Thursday, April 14, 2011

Sirve el arte para algo?


Si hoy día podemos  contemplar la posibilidad de crear vida artificial, no estaría demás  preguntarnos… ¿como responderán los artistas a este desafío que cuestiona los valores y procedimientos tradicionales? El desarrollo post humano, así como vamos, procederá rápidamente en esta centuria. Las investigaciones en genética, ingeniería médica, nanotecnologia y ciencias de la computación pronto encontraran su camino hacia el interior del cuerpo humano para  integrar el cerebro con los sistemas de información a nivel neuronal. A pesar de que el cyborg, la conciencia virtual, la inteligencia artificial, la robótica y la modificación genética humana todavía se encuentran solo en los estadios exploratorios de desarrollo, su entrada en la agenda cultural anuncia la completitud  o, a lo menos, la clausura del proyecto histórico occidental  de la auto descripción.  
Cada cierto tiempo, dice Ando Arike surgen en la historia humana ciertas cuestiones  que marcan la orientación que el  pensamiento y el arte van a tener en el próximo futuro. Las preguntas que hoy se empiezan a replantear son… ¿Para que sirven los seres humanos? ¿Para que son las maquinas? ¿Como distinguiremos los diferentes propósitos y usos de unos y otros si presumimos que, como seres humanos, vamos a crecer cada vez más inter-relacionados con ellas?  
Los artistas, en su exploración privilegiada del devenir humano, han empezado a notar que la obra de arte es una cuestión de tiempo, una cuestión de definición temporal. Arike, llama la atención al hecho de que la Guerra del Golfo, en 1991, mostró por primera vez la significancia táctica que la televisión tuvo en esos momentos y que constituyo una verdadera innovación militar. Al poner al telespectador  en el asiento mismo del piloto le permitió escudriñar el objetivo a través de la mira, transformándolo en un participante virtual de la batalla. Es el momento en que  la guerra empieza a suministrar una  gratificación perceptual artística sado-masoquista gracias a la transformación de la tecnología ¿No fue el ataque a las torres del Centro de Intercambio Mundial, repetido incansablemente en las pantallas de televisión, una especie de cinematografía a la Hollywood?  ¿No seria a esto a lo que se refería Kart-Heinz Stockhausen al decir provocativamente que el colapso de las torres era la última obra de arte? ¿El clímax artístico del siglo XX? Las tazas de café con reproducciones de Gauguen, las bolsas adornadas con pinturas de Miguel Angel, las tarjetas postales con imitaciones de Matta  que se venden como recuerdos en museos y lugares de turismo nos introducen a la edad de la reproducción mecánica y al fin del aura  religiosa y metafísica  que el arte una vez  tuvo. Cuando “El Grito”de Eduardo Munch se vende en muñecas infladas o estampadas en almohadones es señal de que el terror existencial que una vez esta obra expresaba ha sido reabsorbido en el campo social como algo risible y anacrónico. Hay una triste ironía en la trayectoria  histórica del arte  que va de los rituales tribales  mágicos-religiosos, al atavío o pertrecho aristocrático, a la pieza de museo y mercancía burguesa, para llegar hoy día al puro  entretenimiento consumista. En la sociedad de consumo, dice Arike, las luchas de las avant-gardes son recuperadas  e incorporadas dentro de esa amorfa materia gris quellamamos medios de información capaz de transformar cualquier cosa en un sistema semiótico de equivalencias  o transformar  las obras  mas transgresivas en algo trivial. Cada ano el mercado recluta artistas salidos de la academia para servir y mantener  nichos de sensibilidad comercial que van de lo vulgar a la banalidad burguesa y el anarquismo revolucionario. Es la redistribución democrática del deseo. La amenaza de la fuerza critica del arte dando paso a formas domesticadas de auto expresión terapéutica.
El occidente, desde la época de la Grecia clásica, ha separado el arte de la vida en la misma forma en que ha separado el pensamiento de la emoción, el cuerpo de la mente, la teoría de la practica y el trabajo intelectual del trabajo físico. El próximo paso pareciera ser  separarnos del cuerpo y dejarlo atrás como una obsolescencia. El investigador robótico Hans Moravec predice que nuestras maquinas obtendrán suficiente conocimiento para encargarse de su propia mantención, reproducción y auto mejoramiento sin la ayuda humana. Cuando esto ocurra el dominio de la nueva genética será completo. Nuestra cultura será capaz de desarrollarse independientemente de las limitaciones de la biología humana. Pasaremos directamente de generación a generación a maquinarias cada vez más capaces e inteligentes. Arike sugiere que  en el momento en que la ingeniería cibernética contempla el proyecto de la creación de vida artificial, la lucha del artista contemporáneo es la lucha por la definición de la vida y el tiempo. ¿Podrá el artista del futuro  imaginar un tiempo humano que no este diseñado para los requerimientos abstractos de una realidad estadística o dedicado a la negación nihilista de la realidad  material del postmodernismo lúdico? ¿Un tiempo que no nos obligue  a elegir entre la liberación de energía controlada institucionalmente o su liberación catastrófica  a través de la guerra?  Un tiempo libre y que sin embargo sea un tiempo responsable, producto de una percepción activa  diferente a la  recibida en un estado de distracción pasiva. Un tiempo orientado al accidente humano y a todos los otros accidentes que habitan la tierra. La función del arte en el  próximo desarrollo post humano muy bien podría ser la exploración y definición de las dimensiones de una tecnología  apropiada a la expresión y auto comprensión humana.  El papel del arte fue una vez facilitar nuestro paso a la eternidad. Ahora ha llegado el momento en que muy bien podría comprometerse con una nueva tarea, en competencia con la ingeniería  post biológica en la creación de la vida… ¿Cómo la obra de arte del futuro empleara nuestras energías?

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Mayo 2009.

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