“¿Qué es lo real? ¿Como lo
defines? Si estas hablando acerca de lo
que tu sientes, lo que hueles, lo que gustas y lo que ves, entonces lo real es
simplemente un signo eléctrico
interpretado por tu cerebro. Este es el mundo que tu conoces”.
Esta es la respuesta que
Morpheous le dio a Neo en la película “The Matrix”. La vuelta del principio “esse est percipe” de Berkeley, pero
esta vez
en versión digital. Los cautivos de
“La Matriz”, una computadora generadora del sueño
mundial, creen que están
experimentando la vida en toda su riqueza y realidad. Pero, la verdad es que sus
receptores sensoriales están enganchados a la Matriz de tal manera que el gusto, los olores, las visiones
y los sonidos son
estimulados o, para ser mas
precisos, simulados. En este mundo ser es ser percibido. No hay ser fuera de la experiencia. No hay
objeto por un lado y percepción por
otro. La percepción es el objeto. No hay nada mas fuera de ella.
En el experimento mental del
“cerebro en el frasco” de Hilary
Putnam, que es la premisa que esta
detrás de la película “The Matrix”, se te invita a imaginar la posibilidad de que
en este instante tu cerebro esta conectado
a un programa computacional que
simula perfectamente la realidad del mundo exterior. El cerebro des corporizado continua teniendo
experiencias conscientes normales sin que estas tengan relación con ningún
objeto o evento exterior. Lo que este
experimento muestra es que si tu no puedes estar absolutamente seguro que no eres,
en este momento, un cerebro en un
frasco, entonces no puedes descartar la posibilidad de que tus creencias
del mundo exterior sean falsas. El cerebro en el frasco recibe los mismos
impulsos que el cerebro en el cráneo. Si pensamos que estos impulsos son
la única manera de interactuar con el ambiente… ¿como seria posible
distinguir, desde la perspectiva de este
cerebro, si esta en un frasco o en un
cráneo?
Esto es, por supuesto, una pura especulación gratuita.
¿O no?... Por un momento, considera esto… en mecánica quántica el experimento de la
doble rendija muestra que cuando, con un
instrumento, observamos pasar un
electrón por la doble rendija el
electrón se comporta como una partícula.
Cuando no lo observamos pasar por las
rendijas se comporta como una onda… ¿Es
esto una indicación de que la mente
influye la energía? Algo aparece como materia cuando esta siendo observado. Cuando no, el Universo es solo energía. En mecánica cuántica, dice el físico, no se
puede observar algo objetivamente sin
cambiarlo en el proceso. El electrón es un evento potencial antes que una
entidad física. Lo que básicamente
encontramos son varias potencialidades
hasta el momento en que alguien mira y fuerza al universo a hacer una
determinación acerca de cual potencialidad va a actualizar. En otras palabras, la conciencia colapsa la
onda en partículas actuales que existen en el espacio y en el tiempo. La
conciencia es la energía que influye la energía. Luego, si todo es energía y la energía es mental… todo lo que existe, existe en la mente.
¿Necesitamos de algún criterio o evidencia de que existe un mundo
mas allá de la percepción, de la
mente? ¿Un mundo independiente de nuestro conocimiento? ¿Un mundo objetivo? Solo si sostenemos la creencia en un mundo dualista.
Desde el comienzo de la
modernidad el cuerpo y la mente se han pensado como dos cosas distintas. La
mente como cosa pensante y los objetos materiales como sustancias extensas. Ambos funcionan con diferentes leyes y, a pesar de ello, interactúan, aunque nadie sabe exactamente
como. Si seguimos esta línea de
pensamiento un estado mental nunca puede ser idéntico a un estado cerebral porque la noción misma de estado mental es el paradigma
de lo inmaterial, algo radicalmente diferente
a la maquinaria de carne y hueso
del cerebro. Luego, el concepto de identidad, por mucho que tratemos, no tiene
cabida aquí. El intento de reducir uno al otro, como decía el biólogo Haldane, eventualmente encuentra su propio limite… “Si mis procesos mentales son determinados
completamente por el movimiento de los
átomos de mi cerebro, no tengo razón
para suponer que mi cerebro esta compuesto por átomos”.
“The Matrix” contiene una
metafísica dualista, la creencia de que la ultima naturaleza del mundo contiene
dos tipos de cosas incompatibles. La apariencia, el mundo irreal de “La Matriz”, y el mundo del “Desierto de lo Real”. Ambos ontológicamente diferentes sin ninguna
posibilidad de reconciliar uno con el
otro. Históricamente la preocupación de la ontología ha sido, en gran parte, el
intento de reconciliar la apariencia con
la realidad, lo ideal con lo material, lo temporal con lo eterno, lo
contingente con lo necesario, lo mortal con lo inmortal… ¿Hay alguna otra forma
de ver el mundo?
Desde tiempos antiguos ha
existido una filosofía que busca alinearse con un principio singular que es
causa y al mismo tiempo efecto. Para Deleuze, que se ubica al final de esta
línea, el ser es univoco.
No hay dos sustancias ontológicamente diferentes, como en
“The Matrix”. Todo lo que hay lo hay en la misma forma. Una ontología
univoca es la que afirma que todos los
seres expresan su ser con una misma voz
porque todos ellos son aspectos de una misma fuerza o energía productiva. Pensamientos
y cosas, organismos e ideas, maquinas y sensaciones, todas ellas contribuyen a una y la misma actividad y articulación del ser. Un solo ser que es
infinitamente creativo, que se modifica,
que se expresa y que se inventa a si mismo en una infinita variedad de formas. Ser es todo lo que hay. Nada puede
existir mas allá de el. Ser fuera
del ser es una contradicción.
La consecuencia de esto es que si lo que existe existe en la
misma forma, entonces solo puede haber
una sola creación física, un solo orden, una sola materia que es energía. En breve, una sola producción de lo real. Parménides fue el primer filosofo en afirmar
el principio de que “pensar y ser son uno y lo mismo” . Según Deleuze pensamiento y naturaleza co-existen
como expresiones de un” plano singular de consistencia o línea singular de variación”.
¿Qué implicación tiene una
ontología univoca en el conocimiento de los seres, del ser de los
seres, de cómo ellos realmente son?
Kant rechaza
estas preguntas y le da una nueva dirección a la filosofía. El único
conocimiento seguro que tenemos, dice,
es de como los objeto se nos aparecen. La única realidad que podemos
conocer es aquella que se adecua a la
forma en que nuestra mente funciona. No
tenemos acceso intelectual a ningún dominio mas allá de la apariencia. El ser
en si mismo es incognoscible. A partir
de aquí, toda la filosofía moderna adopto una posición critica, un rechazo a
las pretensiones de la metafísica tradicional.
Es solo con Heidegger que la
pregunta por el ser vuelve a plantearse.
En contra de la tradición kantiana
Deleuze reafirma la inteligibilidad del ser. El ser no se ubica mas allá
del mundo en el que quedamos
condenados a preguntarnos
infinitamente por el misterio de su trascendencia. El ser, al ser univoco, habla
a través de nosotros.
La univocidad es la base y el
medio de una diferenciación ilimitada. Ser
y diferir son una y la misma cosa. No
hay una identidad primordial detrás de la diferencia. La producción o creación de diferencias es lo
que es. La fuerza creadora es la
multiplicación de lo singular. La
roca, el canario, los ojos que te miran,
Cien Años de Soledad,
la tormenta nocturna, el Internet, Drácula, el Pentágono,
el petróleo en la maquina, la sombra en el baúl, el hoyo negro, la guerra de Vietnam, la mente
y el cráneo, el café, el gene, el amor de la vida y todo lo que actualmente existe existe
como aspecto de una sola energía creadora. La diferencia esta detrás de todo, pero detrás
de la diferencia no hay nada.
Descartes al concebir la naturaleza en términos
estrictamente matemáticos y mecánicos le niega
a la naturaleza cualquier virtualidad o potencialidad, cualquier poder
inmanente. Coloca todas sus cartas fuera
de la naturaleza, en un sujeto que la piensa, pero que se mantiene fuera de ella. La
separación de la mente y la
naturaleza, que Kant hereda, es el
problema al que la filosofía modernista le
ha venido dando vueltas hasta hoy.
Si, por el contrario,
afirmamos un poder que difiere, que crea
y que se piensa a si mismo el problema de la separación de la mente y el cuerpo
desaparece. Aquí no hay separación, sino
diferencia. Si miramos así las cosas no
necesitamos reducir uno al otro, la mente al cerebro o el cerebro a la mente. Un poder puramente inmanente produce la diferencia y
ambos, poder y diferencia, pertenecen
al mismo orden. No hay nada fuera del ser,
fuera de la realidad. No “mas
allá”, no diferencia ontológica entre ser y pensar. “Todo se divide, pero dentro de si mismo”.
Nieves y Miro Fuenzalida
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