Sunday, February 28, 2021

De lo real a lo virtual

 En una película muda alemana de 1913, “El estudiante de Praga”, la imagen de un ser humano reflejada en el espejo  sale del marco y se introduce en el mundo como un demonio fatal. El estudiante después de un tiempo, cansado de las  acciones intolerables de su imagen, le dispara, solo para descubrir que al hacerlo… se ha disparado a si mismo.

           

Da la impresión de que desde hace bastante tiempo lo virtual ha tenido una reputación bien mala. En 1556 un sujeto llamado Thomas Cranmer fue ejecutado porque afirmo la virtualidad de la Eucaristía. Acusaciones similares fueron dirigidas  en contra de los teólogos Lucero y Zwingli… Si antes la tuvo entre los defensores del statu quo ahora la tiene en algunos sectores críticos. El mundo Pos-Moderno, según una opinión ampliamente generalizada,  ha perdido toda relacion con el mundo actual al estar completamente dominado por copias e imágenes. Estamos  definidos, se dice,  principalmente por la televisión,  You Tube,  la propaganda, las copias de diseños, la repetición sin sentido de marcas comerciales y la simulación computacional. Lo cierto es que, cualquiera  sean nuestras preferencias, nuestra actitud es la de describir  el mundo a través de la distinción entre lo actual y lo virtual... hubo un tiempo en que estábamos mas cerca de la realidad (lo actual) y ahora, en cambio, todo lo que tenemos son solo imágenes (lo virtual)...  solo simulacro. Esto, según la convención contemporánea, es una situación profundamente lamentable porque hemos quedado atrapados en un mundo en que solo valoramos algo en la medida en que ha sido copiado. La copia de la copia elevada a criterio normativo. La copia suplantando el original.

 

Según  Jean Baudrillard  los medios culturales han reducido todo a imágenes superficiales sin referencia a lo real... la guerra, las elecciones presidenciales, la "vida real" en televisión son  eventos periodísticos sin tener actualmente sustancia real. El dominio del simulacrum en la cultura post-moderna es el indicio de la perdida de lo real. Ya no tenemos la habilidad para distinguir entre este y sus imágenes. Lo que hoy el mundo comercial nos vende son imágenes en lugar de cosas... compramos la etiqueta de Chanel, Calvin Klein o Nike y no tanto la cualidad o el valor que ellas representan. El logo es la mercancía. Este  mundo al ser dominado por la copia ha perdido todo poder critico. Ya no podemos medir la imagen virtual en contra del mundo actual, porque hemos perdido todo sentido de lo actual ¿Cómo hemos llegado a esta nueva situación?  Según Baudrillard… en una primera instancia la imagen virtual es la reflexión de una realidad básica. Luego, en un segundo momento, ella enmascara y pervierte una realidad esencial.  En su  tercera etapa la imagen enmascara la ausencia de una realidad primaria que  lleva como por un tubo a la fase actual en donde la imagen  virtual ya no tiene ninguna relacion con ninguna realidad. Finalmente, ella deviene en  un puro simulacrum… ¿Cómo vivir en un mundo en donde  la imagen ha logrado ocupar el lugar de la realidad? Uno puede vivir  con la conciencia de una verdad distorsionada. Pero… ¿como vivir con la idea de que la imagen no enmascara ni esconde nada, porque no hay nada que esconder? En realidad, dice Baudrillard, la imagen  no es la imagen de un modelo original, sino por siempre,  un simulacro perfecto. En la nueva logica de la sociedad de consumo ya no hay duplicación demoníaca, solo una interminable proliferación. En lugar  del sujeto y la imagen diabólica, encontramos  la banalidad de la pura imagen. No el acto místico medieval con el diablo, como en la literatura clásica, sino la fría conspiración de la tarjeta de crédito.  El espejo con el cual el ser humano confronta su imagen para mejor o peor se transforma en  la vitrina  que, en lugar de  reflejarlo, lo absorbe y anula.  

 

¿No es esta distinción entre lo actual y lo virtual demasiado rígida?  ¿No será que la copia  virtual podría tener, también, otras dimensiones?  ¿Qué pasa, por ejemplo, si  oponemos la noción filosófica de lo virtual al omnipresente tópico de la Realidad Virtual? La Realidad Virtual, la verdad de las cosas, es una idea bastante patética… imitar la realidad, reproducir interminablemente la experiencia en un medio artificial.

 

Filosóficamente lo virtual captura la naturaleza de actividades y objetos que existen, pero que no son tangibles o concretos como los sueños, recuerdos, fantasías, los eventos  pasados o los efectos futuros. Para el filósofo francés Deleuze lo real  es siempre “actual – virtual”, no solo en el sentido de que el mundo actual es el efecto de un potencial virtual, sino  en el sentido de que cada cosa actual mantiene su propio poder virtual. Lo que una cosa es lo es también en su poder de llegar a ser o devenir  algo distinto. El viejo caserón vacío que todavía sobrevive en el centro de la ciudad puede transformarse en una atracción turística, en una fotografía, en un lugar de trabajo, en un obstáculo para el avance de los súper mercados, en una demolición y en un sinnúmero de otras posibilidades.

 

Nuestro pensamiento común es el de  creer que hay un mundo actual que precede la simulación o la copia. Con lo que nos encontramos en realidad, si queremos ser  pos-platónico, es con un proceso original de simulación. Los seres o las cosas emergen a partir de procesos de copia, doblaje, imaginación o simulación.  Adquieren su identidad actual a través de la repetición.  Es la repetición la que permite explicar la relacion entre el evento virtual y el evento actual y vise versa. Es a través de la repetición que  las cosas adquieren la  fijeza y los limites que nos permiten verlas como miembros de una clase o especie. Cada ser humano o cada artefacto  es, por tanto, una simulación. Los genes copian y repiten con desviaciones y la obra de arte se hace única, no siendo el mundo, sino transformándolo a través de imágenes que son simultáneamente actuales y virtuales. Es cierto que lo que vemos es solo aquello que ha sido actualizado y no las potencialidades virtuales. No vemos lo virtual o el poder de simulación en si mismo. Solo vemos seres o cosas creadas,  no el proceso de devenir por el cual son  creadas. Pero, el hecho de no verlo no debiera ser  obstáculo para imaginar las creaciones del futuro. La genética por ejemplo, además de ser producto de la observación de organismos ya constituidos, también es capaz de imaginar el potencial de las mutaciones genéticas y sus nuevas creaciones. Si hoy estamos rodeados de seres actuales es por el poder virtual del devenir.  El peyote que crece junto a la ventana no es solo materia. Es, también, necesidad de  agua y luz. No hay una célula original  que de pronto aparece y que sirve de modelo a todas las otras. No hay una vida original que luego es copiada y multiplicada en diferentes versiones. Cada evento vital ya es otro que el mismo. Una simulación… y no el original.

 

Si nos fijamos un poco en la historia, nuestro pensamiento, sin que nos demos mucha cuenta de ello, ha estado dominado  por la figura de la copia que presupone la creencia de que hay modelos originales que pueden ser usados para medir y juzgar nuestras afirmaciones ¿Quién no habla y aprecia el original por encima de todo lo otro? Esta creencia, que tiene su origen en  Grecia, es la que ha servido de marco y ha hecho  posible el preguntar si esto es realmente Belleza, Democracia, Libertad o Justicia, por ejemplo, imaginando que en alguna parte hay algún modelo del cual estas instancias son copias o repeticiones. Igualmente, hablamos de ciertas características que una persona tiene como si estas fueran peculiaridades o variaciones que forman un estilo y que es agregado a algo que permanece constante y que constituye la identidad humana básica. Afirmar que la vida es simulación, como lo hace Deleuze, es afirmar que solo somos los caracteres o las mascaras que portamos y nada más. Es declarar que no hay un modelo de justicia o literatura fuera de cada invención o creación de un evento justo o literario. No se trata de que primero poseamos una si mismidad que luego perdemos, encubrimos o expresamos a través de la simulación, como tampoco es el caso de que primero hay una esencia literaria que luego podemos usar para juzgar creaciones futuras. La creencia en un original, en una si mismidad básica, en una esencia permanente es el efecto producido por la mascara y la copia. El simulacro produce el efecto de un original, creando nuevas si mismidades con cada actuación.

 

El lamentar o celebrar la perdida post-modernista de lo real es presuponer que el simulacro no es real, que es  una mera copia. Para Deleuze este no es un evento reciente, ni tampoco un evento puramente cultural. El simulacrum no es la perdida ni el abandono de lo real... es lo real. La fuerza de la vida deviene como tal afirmando su poder de variación y su poder para ser afectada. Toma formas distintas a lo que ya es. Imagina o proyecta lo que aun no es. Simula haciéndose otra cosa a través del poder de una vida que siempre es más de ella misma. Si el arte posee el poder del simulacrum no es porque repite o parodia lo real. Es porque produce nuevas simulaciones, nuevas expresiones de lo real. Esta es la afirmación de la variación sin base, de la repetición de la diferencia sin fin o razón fuera de ella misma.

 

Esta es la entrada al mundo del Filosofo-Virtual. Un mundo sin identidad previa y carente de similitud interior... Un mundo lleno de paradojas y devenires… El mundo de la diferencia.

 

Nieves y Miro  Fuenzalida


Sunday, February 21, 2021

Olores bellos

 

El amanecer

me trae

el perfume

de

la madrugada.

El atardecer

el 

de

la noche.

 

Nieves


Sunday, February 14, 2021

De animales y humanos

 

A través de gran parte de la historia la mayoría de las religiones, las filosofías y  parte de las ciencias  han tenido la preocupación casi desesperada de la salvación humana. Hoy día la acción política pasa a ser el sustituto de esta salvación. Un error y una ilusión producto de la auto consciencia.

 

El escandalo de Darwin, en aquellos días, fue la revelación de que el humano es parte del reino animal, conclusión a la que, con un poco de observación, no es tan difícil de llegar. Digamos, no una creación divina, sino el producto de un arreglo de genes interactuando al azar entre si y su cambiante contorno en el que nadie es amo de su destino. Si esta nueva provoco tanto escandalo y controversia es porque surgió en una tradición cristiana que coloca al humano mas allá de todo ser viviente. Expulsado del Paraíso se encuentra  ahora arrojado en un mundo extraño del que no es parte.

 

El conflicto entre cristianos y no creyentes de la época se repite hoy entre humanistas y los que comprenden que el animal humano no puede ser mas dueño de su destino que el perro o el gato con el que vive.

 

El humanismo puede ser diferentes cosas para diferentes personas, pero lo común es la creencia en el progreso, la idea de que usando los nuevos poderes que el avance  científico nos da podemos liberarnos de los limites que marcan la existencia. Si Darwin mostro que los humanos son como los otros animales, los humanistas insisten en que somos diferentes. Con nuestros conocimientos podemos controlar el ambiente y florecer como nunca. Lo que los humanistas traen de vuelta con la fe en el progreso, como nota el filosofo ingles John Gray, es la versión secular de la dudosa promesa del Cristianismo de que la salvación esta disponible para todos. Para el Cristianismo los humanos son creados por Dios y poseen libre albedrio. Para los humanistas los humanos son seres auto determinantes. Lo que aquí perdemos es el hecho de que somos uno con los otros animales en nuestra esencia mas intima. La ciencia puede que nos capacite para satisfacer nuestras necesidades. Pero no las cambia. Ellas no son diferentes hoy día de lo que siempre han sido.

 

En los últimos dos siglos la filosofía ciertamente se ha desprendido de la fe Cristiana, pero no de la creencia de que los humanos son radicalmente diferentes de los animales. Las imágenes religiosas de la humanidad son renovadas en el humanismo

con las ideas del progreso y destino final. Ni siquiera Nietzsche, con la absurda idea del Superhombre, se escapa de la promesa cristiana de la redención, y lo mismo Heidegger que todavía mantiene el prejuicio humanista de que los humanos somos necesarios en el esquema de las cosas, en tanto que los animales no. Ratones y conejos, chimpancés y gallinas no son diferentes de los gusanos o mosquitos. Todos ellos son “pobres de mundo”, ninguno tiene el poder de revelar el Ser... ¿no es esta la vieja creencia bíblica del poder humano para nombrar las cosas, expresada ahora en el idioma secular? ¿Ultimos eslabones de una larga cadena de pensadores para quienes el mundo solo adquiere sentido cuando la conciencia humana aparece en el?    

 

Desde Platón hasta el presente ha sido una verdad axiomática que el conocimiento presupone la conciencia. Pero, si volvemos a pensar, la sensación y la percepción no dependen realmente  de la consciencia y menos aun de la autoconciencia. Ellas existen a través de todo el mundo animal y vegetal. Los sentidos de las plantas, por ejemplo, son sofisticados y pueden detectar el toque mas ligero. Los microbios mas antiguos y simples tienen sentidos que se asemejan a los humanos. Pueden detectar y responder a la luz gracias a la rodopsina, el mismo compuesto que esta presente en los ojos humanos. El viejo dualismo de la materia y mente dice que hay conocimiento solo cuando hay mente. Pero, lo que los biólogos han encontrado es que el conocimiento no necesita de la mente o, incluso, del sistema nervioso. Se encuentra en todos los seres vivos. Los sistemas vivos son sistemas cognitivos. Vivir es un proceso de cognición, con o sin sistema nervioso. Según Margulis los “pequeños mamíferos comunican el próximo terremoto o tormenta. Los arboles liberan volátiles, sustancias que advierten a sus vecinos que las larvas de la polilla gitana están atacando sus hojas”. En los seres vivos altamente desarrollados como  los humanos la percepción consciente es solo una fracción de lo que conocemos a través de los sentidos.  En su mayor parte lo que recibimos es percepción subliminal. Lo que aparece en la conciencia “son sombras que se desvanecen de cosas que ya conocemos”. El mejor artesano, por ejemplo, puede que no sepa como trabaja y el pianista mas virtuoso no es el que mas consciente esta de sus movimientos.

 

A pesar de que el conocimiento,  la tecnología, la capacidad creativa y el poder humano continúan creciendo a pasos agigantados no ha ocurrido lo mismo con nuestro sentido moral. Somos la única especie que practica el genocidio en la misma forma en que practicamos el arte mural o los ritos a los dioses. El crimen masivo es el efecto colateral del progreso tecnológico que procura un tremendo poder toxico. Desde el comienzo de la edad de piedra, los humanos hemos venido perfeccionando las armas para matarnos unos a otros. Las guerras de la antigüedad procedían con un fin común... la matanza o esclavitud de los derrotados, independientemente de su sexo o edad. En los tiempos modernos el genocidio, al igual que en el pasado, continua con la misma crueldad. Entre 1492 y 1990 han habido por lo menos treinta y seis  genocidios que cobraron decenas de millones de vidas. Desde 1950 contamos cerca de veinte genocidios y al menos los últimos tres, Bangladesh, Cambodia y Ruanda, con sobre un millón de victimas cada uno. Progreso y crimen masivo van uno al lado del otro. A medida que la ciencia y la tecnología avanzan, también lo hace la competencia para el asesinato. Puede que ambas disminuyan la pobreza y alivien las enfermedades, pero, sin lugar a dudas, seguiremos usándolas  para refinar las tiranías y perfeccionar el arte de la guerra. La historia, en el fondo, no es progreso ni declive, sino continuas ganancias y perdidas. 

 

Por debajo del avance del conocimiento, las mejoras en el gobierno y la sociedad y las sutilezas del pensamiento ético seguimos siendo el animal mas depredador y destructivo que ha existido en la historia de la naturaleza, capaz de disturbar el equilibrio de Gaia. Las especies están desapareciendo a un promedio que sobrepasa la ultima gran extinción y la causa no es una catástrofe cósmica, como la que hizo desaparecer a los dinosaurios, sino la plaga humana dirigida por imbéciles con propósitos insanos. La destrucción del mundo natural, en verdad, va mas allá del capitalismo, la industrialización y el globalismo. Es la consecuencia del suceso evolucionario de un primate excepcionalmente rapaz. Basta mirar la historia y la prehistoria para descubrir que el avance y la expansión humana siempre han coincidido con la devastación ecológica.

 

Una utopía verde de alta tecnología en la que unos pocos humanos vivan felices y en equilibrio con el resto del planeta es científicamente posible, pero humanamente inimaginable. Si ocurre no será por nuestra voluntad. 

 

¿Con que nos quedamos, entonces, si renunciamos a las esperanzas vacías del Cristianismo, el humanismo y las utopías tecnológicas verdes? ¿si renunciamos a la ilusión de que podemos liberarnos de nuestra dimensión animal? Una vez que dejamos atrás el parloteo acerca de Dios, la inmortalidad y el progreso, una vez que dejamos atrás la idea de que la historia humana tiene un significado trascendente, en breve, una vez que renunciamos a la escatología ... ¿qué sentido le podemos dar a nuestras vidas?

 

Al igual que otros animales, algunas vidas son felices, otras miserables. Ninguna tiene un significado que vaya mas allá de si misma.

 

Si recordamos, los primeros filósofos buscaban la tranquilidad y la paz interior bajo el disfraz de la búsqueda de la verdad. Tal vez la búsqueda de hoy día sea la de descubrir que ilusiones podemos abandonar y de cuales  nunca podremos prescindir. La búsqueda de la verdad continuara, pero sabiendo que no podemos renunciar a una vida sin ilusiones. La cuestión es, entonces,  ¿con que falsedades nos quedamos?

 

Por largo tiempo en el pasado los humanos no se vieron a si mismos como seres diferentes de los otros animales con los que vivía. En la época de la caza y la recolección el humano era tan rapaz como lo es ahora, pero, como dicen los antropólogos, con una diferencia... ellos veían la presa como su igual. El sentimiento de ser parte de la naturaleza era la norma. Tenue como pueda ser hoy, el sentimiento de compartir un destino común con los otros seres vivos es parte de la psique humana. La lucha por la defensa de la naturaleza esta inspirada en el amor a los seres vivos, un sentimiento frágil que nos une nuevamente con la Tierra. Esta fugitiva empatía con los otros seres es la última fuente de la ética.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, February 7, 2021

Besos

 

La lluvia

de

tus besos,

gotas

de

rocios

en

mis labios,

no

me dejaron

tiempo

para

abrir

el paraguas

de

mi corazon.

 

Nieves.