¿Se podría decir que la física contemporánea todavía apunta a un mundo constituido a partir de simples partículas? Según Jonathan Schaffer (Universidad de Massachusetts) la mayor parte de los científicos han venido argumentando que próximamente habrá una microfísica completa basada en el postulado de la existencia de partículas últimamente indivisibles. Decir que es completa es equivalente a decir que será capaz de relatar una historia causal total en donde las posibilidades de cada evento microfísico han sido fijadas por condiciones microfísicas antecedentes. El premio Nóbel Steven Weinberg dice que si la historia es de alguna indicación habrá una teoría final. En el siglo XX, agrega, hemos visto una convergencia de todas las explicaciones similar a la convergencia de las flechas hacia el polo norte. Kim y Lewis piensan igualmente que la física actual ha avanzado inmensamente en la corrección y finalización del inventario de las propiedades y relaciones fundamentales que ocurren en el mundo y razonablemente podemos esperar que la física futura completara el trabajo… ¿No hemos escuchado este tipo de especulaciones muchas veces en la historia de la ciencia? En 1894 Albert Michelson decía que la mayoría de los grandes principios han sido ya firmemente establecidos y los próximos avances se concentraran mayormente en la aplicación rigorosa de ellos. Max Born, después de ver la ecuación de Dirac, expresaba que la física, tal como la conocemos, se acabara en seis meses. Y no hace mucho, en 1979 en una de sus lecturas, el celebrado físico Stephen Hawking predijo que la física teorética se completaría al final de la centuria. ¿No será que la creencia en una microfísica completa basada en una teoría de partículas es solo un artículo de fe? Después de anunciarse tantas veces la llegada de una teoría final un poco de escepticismo no estaría de más.
La historia de la ciencia es la historia de la búsqueda de estructuras cada vez mas profundas. De los elementos pasamos a los átomos y de los átomos al electrón, protón y neutron, las partículas sub atómicas, para pasar a los hadrons construidos a su vez de quarks que son compuestos de preons o, como algunos afirman, los quarks son realmente strings ¿Son estos los últimos átomos, indivisibles en el sentido de los antiguos griegos? La historia muestra que cada vez que profundizamos nuestra comprensión del Universo volvemos a encontrar micro constituyente aun más pequeños, niveles más finos de materia. Como dice Brian Greene (“The Elegant Universe”) siempre existe la posibilidad de que los strings no sean más que otra tela en la cebolla cósmica. Según R. W. Sperry, la aproximación reduccionista que supone explicar el todo en términos de sus partes guía a una regresión infinita en donde eventualmente todo puede ser explicado esencialmente en términos de nada.
Sin lugar a dudas, la micro física se ha hecho más profunda y más exacta. Pero, por ahora, es bien difícil decir si algún día podrá dejar su estado de incompletitud y su visión no deja de tener sus rivales ¿Porque pensar que su progreso tiene una secuencia de convergencia finita? ¿Por qué no progreso indefinido? ¿Cuál es la evidencia de que el mundo actual tiene un nivel fundamental? ¿Es posible pensar en una realidad carente de nivel o fundamento ultimo?
La creencia alternativa de un descendimiento infinito tiene un largo pasado. La encontramos en Leibniz y, también, en Blaize Pascal que creia que cada partícula de materia contenía un micro universo con la tierra, el sol y los planetas en miniatura y cada partícula de este micro universo contenía a su vez otro micro universo y así ad infinitum. En esta imagen de mundos dentro de mundos no hay un nivel fundamental, una ultima realidad y ello no impide, según Pascal, la posibilidad de una teoría física completa aplicable a cada nivel a condición de que la misma dinámica se aplique a cada uno de ellos. En 1877 la repite W. S. Jevons... desciende tanto como quieras, dice, en la subdivisión de la materia y nunca encontraras un punto absoluto. El método científico nos conduce a la concepción inevitable de la existencia de una serie interminable de órdenes sucesivos de cantidades infinitamente más pequeñas. David Bohm postula la profundidad inagotable de las propiedades y cualidades de la materia y el premio Nóbel, Hans Dehmelt, la regresión infinita en la estructura sub electrónica. El físico Howard Georgi sugiere que una teoría quántica efectiva podría formularse como una torre infinita que crece hacia abajo en pequeñas distancias arbitrarias sin fin.
Si no hay evidencia de la existencia de una partícula fundamental, dice Jonathan Schaffer, tal vez una mejor práctica seria postular un discurso abierto a todas las posibilidades existentes y estar conscientes que el adoptar una sola hipótesis de trabajo puede llevar a una perspectiva distorsionada. Si consideramos cuan firme es aun la idea del último fundamento en la metafísica contemporánea, el tratar la idea del descenso infinito como una hipótesis de trabajo seria una saludable alternativa. La diferencia más sobresaliente del descenso infinito es que no hay un nivel especial. La democracia operando al nivel ontológico. Mesons, moléculas, mentes, ríos o montanas son, en todo sentido, ontológicamente iguales. Desde que no hay un locus privilegiado de poder causal y desde el momento en que este tiene que estar en alguna parte, esta en todas partes. La idea de un descenso infinito da curso a una metafísica igualitaria que nos permite ver a la naturaleza de otra manera. Todas las entidades existentes son compuestos determinados por eventos que infinitamente los presiden. Podemos vernos a nosotros mismos como organismos compuestos y dependientes de ciertas células que a su vez están compuestas y dependen de ciertas moléculas que están compuestas y dependen de ciertos átomos construidos por partículas subatómicas que se componen de quarks y leptons sin saber si hay un punto final en esta cadena. Desde esta perspectiva, es obvio que nuestra existencia en ningún sentido es menos real si hay o no hay más partículas por debajo de los leptons.
¿Es la mascara el rostro del enigma? ¿Y el enigma, la experiencia de la perplejidad? El anhelo del filósofo siempre ha sido separar lo claro de lo oscuro, la luz de la sombra, el ser de la apariencia. Pero… ¿es su ingenio suficiente para tratar con las apariencias que constantemente lo engañan…? ¿Es la apariencia, la mascara? ¿Y la mascara, la apariencia? ¿Y detrás de una y otra… solo encontramos la nada?
Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa. Diciembre 2011
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