En
una conversación entre Seinfeld y Costanza, el primero le pregunta... ¿le
distes a ella una descripción de ti mismo a través del teléfono? Si... ¿Que le
dijiste?... ¿Qué crees que le dije?...No
se... Le dije la verdad... ¿Cómo tu la ves?... Si, como yo la veo.
¿No
es el caso que la verdad “como yo la veo” es la verdad de la era de la Pos- Verdad? No la verdad
empírica o racional, sino digamos, la verdad que proviene de una dimensión
paralela no sujeta a un pensamiento racional. El concepto de Verdad que sostuvo el Siglo de
las Luces ha perdido su estatus de objetividad y con lo que nos quedamos es con
“mi verdad” que es diferente a la tuya. Los hechos objetivos le ceden el lugar
a las emociones y creencias personales. El deslizamiento de la verdad a lo que
siento que es verdad. El prefijo pos no se refiere aquí a un tiempo que viene después de una situación
o evento, sino a un tiempo en el que el
concepto “verdad” ha perdido importancia
o se ha vuelto irrelevante. Al final nos quedamos con que nadie esta de acuerdo
en que es la verdad... ¿Significa, entonces, que antes de la era de la
Pos-Verdad hubo una en que la verdad prevaleció
y la mentira no era mucha? Uno quisiera creer eso, pero tal edad de oro
nunca ha existido.
Lo
inquietante es que, al parecer, no hay un fundamento ultimo en base al cual un
argumento pueda ser aceptado definitivamente como verdadero o falso. Lo que hoy día
llamamos Pos-Modernismo es simplemente la observación o reconocimiento que
nunca hemos tenido un punto Arquimidico que exista fuera del flujo de nuestras
propias opiniones o teorías. A través
del tiempo hemos creado para nosotros mismos fundamentos universales y
absolutos que todos reconocemos y aceptamos
y que nos sirven para construir verdades objetivas que se ubican mas
allá de nuestros intereses y
sentimientos. El temor subliminal de nuestra época es que tales fundamentos, en
ultima instancia, son construcciones
históricas. El secreto esta ahora expuesto a plena luz. Pero, cuidado... El que vivamos dentro de lo que fabricamos y
luego nos narremos a nosotros mismos estas fabricaciones no nos lleva a la conclusión de que la
realidad es lo que decimos de ella y que
la verdad yace donde la vemos. Ciertamente que fabricamos, pero el mundo no esta de ninguna manera
obligado a consentir.
La
perspectiva posmodernista plantea
importantes cuestiones filosóficas acerca de la naturaleza de la verdad, del
significado de un texto, de los hechos históricos y de muchas otras cosas. El
problema es que lo que es primariamente relevante para el discurso intelectual y
la academia no siempre se traduce bien en el ámbito de la vida diaria. Si en un
tiempo pasado las modas intelectuales se limitaban al pequeño ámbito universitario
de profesores y discípulos hoy día se filtran en la cultura popular a través de
la popularización de artículos y libros que
avalan un relativismo posmodernista a medio digerir.
El
Posmodernismo en un sentido teórico es la situación en que nos encontramos después de la
descomposición del proyecto del “Siglo de las Luces”, que se inicia en la segunda mitad del siglo
XVIII y continua hasta el siglo XX. El objetivo era lograr el que diferentes
personas vieran las cosas de la misma manera... que es la manera racional. Para
estos pensadores había una sola posible respuesta para cualquier pregunta. Y si
esto es así entonces podemos concluir que
es posible controlar y ordenar racionalmente el mundo si logramos representarlo adecuadamente. La
presunción es que existe un solo modo correcto de representación que la ciencia y las matemáticas
progresivamente van revelando. Este no
es solo un esfuerzo filosófico, sino una creencia en el progreso linear, en la
verdad absoluta y en la planificación de
un orden social ideal. Este modo de
pensar implica una meta narrativa o un gran discurso acerca de la dirección de la
historia... una historia suficientemente grande para unir la filosofía, la
investigación científica, la política y el arte con un sentido unitario y
direccional... así, por ejemplo, las historias cristianas acerca de Dios y el
mundo, la historia marxista de las etapas históricas, el Destino Manifiesto de
norte américa, etc. El posmodernismo es
el tiempo en que estas historias ya no
funcionan muy bien.
En
las sociedades tradicionales se tenia la experiencia de la universalidad sin
tener un concepto de ella. La gente pasaba sus días y sus vidas sin encontrar otros seres humanos con una
visión diferente del mundo, por lo que
no tenían que preocuparse mucho acerca del pluralismo. En el modernismo hay un
concepto de universalidad basado en la esperanza de que algún genio o líder
político encuentre la solución para que
todo el mundo este en la misma pagina. Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que
cada guerra, cada misión comercial, cada flujo de información y cada migración ha traído un choque cultural.
En el posmodernismo el concepto mismo de universalidad se vuelve cuestionable al chocar con
múltiples realidades. Todos los sistemas de creencias mas influyentes del tiempo del modernismo
todavía circulan, pero cada uno de ellos
experimenta una que otra dificultad que pone en peligro su existencia. Muchos quisieran que estas dificultades junto
con los ataques al concepto de la verdad objetiva y universal desaparecieran. Y, en el hecho, algunos
movimientos del posmodernismo que hasta
no hace mucho ocuparon la cúspide de la academia han empezado a perder su
lugar preeminente. Algunos de ellos han venido y se han ido como
siempre ocurre con los ismos. Este es el
posmodernismo que no debiéramos confundir con la posmodernidad que es la
condición de nuestro tiempo, una etapa de transición y reformulación de los
fundamentos de la civilización que va a
ocupar un largo tiempo.
Viviendo
con tantas verdades es imposible evitar
la revisión del concepto mismo de
verdad. La verdad “como yo la veo” no
nos lleva muy lejos, lo que obliga a pensar de nuevo. Según Richard Rorty seria
mejor decir que la verdad es algo que hacemos, no algo que encontramos. Por
sorprendente que parezca la idea no es nueva. La encontramos hace 2500 años atrás en el
Budismo y en el occidente aparece con Heráclito el Obscuro y se repite como una
muletilla en el pensamiento posterior.
La idea no implica que no haya
nada “ahí afuera”. Solo implica que las historias acerca de lo que hay afuera,
digamos los hechos científicos, las enseñanzas religiosas, nuestras creencias
sociales, incluso nuestras percepciones personales son producto de la
interacción entre la mente humana y el cosmos. A este lo encontramos, pero las
ideas que nos formamos de el son hechas. Que el mundo esta ahí afuera significa
que no es nuestra creación, que
las cosas que hay en el espacio y el tiempo son efectos de causas que no
incluyen nuestros estados mentales. Decir que las verdades son hechas, en
cambio, significa que donde no hay sentencias no hay verdad, que las sentencias
son elementos del lenguaje y los lenguajes son creaciones humanas. Según el consenso pos moderno las ideas no
pueden ser entendidas aparte del sistema lingüístico, del esquema conceptual o de
la visión del mundo que las produce.
La
cosa, entonces, es que como hay mas de
un esquema conceptual, mas de una visión del mundo, mas de una sola perspectiva
hay también mas de una versión de la
verdad acerca del mismo tema... ¿significa, entonces, que cada versión del tema es verdad? ¿puede
uno ser pluralista sin creer que
cualquier cosa va? Este es el problema
que cualquier esfuerzo filosófico tiene que dar cuenta... realismo acerca de la
verdad y pluralismo acerca del mundo. Un problema filosófico no solo de interés
académico, sino también político... como incorporar diferentes puntos de vista
en la propia cultura. El problema es
este... si sostenemos el pluralismo
cultural la verdad no puede residir en
la correspondencia con un mundo de hechos neutrales. Es cierto que la verdad
implica la forma en que el mundo es, pero como esta forma es relativa a un marco conceptual, entonces
la verdad también es relativa. Si los hechos y el contenido son relativos...
¿cómo podemos evitar el relativismo acerca de la verdad? Si el pluralismo
quiere retener una noción de la verdad que sea estable a través de los
diferentes esquemas conceptuales, digamos de las diferentes culturas, entonces
necesita de un mecanismo evaluativo.
Reconocer
el pluralismo no es reconocer necesariamente que una visión del mundo es tan
buena como cualquier otra... ¿por que?... porque hay unas que funcionan mejor que otras. Una visión
viable del mundo es interdependiente, consistente, se
ajusta a los datos empíricos. Una no viable
es fragmentada, inconsistente, ignora los datos y se equivoca con mas
frecuencia. La clave es cual funciona mejor... ¿SIDA es una invención
imperialista que se puede tratar con ajo, limón y aceite de oliva, como sostenía
un personero del gobierno de Sud Africa
entre 1999 y 2008, o una enfermedad viral infecciosa que puede tratarse con un
tratamiento anti viral? ¿cuál de estas visiones es mas viable?
En
ultima instancia uno puede preguntarse... ¿cómo todo puede ser relativo a menos
que lo relativo tenga una base?... la
relatividad de todas las cosas requiere de algo que no sea relativo, algo
independiente de nuestros esquemas y conceptualizaciones, algo que los esquemas
conceptuales son últimamente esquemas de. Nuestras perspectivas son perspectiva de una realidad compartida, de
un mundo que nos afecta a todos. Admitir
que hay un solo mundo, que hay una realidad noumenal, es admitir que es
independiente de cualquier punto de vista. La diferencia entre un mundo de apariencias y
uno transcendental no implica la diferencia entre dos mundos, sino la
diferencia entre dos formas de considerar el mismo mundo, dos formas de
concebir la misma realidad compartida, el mismo mundo en el que todos estamos.
Nuestro mundo es el mundo. Lo que el
pluralismo aporta es que no una iniciativa, no un solo punto de vista tiene
acceso a la verdad absoluta, no porque los otros también lo tienen, sino porque no hay tal
verdad absoluta. Describimos el mundo y al mismo tiempo, al hacerlo,
describimos como el mundo se presenta a nosotros. En la practica ambos
proyectos son inseparables.
Kant
decía... “si no podemos conocer las cosas como ellas son en si, podemos, sin
embargo, conocerlas como ellas deben ser concebidas en una reflexión
transcendental”.
Nieves
y Miro Fuenzalida.
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