El 2010 el detector Atlas indico la existencia de la partícula sub
atómica, popularmente conocida como la partícula de Dios que, según
el físico Higgs ha teorizado,
impartiría masa a las otras
partículas y que hasta hoy no se había logrado detectar. Si es posible
probar sin ninguna duda su existencia la
física quántica habría encontrado,
finalmente, la última partícula
La imagen
jerárquica de la naturaleza siempre ha sido parte de toda metafísica que se
considere realista. Ella contiene la presunción de que hay una última realidad
fundamental de la que toda otra entidad contingente deriva. Toda macro entidad,
según va la historia, es el resultado de la infinita combinación de partículas
elementales. Newton especulaba en la Optica que las partículas mas pequeñas de
materia se cohesionaban para formar otras mas grandes que a su vez componían partículas aun mas
grandes hasta llegar a los cuerpos de magnitud sensible. Es esta visión del
mundo material la que aun encontramos en cualquier texto de introducción científica. En uno de
ellos leemos que la materia, según parece, consiste solamente de dos tipos de
partículas elementales… quarks y leptons. Estos son los ladrillos fundamentales y últimos del
edificio cósmico.
¿Se podría decir que la física contemporánea
todavía apunta a un mundo constituido a
partir de simples partículas? Según Jonathan Schaffer (Universidad de Massachusetts)
la mayor parte de los científicos han venido argumentando que próximamente habrá una microfísica completa basada en el
postulado de la existencia de partículas últimamente indivisibles. Decir que es
completa es equivalente a decir que será capaz de relatar una historia causal
total en donde las posibilidades de cada evento microfísico han sido fijadas
por condiciones microfísicas antecedentes.
El premio Nóbel Steven Weinberg dice que si la historia es de alguna
indicación habrá una teoría final. En el siglo XX, agrega, hemos visto una
convergencia de todas las explicaciones similar a la convergencia de las flechas
hacia el polo norte. Kim y Lewis piensan igualmente que la física actual ha
avanzado inmensamente en la corrección y finalización del inventario de las
propiedades y relaciones fundamentales
que ocurren en el mundo y razonablemente podemos esperar que la física futura
completara el trabajo… ¿No hemos escuchado
este tipo de especulaciones muchas veces en la historia de la ciencia?
En 1894 Albert Michelson decía que la mayoría de los grandes principios han
sido ya firmemente establecidos y los próximos avances se concentraran
mayormente en la aplicación rigorosa de ellos. Max Born, después de ver la
ecuación de Dirac, expresaba que la física, tal como la conocemos, se acabara
en seis meses. Y no hace mucho, en 1979 en una de sus lecturas, el celebrado físico
Stephen Hawking predijo que la física teorética se completaría al final de la
centuria. ¿No será que la creencia en una microfísica completa basada en una
teoría de partículas es solo un artículo de fe?
Después de anunciarse tantas veces la llegada de una teoría final un
poco de escepticismo no estaría de más.
La historia de
la ciencia es la historia de la búsqueda de estructuras cada vez mas profundas.
De los elementos pasamos a los átomos y
de los átomos al electrón, protón y neutron, las partículas sub atómicas, para
pasar a los hadrons construidos a su
vez de quarks que son compuestos de preons o, como algunos
afirman, los quarks son realmente
strings ¿Son estos los últimos átomos, indivisibles en el sentido de los
antiguos griegos? La historia muestra que cada vez que profundizamos nuestra
comprensión del Universo volvemos a encontrar micro constituyente aun más
pequeños, niveles más finos de materia. Como dice Brian Greene (“The Elegant
Universe”) siempre existe la posibilidad
de que los strings no sean más que
otra tela en la cebolla cósmica. Según
R. W. Sperry, la aproximación reduccionista que supone explicar el todo en
términos de sus partes guía a una regresión infinita en donde
eventualmente todo puede ser explicado
esencialmente en términos de nada.
Sin lugar a dudas, la micro física se ha hecho
más profunda y más exacta. Pero, por ahora, es bien difícil decir si
algún día podrá dejar su estado de incompletitud y su visión no deja de tener
sus rivales ¿Porque pensar que su progreso
tiene una secuencia de convergencia finita? ¿Por qué no progreso indefinido? ¿Cuál
es la evidencia de que el mundo actual tiene un nivel fundamental? ¿Es posible
pensar en una realidad carente de nivel o fundamento ultimo?
La creencia
alternativa de un descendimiento infinito tiene un largo pasado. La encontramos
en Leibniz y, también, en Blaize Pascal que
creia que cada partícula de materia
contenía un micro universo con la tierra, el sol y los planetas en
miniatura y cada partícula de este micro
universo contenía a su vez otro micro
universo y así ad infinitum. En esta
imagen de mundos dentro de mundos no hay un nivel fundamental, una ultima
realidad y ello no impide, según Pascal,
la posibilidad de una teoría física completa aplicable a cada nivel a condición
de que la misma dinámica se aplique a
cada uno de ellos. En 1877 la repite W. S. Jevons... desciende tanto
como quieras, dice, en la subdivisión de la materia y nunca encontraras un
punto absoluto. El método científico nos conduce a la concepción inevitable de
la existencia de una serie interminable de órdenes sucesivos de cantidades
infinitamente más pequeñas. David Bohm
postula la profundidad inagotable de las propiedades y cualidades de la materia
y el premio Nóbel, Hans Dehmelt, la regresión infinita en la estructura sub electrónica. El físico
Howard Georgi sugiere que una teoría
quántica efectiva podría formularse como una torre infinita que crece
hacia abajo en pequeñas distancias arbitrarias sin fin.
Si no hay
evidencia de la existencia de una partícula fundamental, dice Jonathan Schaffer,
tal vez una mejor práctica seria postular un discurso abierto a todas las
posibilidades existentes y estar conscientes que el adoptar una sola hipótesis
de trabajo puede llevar a una perspectiva distorsionada. Si consideramos cuan
firme es aun la idea del último
fundamento en la metafísica contemporánea, el
tratar la idea del descenso infinito como una hipótesis de trabajo seria
una saludable alternativa. La diferencia más sobresaliente del descenso
infinito es que no hay un nivel especial. La democracia operando al nivel
ontológico. Mesons, moléculas, mentes, ríos o montanas son, en todo sentido,
ontológicamente iguales. Desde que no hay un locus privilegiado de poder causal
y desde el momento en que este tiene que
estar en alguna parte, esta en todas partes. La idea de un descenso infinito da
curso a una metafísica igualitaria que
nos permite ver a la naturaleza de otra manera. Todas las entidades existentes
son compuestos determinados por eventos que infinitamente los presiden. Podemos
vernos a nosotros mismos como organismos compuestos y dependientes de ciertas
células que a su vez están compuestas y dependen de ciertas moléculas que están
compuestas y dependen de ciertos átomos construidos por partículas subatómicas
que se componen de quarks y leptons sin
saber si hay un punto final en esta cadena. Desde esta perspectiva, es obvio
que nuestra existencia en ningún sentido
es menos real si hay o no hay más
partículas por debajo de los leptons.
¿Es la mascara el rostro
del enigma? ¿Y el enigma, la experiencia de la perplejidad? El anhelo
del filósofo siempre ha sido separar lo claro de lo oscuro, la luz de la sombra,
el ser de la apariencia. Pero… ¿es su ingenio
suficiente para tratar con las
apariencias que constantemente lo
engañan…? ¿Es la apariencia, la mascara? ¿Y la mascara, la apariencia? ¿Y detrás de una y otra… solo encontramos
la nada?
Nieves y Miro
Fuenzalida.