El
centro político es lo que se ubica entre la derecha y la izquierda. En este
sentido los tres términos son nociones relacionales Cada uno de ellos se define en relación con los otros dos. En
la época de la Revolución Francesa los delegados mas radicales de la Asamblea
Nacional se sentaban a la izquierda del
oficial que precedía y la “izquierda” designaba una orientación política
relativamente estable. La “derecha” tenia
un significado contrario. A pesar de que
es imposible decir exactamente que
significan estos dos términos, la diferencia es suficientemente clara como para
ubicar a lo largo del espectro programas, políticas, gente y partidos. Socialistas, comunistas, anarquistas y
radicales a la izquierda. Conservadores, evangelistas, nacionalistas a la
derecha. Como en cualquier continuo hay,
por supuesto, graduaciones... cuantas o como se describen depende del contexto.
Según esta metáfora espacial también hay un “centro”. Sin embargo el “centro” casi nunca se ubica
figurativamente en el medio, entre la izquierda y la derecha. Lo que cuenta
como “centro” esta determinado por la
corriente política convencional del momento. El “centro” por tanto es mas difícil
de caracterizar que los otros dos polos, pero siempre guarda una cierta
distancia de la izquierda o derecha. La tendencia de los individuos y partidos
ha sido gravitar hacia el “centro”... hasta hoy. No hay ninguna garantía que el
“centro” continúe siendo políticamente significante, como lo indica la perdida
de confianza en los partidos políticos tradicionales.
Si
dejamos a un lado las elites que dominan la sociedad con su propia agenda y su
interés solo en dinero y poder y nos concentramos en el 99 por ciento restante
que somos todos nosotros encontramos dos
grandes campos políticos con diferentes concepciones acerca de la sociedad, que no hablan el mismo lenguaje y que carecen
de un terreno común.
Como
dice el escritor y periodista Jonathan
Cook, el primer campo todavía confía, en mayor o menor medida, en los que
gobiernan la sociedad. La “izquierda” y “derecha” de este campo se diferencia
primariamente en la creencia acerca de cuanta ayuda deben recibir los que se
ubican en los estratos mas bajos de la sociedad para mejorar su estatus. Fuera
de esto, mayormente coinciden en sus suposiciones básicas... los debates acerca de los valores políticos y
sociales son necesarios y, a pesar de que
pueden haber malos políticos, la
mayoría de ellos surgen debido a su habilidad y son responsables frente al electorado. A pesar
que ellos conceden que los medios de
comunicación están en manos de un puñado de corporaciones cuyo único interés es
la ganancia económica, todavía tienen confianza en que el libre mercado
garantiza que noticias importantes y el
espectro completo de opiniones legitimas estén disponibles para los lectores.
Tanto los políticos como los periodistas limitan la corrupción y el abuso del
poder de las corporaciones. Las democracias occidentales son sistemas políticos
mas civilizados lo que justifica el que hayan adoptado el papel de policía
global. Si tienen que iniciar guerras es para controlar los instintos genocidas
y el hambre por el poder de los dictadores.
El
rápido ascenso del segundo campo ha venido siendo impulsado por el acceso sin precedente que el publico
occidental ha tenido a la información, buena o mala, gracias a las redes
sociales. Nunca en la historia humana tanta gente ha logrado abandonar la información diseminada por el marco
clerical, estatal o corporativo y comunicarse directamente unos a otros a
escala global. No es muy fácil
caracterizar este grupo en el esquema
político de la “derecha” o “izquierda”. Lo que los une es la desconfianza,
no solo en los que dominan la sociedad, sino también en las estructuras
sociales en las que ellas operan. Estas no son inmutables, divinamente
diseñadas. Por el contrario, son el producto de ingeniería social de una
pequeña elite que mantiene el poder. Estas estructuras son globales,
fabricadas, hechas por el ser humano y, por tanto, totalmente reemplazables
como fue el orden aristocrático feudal. La aristocracia contemporánea, según
este campo, son las corporaciones internacionales, socialmente irresponsables y
mas grandes que el estado que ya no las puede constreñir. Los políticos son
parte del sistema corrupto y se mantienen defendiendo sus valores podridos. Ellos, en lugar de servir
al electorado, sirven al poder de las corporaciones para quienes realmente trabajan. Si alguien
tiene duda basta mirar lo que ocurrió en el 2008. En lugar de hacer responsables
a los bancos por la recesión económica debido a la especulación irresponsable de
la elite financiera, fueron rescatados por el gobierno con el dinero de los
contribuyentes. Es decir, los mismos que fueron estafados tuvieron que pagar en
lugar de reformar el sistema bancario. Los medios de información, que se supone
son los que vigilan las acciones del poder, están incrustadas dentro de la
estructura corporativa que domina la sociedad. En lugar de ser la voz critica,
son parte de las relaciones publicas de la elite económica que solo permiten una disidencia
mínima para dar la impresión de
pluralismo. Estas estructuras domesticas
están al servicio de la acumulación de
riquezas en beneficio de la elite global
a través del saqueo de los recursos naturales del planeta y la
racionalización de la guerra permanente que requiere la manufactura de
“enemigos” para justificar la expansión de la industria militar y los servicios
de vigilancia. La narrativa del “enemigo diabólico” que los medios de
información difunden obsesivamente les permite expandir OTAN y las bases militares a través del
mundo.
Estos
dos campos tienen un lenguaje y una narrativa totalmente diferentes. El primero
tiene el poder de la estructura corporativa detrás de el. Los políticos y la
prensa hablan su lenguaje que se
presenta como oficial, objetivo, neutral y legitimo. El otro campo tiene solo
un pequeño espacio... las redes sociales,
que rápidamente se empequeñecen en la medida en que los políticos y las corporaciones controlan o son dueños de estos medios de
comunicación masiva que ya han empezado
a censurar porque los mensajes son peligrosos, falsos y conspiratorios.
¿Cual
de estos dos campos ganara la batalla? Por ahora, va ganando el primero...
pero no por mucho tiempo. Y no porque el segundo va a ganar el argumento. Eventualmente
la realidad física se va a imponer
haciendo pedazos sus ilusiones. La destrucción ecológica y el desastre
económico serán los desruptores mas importantes
que pondrán fin a la narrativa capitalista neoliberal. El crecimiento
continuo, que es lo que sostiene al capitalismo, no puede mantenerse
indefinidamente porque los recursos
naturales de la tierra son finitos. Hoy tenemos suficientes indicaciones de que estamos acercándonos a ese punto. El
clima esta volviéndose en contra de la humanidad. Como dice Cook, para el
segundo campo el sistema simplemente no funciona y se necesita un cambio
radical. El primer campo trata desesperadamente de mantener el estatus quo con
la esperanza que el sistema siga funcionando con modificaciones y reformas
menores. Las grietas, sin embargo, están
por todos lados y no se pueden negar.
Pueden gritar y vociferar, demonizar a los competidores internacionales,
armarse hasta los dientes para mantener la hegemonía mundial, aumentar la
vigilancia y las medidas represivas y nada de esto los salvara.
Una
nueva era viene. Si no la definimos nosotros el planeta lo hará, que es lo mas
probable... ¿será esta era mejor o peor? Se puede avizorar una mayor deterioración,
incluso la extinción de la especie humana, dependiendo de cómo respondamos,
cuan preparados estemos y cuanta violencia el capitalismo neoliberal este
dispuesto a usar para mantener el orden de las cosas y evitar la perdida del
poder. El rechazo de este orden fallido
dependerá de cuantos seres humanos estén dispuestos a reemplazarlo para
reconstruir, desde sus ruinas, uno nuevo. Mientras tanto, la elite para mantener
control vilifica y empuja al margen de la vida publica a los que no participan
de la narrativa oficial. En el ámbito internacional la elite corporativa y
militar no va a ceder el poder tranquilamente y esta dispuesta a desencadenar
la guerra nuclear para conservarlo, aunque esto signifique el fin de la
civilización humana.
Por
ahora, no es claro que formas adoptara el descontento y que estrategias y programas
alternativos puedan ser implementados prácticamente.
Lo que abría que agregar, sin embargo, es que el problema de ver el descontento y la insatisfacción de
las masas como un instrumento político equivale a colocar la resolución del capitalismo
exclusivamente en el ámbito de lo humano, es creer que la ideología es una
fuerza externa que usurpa al sujeto transformando sus deseos en necesidades
consumistas. Lo que se necesita, de acuerdo con esta lógica, es una conciencia
auto revolucionaria, una auto transformación interna para asaltar lo externo...
cambia la conciencia, para cambiar el capitalismo... ¿podemos continuar
manteniendo la ilusión de un sujeto independiente que es colonizado y
corrompido por el sistema? ¿la fantasía de retornar al sujeto a la libre
expresión de su voluntad? Por todas
partes vemos como la tecnología disuelve toda noción de subjetividad. La
experiencia o subjetividad humana no es algo separado de las circunstancias que
habita, algo que reacciona o configura su propia vida desde una posición
universal. En la practica somos el
producto de múltiples ambientes... nación, ciudad, cultura, medios de
comunicación, espacio virtual, tecnologías, etc. Incluso el capitalismo, en
muchos de sus ámbitos, ya opera al margen de la voluntad humana al adoptar una
forma “auto dirigida”... la volatilidad del mercado, por ejemplo, esta sujeta a
factores no humanos como humanos, el Internet siempre amenazado por complejos
malware y el impacto económico de las catástrofes ambientales, entre otros. Lo
cierto es que no tenemos subjetividad previa
o independiente del ambiente social y toda la maquina capitalista esta
dirigida a reproducir el sistema y la mentalidad que lo sostiene. Cada intento de reemplazarlo lo trae de vuelta.
Esto no significa suprimir la subjetividad humana en la lucha social. Ella, por
supuesto, es necesaria. Pero, no suficiente. Todo esto es lo que hace tan difícil la
organización y efectividad del descontento.
No
hay sujeto político que primero exista y luego decida actuar. Es la acción
política la que crea lo que antes no existía. Un sujeto político colectivo se
crea a si mismo como actor social en el momento en que su acción rechaza el
lugar que el sistema le asigna. Cuando los que no son parte del orden actúan
políticamente en contra de los que son parte se crean obligaciones y deberes,
conexiones internas solidarias cuya
presuposición es la igualdad. Es esta
masa, privada de todo y situada en las ruinas de los centros industriales la que puede
constituirse en el núcleo de una fuerza futura... una fuerza de cambio... pero también una fuerza dirigida solo a
ser parte.
Nieves
y Miro Fuenzalida.