Sunday, December 3, 2017

Cuan real es lo real?


“¿Qué es lo real? ¿Como lo defines?  Si estas hablando acerca de lo que tu sientes, lo que hueles, lo que gustas y lo que ves, entonces lo real es simplemente un signo  eléctrico interpretado por tu cerebro. Este es el mundo que tu conoces”. 

Esta es la respuesta que Morpheous le dio a Neo en la película “The Matrix”.  La vuelta del  principio “esse est percipe” de Berkeley, pero  esta vez  en versión digital. Los cautivos de  “La  Matriz”,  una computadora generadora  del sueño  mundial,  creen que están experimentando la vida en toda su riqueza y realidad. Pero, la verdad es que sus receptores sensoriales están enganchados a la Matriz  de tal manera que el gusto, los olores, las visiones  y los sonidos  son  estimulados o,  para ser mas precisos, simulados. En este mundo ser es ser percibido.  No hay ser fuera de la experiencia. No hay objeto por un lado   y percepción por otro.  La percepción es el objeto.  No hay nada mas  fuera  de ella.

En el experimento mental  del  “cerebro en el frasco”  de Hilary Putnam,   que es la premisa que esta detrás  de la película “The Matrix”,  se te invita a imaginar la posibilidad de que en este instante tu cerebro esta conectado  a un programa computacional  que simula perfectamente la realidad del mundo exterior.  El cerebro des corporizado continua teniendo experiencias conscientes normales sin que estas tengan relación con ningún objeto o evento exterior.  Lo que este experimento  muestra es que  si  tu  no puedes estar absolutamente seguro que   no eres, en este momento,  un cerebro en un frasco,  entonces no puedes  descartar la posibilidad de que tus creencias del mundo exterior sean falsas. El cerebro en el frasco recibe los mismos impulsos que el cerebro en el cráneo. Si pensamos que estos  impulsos son  la única manera de interactuar con el ambiente… ¿como seria posible distinguir, desde la perspectiva  de este cerebro,  si esta en un frasco o en un cráneo?

Esto es, por supuesto,  una pura especulación gratuita.

¿O no?...  Por un momento, considera esto…  en mecánica quántica el experimento de la doble rendija  muestra que cuando, con un instrumento, observamos  pasar un electrón  por la doble rendija el electrón  se comporta como una partícula. Cuando no lo observamos pasar  por las rendijas se comporta como una onda…  ¿Es esto una indicación de que  la mente influye la energía? Algo aparece como materia cuando  esta siendo observado.  Cuando no, el Universo es solo energía.  En mecánica cuántica, dice el físico, no se puede observar algo objetivamente  sin cambiarlo en el proceso. El electrón es un evento potencial antes que una entidad física. Lo que  básicamente encontramos  son varias potencialidades hasta el momento en que alguien mira y fuerza al universo a hacer una determinación acerca de cual  potencialidad va a actualizar.  En otras palabras, la conciencia colapsa la onda en  partículas actuales  que existen en el espacio y en el tiempo. La conciencia  es la energía que influye la energía.  Luego, si todo es energía y la energía es mental…  todo lo que existe, existe  en la mente.

 ¿Necesitamos de algún  criterio o evidencia de que existe un mundo mas allá  de la percepción,   de la mente? ¿Un mundo independiente de nuestro conocimiento? ¿Un mundo objetivo?  Solo si sostenemos  la creencia en un mundo dualista.

Desde el comienzo de la modernidad el cuerpo y la mente se han pensado como dos cosas distintas. La mente como cosa pensante y los objetos materiales como sustancias extensas.  Ambos funcionan con  diferentes leyes  y, a pesar de ello,     interactúan, aunque nadie   sabe  exactamente como.  Si seguimos esta línea de pensamiento  un estado mental nunca  puede ser  idéntico a un estado cerebral porque la  noción misma de estado mental es el paradigma de lo inmaterial, algo radicalmente diferente  a  la maquinaria de carne y hueso del  cerebro.  Luego, el concepto de  identidad, por mucho que tratemos, no tiene cabida aquí.  El intento de reducir  uno al otro, como decía el biólogo Haldane,  eventualmente encuentra su propio limite…  “Si mis procesos mentales son determinados completamente  por el movimiento de los átomos de mi cerebro,   no tengo razón  para suponer que mi cerebro esta compuesto por átomos”.

“The Matrix” contiene una metafísica dualista, la creencia de que la ultima naturaleza del mundo contiene dos tipos de cosas incompatibles. La apariencia, el mundo irreal de “La Matriz”,  y el mundo del “Desierto de lo Real”.  Ambos ontológicamente diferentes sin ninguna posibilidad de  reconciliar uno con el otro.  Históricamente  la preocupación de  la ontología ha sido, en gran parte, el intento de  reconciliar la apariencia con la realidad, lo ideal con lo material, lo temporal con lo eterno, lo contingente con lo necesario, lo mortal con lo inmortal… ¿Hay alguna otra forma de ver el mundo? 

Desde tiempos antiguos ha existido una filosofía que busca alinearse con un principio singular que es causa y al mismo tiempo efecto. Para Deleuze, que se ubica al final de esta línea,  el ser es  univoco.  No hay dos sustancias ontológicamente diferentes,  como en  “The Matrix”. Todo lo que hay lo hay en la misma forma. Una ontología univoca  es la que afirma que todos los seres  expresan su ser con una misma voz porque todos ellos son aspectos de una misma fuerza o energía productiva. Pensamientos y cosas, organismos e ideas, maquinas y sensaciones, todas ellas  contribuyen a una y la misma actividad  y articulación del ser. Un solo ser que es infinitamente creativo,  que se modifica,  que se expresa y que se  inventa a si mismo en una infinita  variedad de formas.   Ser es todo lo que hay.  Nada puede  existir mas allá de el.  Ser fuera del ser es una contradicción.

La consecuencia  de esto es que si lo que existe existe en la misma forma, entonces solo puede haber  una sola creación física, un solo orden, una sola materia que es  energía. En breve, una sola  producción de lo real.  Parménides fue el primer filosofo en afirmar el principio de que “pensar y ser son uno y lo mismo” .  Según Deleuze pensamiento y naturaleza co-existen como expresiones de un” plano singular de consistencia o  línea singular de variación”.

¿Qué implicación tiene una ontología univoca  en el  conocimiento de los seres, del ser de los seres, de cómo ellos realmente son? 

Kant  rechaza  estas preguntas y le da una nueva dirección a la filosofía. El único conocimiento seguro que tenemos, dice,  es de como los objeto se nos aparecen. La única realidad que podemos conocer es aquella que se adecua  a la forma en que nuestra mente funciona.  No tenemos acceso intelectual a ningún dominio mas allá de la apariencia. El ser en si mismo es incognoscible.  A partir de aquí, toda la filosofía moderna adopto una posición critica, un rechazo a las pretensiones de la metafísica tradicional.  Es  solo con Heidegger que la pregunta por el ser vuelve a plantearse.  En contra de la tradición kantiana  Deleuze reafirma la inteligibilidad del ser. El ser no se ubica mas allá del  mundo en el que  quedamos  condenados  a preguntarnos infinitamente por el misterio de su trascendencia. El ser, al ser univoco, habla a través de nosotros.  

La univocidad es la base y el medio de una diferenciación ilimitada.  Ser y diferir son una y la misma cosa.  No hay una identidad primordial detrás de la diferencia.  La producción o creación de diferencias es lo que es.  La fuerza creadora  es  la multiplicación de lo singular.  La roca,  el canario, los ojos que te miran,  Cien Años  de Soledad,  la tormenta nocturna, el Internet, Drácula,  el Pentágono,  el petróleo en la maquina, la sombra en el baúl,  el hoyo negro, la guerra de Vietnam, la mente y el cráneo, el  café,  el gene, el amor  de la vida  y todo lo que actualmente existe existe como  aspecto  de una sola energía creadora.  La diferencia esta detrás de todo, pero detrás de la diferencia no hay nada.

Descartes  al concebir la naturaleza en términos estrictamente matemáticos y mecánicos le niega  a la naturaleza cualquier virtualidad o potencialidad, cualquier poder inmanente.  Coloca todas sus cartas fuera de la naturaleza, en un sujeto que la piensa,  pero que se mantiene fuera de ella.  La  separación de la mente y  la naturaleza,  que Kant hereda,  es  el problema  al que la filosofía modernista le  ha venido dando vueltas hasta hoy. 

Si, por el contrario, afirmamos un poder que difiere,  que crea y que se piensa a si mismo el problema de la separación de la mente y el cuerpo desaparece.  Aquí no hay separación, sino diferencia.  Si miramos así las cosas no necesitamos reducir uno al otro, la mente al cerebro o el cerebro a la mente.  Un poder puramente inmanente  produce la diferencia   y ambos, poder y diferencia,   pertenecen al mismo orden. No hay nada fuera del ser,  fuera de la realidad.  No “mas allá”, no diferencia ontológica entre ser y pensar.  “Todo se divide, pero dentro de si mismo”.


Nieves y Miro Fuenzalida

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