¿por qué las
autoridades y los medios de información hacen lo posible para propagar el
pánico?
La
preocupación de Agamben es la regularización de la excepción. En uno de sus recientes escritos expresa que mas triste que las
implícitas limitaciones de la libertad es la degeneración de las relaciones
humanas que esto pueda generar. El otro humano, cualquiera que este sea,
incluso los que amamos tenemos que mantenerlos a distancia, no tocarlos, ni siquiera acercarnos a ellos. De
pronto nuestros semejantes han sido abolidos.
Pero...
¿esta seria la única manera de expresar el amor? Abrazar, besar o apegarme a
mis semejantes no es la única manera de manifestar nuestros sentimientos. En
estos momentos, mas que nunca, desplegamos el amor manteniendo a ella o a el a
distancia. Hoy día la sociabilidad, como dice Sergio Benvenuto, es evitar la
sociedad... ¿no es aquí donde cierto marco ideológico, de izquierda o derecha,
se derrumba? ¿no es este el fracaso de entender lo que esta pasando en la
molecularidad de nuestras relaciones? Boris Johnson le dice a los británicos...
“prepárense a perder a quienes aman antes de que les llegue su tiempo”. El
mensaje obvio fue “prepárense a perder a sus viejos”. Y Donald Trump estaba
dispuesto a eliminar las restricciones para salvar la economía.
Italia hizo una elección diferente... Cuarentena y parálisis económica para proteger a sus viejos y viejas, Agamben entre ellos... ¿no hay algo hermoso en esta vigorosa defensa de los que no tenemos una larga vida por delante?
Como
dice Jean-Luc Nancy... “Debemos tener cuidado de no golpear el objetivo errado”.
Lo cierto es que toda la civilización esta en cuestión, no hay lugar a dudas.
En realidad, lo que esta ocurriendo, como todos podemos ver, es la
descomposición de los servicios públicos y la economía, mas bien que la toma
totalitaria del poder. No hay un titiritero tirando los hilos. Este es el
resultado de fuerzas independientes. El
mero hecho de que los sistemas económicos no puedan suspender su frenética
actividad por unas pocas semanas sin dar señales visibles de colapso los expone
por lo que son... un virus planetario mortal. Con lo que nos enfrentamos es con
la elección de una supuesta economía “saludable” y nuestra propia salud física.
Irónicamente esta elección ha estado frente a nosotros desde hace harto tiempo.
Si este virus cae en la
categoría de un evento, lo que es difícil de negar, entonces debe poseer
también alguna virtud. Los eventos no hay que confundirlos con los hechos. A
diferencia de estos, ellos poseen una fuerza, una propiedad, es decir, algo
hacen, producen transformaciones y generan futuros que antes no eran posibles. Todas
las plagas, como la historia muestra, cambian la sociedad y la cultura,
transformando alguna tendencias y acelerando otras y cambian la consciencia con
consecuencias que no se ven por años. Lo que sabemos, sin embargo, es que en
algún momento la pandemia terminara. Lo que no sabemos es que tipo de ser
humano seremos en ese momento.
Tratando
de responder a esta cuestión, el filosofo marxista Zizek dice que la pandemia causada por el coronavirus es un
ataque al sistema capitalista mundial, un signo de que no podemos seguir por el
mismo camino que hemos transitado hasta ahora. Necesitamos un cambio radical
que traiga una sociedad alternativa, una sociedad que este mas allá de la
nación-estado capaz de que actualizar la cooperación mundial. Son las catástrofes cósmicas, la amenaza
global como un asteroide o un virus matando a la humanidad, las que dan paso a la solidaridad mundial, dejando aparte
nuestras mezquinas diferencias. Lo triste de todo esto es que necesitamos una
catástrofe de esta magnitud para obligarnos a repensar las características
básicas de la sociedad en que vivimos.
¿No
será que este optimismo es algo prematuro? Si miramos el pasado humano también es posible otro
escenario. Según Byung-Chul Han el virus no puede reemplazar a la razón.
Después de la pandemia, el capitalismo continuara con su pujanza. Es cierto que la conmoción es un momento propicio
que permite establecer nuevos sistemas de gobierno. El neoliberalismo, por
ejemplo, fue precedido de crisis que causaron conmociones. Pero, el virus no
vencerá al capitalismo y no podemos dejar la revolución en sus manos. Somos los
humanos dotados de razón los que tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo
destructivo.
En
tiempos de colapso, el capitalismo solo
tiene dinero mágico, primero para los bancos y las grandes Corporaciones, la
elite rica que hoy gobierna el mundo y luego, lo que queda, va a nosotros.
Cuando el circulo de beneficios se expande, no es porque el capitalismo, de
pronto, se haya vuelto mas solidario, sino porque necesita mantener su fuerza
de trabajo. Una vez terminada la crisis tratara por todos los medios posibles de
recuperar las riquezas perdida. El capitalismo es un sistema económico amoral
impulsado solo por la acumulación del lucro. Y no hay virus que lo haga
cambiar.
El
virus, de repente, nos hace sentir que todos estamos siendo arrastrados por algo
arrollador que silenciosamente crece en los pliegues de nuestros cuerpos mas
allá de nuestra voluntad. Cada uno de nosotros esta bajo la amenaza de este ataque, lo que nos hace participantes de
una tragedia común. Y, curiosamente, es
en estas situaciones cuando ser libre es hacer lo que se debe hacer. La
libertad encarnada en el trabajo y dedicación de los miles y miles de hombres y
mujeres a través del mundo que diariamente arriesgan sus vidas para impedir que
la infección se expanda sin limites.
Nieves
y Miro Fuenzalida
Vaya ensayo sobre la biopolítica. Lo encuentro profundo en ciertas áreas y superficial en ciertos elementos. Seguiré leyendo. Gracias
ReplyDelete