El
lugar común hoy día es afirmar que
dentro del marxismo el discurso leninista se caracteriza por la
tendencia a construir horizontes políticos dentro de los cuales las prácticas
autoritarias adquieren legitimación en desmedro de la diferencia y el
pluralismo. La noción leninista de coalición política es un ejemplo de ello en
donde el Partido debe jugar el papel de vanguardia.
Esta posición
privilegiada se basa, según va la historia, en una interpretación esencialista que permite convertir a la clase en la esencia de
la identidad que se construye
exclusivamente a nivel económico. El trabajador se transforma en sujeto a través de su posición dentro de las relaciones
de producción. Todo otro aspecto de su identidad -nacionalidad, etnicidad,
raza, genero, religión, etc.- es secundario en relacion a su “autentica”
subjetividad. Estos aspectos son “accidentales” y deben permanecer fuera de la
formación de los verdaderos intereses del sujeto. Para el proletario estos
están representados por la caída revolucionaria del capitalismo y para el
burgués, por su perpetuación. Toda desviación en esta correspondencia es
considerada ilegitima y -si se ejercita la correcta guía partidaria-
corregible.
Los teoricos de
la Segunda Internacional se vieron confrontados con el hecho de que esta
desviación parecía ser la regla más que la norma. Los trabajadores actuaban de
tal manera que sus acciones contradecían sus auténticos intereses
revolucionarios. Siguiendo el propio elitismo de Marx, Kautsky argumento que
los trabajadores necesitaban ser guiados en la consecución de la conciencia
revolucionaria por una fuerza originada fuera de la clase, una “inteligencia
burguesa”, que poseía el conocimiento científico de la dialéctica histórica.
Lenin fue aun más pesimista. Pensó que si los trabajadores fueran dejados a si
mismos fracasarían en desarrollar la conciencia revolucionaria y caerían presas
del sindicalismo burgués y de las fuerzas anti-revolucionarias.
El Partido
revolucionario, por tanto, se transforma
en vanguardia cuando sus decisiones políticas provienen exclusivamente del
Conocimiento Objetivo y la Teoría Científica. Solo aquellos intelectuales que
correctamente entienden las leyes marxistas de la Historia constituían la
encarnación de la conciencia proletaria, independientemente de su condición de
clase. Es el Partido el único que tiene acceso a los verdaderos intereses del
trabajador, a pesar de lo que estos puedan pensar. Lejos de entrar en un
dialogo, la dirección partidaria consideraba al trabajador carente de madurez política que era
necesario desarrollar. Claramente esta noción leninista postula una separación
dentro de las masas entre el sector dirigente y aquellos que son dirigidos. De
acuerdo con esta línea de razonamiento cualquier consideración de perspectivas
pluralistas no tiene cabida. El debate abierto es reemplazado por una doctrina
única. El desarrollo de facciones no es saludable ya que solo un grupo puede
estar en posesión de la verdad en cada momento dado. El desarrollo del Partido
concebido como un ensamble de grupos autónomos fue considerado altamente
improductivo y solamente una autoridad jerarquizada podía dirigir las tareas
del momento histórico.
¿Es esta concepción autoritaria y elitista de la
lucha popular la que proporciono la base al terrorismo estalinista? ¿Se podría decir que los peores excesos del
estalinismo (la fusión del Partido y el Estado, la supresión legal del
pluralismo en la sociedad civil, la prohibición de la oposición dentro del
partido, etc.) son solo la extensión de los principios leninistas? ¿O, el
Estalinismo, por el contrario, fue la aberración de estos principios?
La demanda leninista de total lealtad
partidaria Stalin la extendió a cada ciudadano. El ideal del Partido
disciplinado se transformo en el ideal de una sociedad disciplinada y la
supresión de toda disensión partidaria se extendió terroristicamente en contra
de toda oposición actual o potencial. Todo régimen socialista surgido después
de la Revolución de Octubre esta marcado por este modelo… una economía
dominada por el control y propiedad estatal y un sistema político en el cual el
Partido monopoliza la autoridad.
El ciclo de eventos que se abrió con la Revolución Rusa ha llegado
definitivamente a su término junto con la imaginación colectiva que el
movimiento de izquierda una vez fue capaz de generar. La esperanza
que hoy queda es la de deshacernos de aquellos que creen saber algo acerca de las “Fuerzas
Profundas” que determinan los destinos de las comunidades humanas y de la
convicción común, que se inicia con Platón, de que debe haber una explicación
teorética universal, un esquema conceptual trascendente a través del cual es
posible saber como terminar con la injusticia, opuesta a la posibilidad de que
pudieran existir otras formas experimentales, menos grandiosas, que inventamos en lugar de descubrir.
Antes de olvidar
a Lenin… ¿no valdría la pena recordar la
oposición que el hace entre libertad formal y libertad actual? La obsesión
permanente de Lenin en contra de las libertades formales es algo que podríamos
reafirmar en nuestro contexto contemporáneo. Cuando el enfatiza el hecho de que
no hay democracia pura y de que siempre deberíamos preguntar a quien le sirve
la libertad de la que hablamos, lo hace para mantener la posibilidad de una verdadera elección. La libertad formal
es la libertad de elegir dentro de las coordenadas de las relaciones de poder existentes, en
tanto que la libertad actual designa el sitio de una intervención que socava
estas coordinadas.
Zizek, el
filosofo lacaniano que intenta rescatar el chispazo revolucionario de Lenin,
comentaba no hace mucho que la sola idea de actualizar a Lenin es recibida con
sarcasmo. Con Marx no hay problema. Incluso, los mandarines de Wall Street lo
aman. El poeta de la mercancía, de la dinámica capitalista, de los estudios
culturales que retrata la alienación y reificacion de nuestra vida diaria. Pero
Lenin… es otra cosa ¿Quien quiere traer
de vuelta al movimiento de la clase obrera, al partido revolucionario, a la
dictadura del proletariado y a otras nociones fallidas del pasado? Lenin
representa el fracaso de poner al marxismo en practica, el fracaso de la
izquierda y el fracaso del experimento socialista que termino en una dictadura
ineficiente. Hay una sola forma de tratar a Lenin según la democracia liberal… en
forma objetiva, crítica y científica, firmemente enraizada en el orden de la
democracia política y de los derechos humanos para evitar las experiencias de
los totalitarianismos del siglo XX.
¿Cómo se puede
responder a esto? Lenin hubiese dicho… con el análisis concreto de la situación
concreta. La defensa del consenso significa la aceptación del actual
liberalismo parlamentario que evita cualquier cuestionamiento serio de cómo
este orden democrático liberal es
cómplice de fenómenos sociales que oficialmente condena y, por sobre todo, de
cualquier intento serio de imaginar una sociedad cuyo orden político social
pudiera ser diferente.
Democracia
capitalista significa decir y escribir lo que uno quiera a condición de que no disturbe o amenace el
consenso político predominante. Todo esta permitido, incluso se alientan como
tópicos críticos la posibilidad de una catástrofe ecológica, la violación de
derechos humanos, el sexismo, la homofobia, el patriarcalismo, el incremento de
la violencia, la diferencia entre países pobres y ricos, el impacto dramático
de la digitalización en nuestras vidas. Incluso, es posible obtener
financiamiento estatal o corporativo para investigaciones destinadas a
disminuir injusticias étnicas, religiosas o sexistas. Solo que todo ello ocurre
en contra del trasfondo de una censura, no escrita, a pensar. Desde el momento
que mostramos una mínima señal de compromiso
con una posición política que desafíe el orden capitalista la respuesta
es… por malo que sea el capitalismo
liberal cualquier otro orden terminara con un nuevo Gulag. Todo cuestionamiento
al consenso liberal existente equivale al abandono de la objetividad científica
y la caída en posiciones ideológicas pasadas de modas.
La respuesta
leninista a esto seria la de que no debe haber concesiones. La libertad actual
de pensar es la libertad de cuestionar
el consenso pos ideológico liberal o no hay libertad. El frances Claude LeFort
recordó un punto crucial en relacion a esto… el consenso liberal de hoy es el
resultado de 150 anos de la lucha de los trabajadores de la izquierda marxista
y de la presión que ejercieron sobre el Estado liberal que incorporo las
demandas que unos pocos años atrás
descartaba con horror. La prueba esta en la lista de
demandas al final del manifiesto comunista. A excepción de tres o cuatro (que
son claves) todas las otras son hoy día parte del consenso democrático (por lo
menos hasta el momento en que el Estado de Bienestar empieza a desintegrarse)
como sufragio universal, el derecho a la educación y salud, la previsión para
los jubilados, la limitación del trabajo infantil, etc. En un tiempo
caracterizado por cambios rápidos, de la revolución digital y del abandono de
viejas formas sociales deberíamos repetir la pregunta de Pascal ¿como podemos
permanecer fieles a lo viejo en las nuevas condiciones? Solo así podemos
generar algo efectivamente nuevo.
Recrear el legado
de Lenin en las circunstancias actuales, dice Zizek, es reinventar la política
de la verdad. Lo que hoy día tenemos, en
lugar de la verdad universal, es una multitud de perspectivas, narraciones o
historias que contamos acerca de nosotros y el fin de la ética es garantizar el
espacio neutral en el que esta multitud de narraciones puedan coexistir
pacíficamente, en el que cada uno tenga el derecho y la posibilidad de contar su historia y en donde todas estas
historias adquieran la misma validez.
¿No es aquí donde justamente perdemos la dimensión de la verdad? No la verdad objetiva como la noción de la
realidad que se obtiene desde un punto de vista que flota por encima de la
multitud de narraciones particulares, sino la verdad de lo singular universal…
¿que significa esto?
El gesto de Lenin
fue el de afirmar que la verdad universal y el tomar partido no se excluyen,
sino que se condicionan mutuamente. La verdad universal de una situación
concreta solo puede ser articulada desde una posición partidista. La verdad es
por definición unilateral. Por supuesto que esto va en contra de la actitud
predominante de compromiso entre intereses en conflicto. Pero, si no
especificamos el criterio de las diferentes narraciones corremos el riesgo de
sostener, en honor de la política de la corrección, narraciones absurdas como
considerar la ciencia solo como otra narrativa a la par con supersticiones
premodernas. O formas políticas patriarcales, teocraticas o dictatoriales a la par con formas democráticas.
Una de las estrategias para redefinir a Lenin,
dice Zizek, ha sido el de oponer el Lenin de ¿”Que hacer”? que afirma al
partido como una elite profesional intelectual que guía al partido desde fuera,
al Lenin de el “Estado y la Revolución” cuya tesis fundamental es la de que el Estado no puede democratizarse
completamente porque como tal, en su verdadera noción, es la dictadura de una
clase por otra. Por tanto, si el Estado es un instrumento de represión no vale la pena mejorar sus instituciones porque son
irrelevantes (orden legal, elecciones, leyes que garantizan la libertad
personal, etc.) Sin embargo, el hecho
que no podemos evitar aquí, el momento de la verdad digamos, es que es imposible separar la constelación única
que posibilito la revolución de Octubre y el viraje Estalinista. La misma
constelación que hizo posible la revolución guió al Estalinismo y es aquí donde
radica la tragedia leninista.
La idea no es
recordar a Lenin para reactualizar
nostálgicamente los tiempos revolucionarios o para ajustar los viejos programas
a las nuevas condiciones. La idea es repetirlo en las condiciones mundiales
presentes, repetir el gesto leninista de inventar un proyecto revolucionario
como él lo hizo en las condiciones del imperialismo y el colonialismo. El gesto
leninista es el de la libertad de suspender las coordinadas
pos-ideológicas en las que vivimos lo
que significa, simplemente, volver a ganar el derecho a pensar la actitud de
Lenin en contra del economicismo y de la
política pura.
Esto, hoy día, es
clave si consideramos la doble actitud hacia la economía que hoy vemos en los
círculos de izquierda. Por un lado, tenemos los políticos puros que abandonan
la economía como un sitio de lucha e intervención. Y, por otro, tenemos los
economistas fascinados con el funcionamiento de la economía global que excluye
cualquier posibilidad de intervención política. Es aquí donde la vuelta a Lenin
podría enseñar algo… Si, la economía es clave y la lucha se decidirá en este
dominio. Hay que romper el hechizo del capitalismo globalizado. Pero la
intervención debe ser propiamente política, no económica. La lucha es doble. El
anticapitalismo, sin problematizar la forma política del capitalismo, no es
suficiente no importa cuan radical sea.
El compromiso
sociopolítico actual, por ejemplo, es practicar el juego del sistema, recorrer
la larga marcha a través de las instituciones o participar activamente en los
nuevos movimientos sociales como el feminismo, la ecología, el indigenismo,
etc. El limite de estos movimientos es que no son políticos en el sentido de lo
singular universal. Son motivados
solamente por una problemática específica lo que los hace carecer de la
dimensión de universalidad al no
relacionarse con la totalidad social. La lección leninista aquí es que
la política sin alguna forma organizacional es política sin política. La
izquierda pareciera hoy día agotarse en
la lucha cultural como el ambito dominante de una política emancipatoria. La
protección puramente defensiva de los logros del Estado de Bienestar, la fe en
el comunismo cibernético, la idea de que los nuevos medios de información están
creando directamente las condiciones de una nueva comunidad y la creencia en el
consenso democrático centrista representan la capitulación de cualquier
esperanza hacia un futuro diferente. Es en este contexto, dice Zizek, que Lenin
debiera servir como el significante que quiebra el círculo vicioso de estas
falsas opciones.
Repetir a Lenin
no significa un retorno a él. Lenin ha muerto y
su particular solución fallo estrepitosamente. Repetirlo significa
recrear la chispa utópica que el albergo.
Significa distinguir entre lo que Lenin realmente hizo y aquella otra
dimensión en la que el fallo, en las oportunidades perdidas. Lenin se aparece hoy como la figura de una época
diferente con la que ya no nos relacionamos. No es que la idea de un partido
centralizado sea una amenaza totalitaria. Es más bien al hecho de que pertenece
a un tiempo que ya se fue.
En
lugar de considerar que Lenin esta pasado de moda, dice Zizek, deberíamos arriesgar la
conjetura opuesta… ¿que tal si esta impenetrabilidad de Lenin, el silencio de
Lenin, el abandono de Lenin es el signo de que hay algo errado con nuestra
época, de que una cierta dimensión esta desapareciendo
de ella?